domingo, 7 de febrero de 2010

Moscú seduce a la «princesa del gas» ucraniana

Timoshenko (i) y Yanukovyich

Moscú seduce a la «princesa del gas» ucraniana


Viktor Yanukovych ha experimentado en sus carnes la montaña rusa de la política. De villano en la Revolución Naranja de 2004, cuando los ucranianos se echaron a la calle para protestar por su victoria en las urnas y para reclamar apertura y reformas, ha pasado a ganar la primera vuelta de las presidenciales. En esta campaña, ha tratado de desprenderse de su cliché como «hombre de Moscú», dirigiéndose a los independientes y a los nacionalistas, a los que ha intentado tranquilizar asegurando que la «integración en la UE seguirá siendo un objetivo estratégico».
Aun así, su agrupación, el Partido de las Regiones, defiende un restablecimiento de las deterioradas relaciones con Rusia y una descentralización del poder. Un dato: el ruso es su lengua materna por lo que es habitual que cambie de repente a ese idioma cuando pronuncia un discurso.
La mejor estrategia electoral se la han servido en bandeja de plata sus adversarios. La incapacidad del presidente Yuschenko para crear una administración que genere confianza a los inversores dejó al país en situación de extrema debilidad coincidiendo con la crisis internacional. Yanukovych predica, con cierto éxito, el regreso a una política de ley y orden entre una audiencia que ha perdido fe en sus dirigentes.

Entre «el sida o una plaga»

Deslumbró en 2004 con un discurso electrizante. Yulia Timoshenko fue alta ejecutiva de United Energy System, una compañía intermediaria de hidrocarburos. De entonces le viene su sobrenombre de «princesa del gas», por su belleza eslava cuidada con trajes de grandes firmas. Obtuvo presencia pública y una gran fortuna. Dos requisitos valiosos para ejercer la política en Ucrania.
Tras el triunfo de la Revolución Naranja, decepcionó. Quiso regular los precios del petróleo y los alimentos. Las diferencias con el presidente Yuschenko se hicieron insostenibles. Timoshenko dejó el poder y la Revolución hizo aguas. Volvió a la política dos años después, con la lección aprendida. De la animadversión pasó a un buen entendimiento con el Kremlin, en especial con Putin. Es lo que ella califica como «real politik».
Está segura de que hoy obtendrá los votos de los seguidores de aquella Revolución Naranja. Y es cierto que Timoshenko puede vencer. Hasta su rival reconoce el atractivo de su candidatura: «Su profesión es la oratoria, que une a su belleza, y yo no puedo competir con eso», ha declarado Viktor Yanukovych .
Sin embargo, sus similitudes –ambos abogan por recuperar la sintonía con Rusia– y, sobre todo, la apatía de los votantes juegan en su contra. La publicación ucraniana «Zerkalo Nedeli» comparó la decisión de hoy con la de elegir entre «el sida o una plaga».

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