martes, 25 de mayo de 2010

Ucrania se inclina hacia Rusia

Ucrania aceptó también grandes acuerdos respecto de la seguridad nuclear y de la aviación, un plan de cooperación de diez años y posiciones comunes sobre Transnistria y la seguridad en la región del Mar Negro, que han perturbado a vecinos como Moldavia y Georgia. Y Yanukovich ha respaldado la Iniciativa de Seguridad Europea, favorita de Medvedev, y su meta de “eliminar las peligrosas líneas divisorias que han aparecido en la región europea durante la última década”.

Dmitri Medvedev se las arregló para pasar la mitad de su Presidencia sin haber jamás visitado Kiev. Eso fue antes de que Víktor Yanukovich reemplazara a la bestia negra del Kremlin, Víktor Yushchenko, como Presidente de Ucrania en febrero. Desde entonces, encuentros de alto nivel se han sucedido casi semanalmente, culminando con la visita de Estado de Medvedev a Kiev. A Medvedev le ha dado incluso por publicitar a su abuela mitad ucraniana, de Belgorod. Yanukovich ha firmado ya una gran cantidad de acuerdos con Rusia, sobre todo el acuerdo para intercambiar otros 25 años extra para la flota rusa del Mar Negro por una reducción de 30% en el precio del gas.

Ucrania aceptó también grandes acuerdos respecto de la seguridad nuclear y de la aviación, un plan de cooperación de diez años y posiciones comunes sobre Transnistria y la seguridad en la región del Mar Negro, que han perturbado a vecinos como Moldavia y Georgia. Y Yanukovich ha respaldado la Iniciativa de Seguridad Europea, favorita de Medvedev, y su meta de “eliminar las peligrosas líneas divisorias que han aparecido en la región europea durante la última década”.

Un documento estratégico recientemente filtrado escrito por el ministro ruso de RREE, Sergei Lavrov, establece la meta general de Rusia nada menos que como “atraer activamente a Ucrania a la órbita de la cooperación económica con Rusia”. Esta nueva política exterior ucraniana tiene algo de misterio. Incluso algunos conocedores veteranos se preguntan por qué Ucrania se está aproximando tanto a Rusia y por qué ha cedido tanto tan rápidamente. Se sugieren cuatro posibles explicaciones.

Una es que Ucrania todavía se encuentra en dificultades económicas y que todo el acercamiento con Rusia tiene que ver con el gas barato. El descuento por el gas obvió la necesidad de duros recortes en los gastos y Kiev piensa que un déficit presupuestario por debajo del 6% del PIB traerá de vuelta a la mesa al FMI. Standard & Poor’s elevó la calificación crediticia de Ucrania de B- a B. En el corto plazo, el acuerdo gasífero es también la única cosa que agrada a las dos alas en competencia dentro del Partido de las Regiones de Yanukovich. El grupo de Dmitry Firtash controla varias plantas químicas; el principal negocio de Rinat Akhmetov es el acero. Juntos, consumen casi la mitad de las importaciones de gas de Ucrania. Sin embargo, el FMI está muy consciente de que las opciones difíciles y el repliegue fiscal se han pospuesto, posiblemente por sólo unos meses. Además, Ucrania todavía está pagando 230 dólares por los 1000 metros cúbicos de gas: el precio puede haber caído, pero sólo a niveles que son comunes en otros lugares de Europa.

De manera que si la explicación está en los problemas económicos, Rusia no puede rescatar a toda la economía. Ucrania regresará muy pronto a la mesa occidental. La Unión Europea, en particular, debería reiterar que el acuerdo que firmó Ucrania en 2009, pero que nunca implementó, que prometía sustanciales inversiones occidentales si Ucrania reformaba su sector del gas, todavía puede revivirse.

La segunda posibilidad es que la prioridad de Yanukovich sea fortalecerse internamente. Jugar más cerca de Rusia lo hace más fácil, en la medida en que no es probable que Rusia objete las recientes iniciativas para reprimir la libertad de prensa y alinear al Poder Judicial. Pero un Yanukovich más fuerte podría ser un socio imponderable en el largo plazo, no sólo para Occidente, sino también para Rusia. Si éste es el caso, Occidente debería evitar dar la impresión de que está tan harto de los años de caótico gobierno “naranja”, que permitirá a Yanukovich socavar las libertades ganadas por la Revolución Naranja de 2004, en nombre de restaurar la “estabilidad”.

La tercera posible explicación es la corrupción. Las elites locales aprenden rápido. El principal fraude actual tiene que ver con distribuidores internos ucranianos que compran más barato “el gas para los hogares” y lo venden a clientes industriales a precios más altos. Pero el mundo está poniendo más atención desde la crisis del gas en enero de 2009. Y algunos de los oligarcas de Ucrania podrían romper muy pronto con Yanukovich si el “lobby del gas” adquiere demasiado poder en el nuevo gobierno. Los oligarcas ucranianos también están interesados en que la parte rusa haga concesiones, como darles el acceso al gas del Asia Central.

La cuarta posibilidad es que Ucrania comparta algo del análisis de Rusia sobre los sucesos mundiales en rápido proceso de cambios. El equipo de Yanukovich podría también pensar que EEUU está preocupado de otras cosas, y que la Unión Europea está en una declinación de largo plazo y demasiado ocupada en el corto plazo en la crisis del euro para prestar demasiada atención a Europa Oriental. Ucrania podría creer también que la crisis económica global reemplazará a la “globalización” plana con islotes de “regionalización” y que Ucrania debería unir su destino a Rusia mientras busca consolidar “su” región. Si ése es el caso, alentar al péndulo ucraniano para que oscile nuevamente hacia el oeste podría ser esta vez mucho más difícil.

Herald Tribune, derechos exclusivos para La Nación

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