lunes, 2 de noviembre de 2009

Sólo armas estadounidenses: el embajador Pascual

El embajador norteamericano, Carlos Pascual, al presentar sus credenciales en Los Pinos, afirmó que la nueva relación bilateral México-Estados-Unidos se dirigirá a frenar el tráfico de armas a México, provenientes del sur. En su entrevista con Calderón precisó que su labor se orientará a perfeccionar la estrategia del gobierno estadounidense en materia de cooperación con México, en inteligencia y combate el narcotráfico.

El embajador, Pascual, confirma, por una parte, el monopolio del abasto al mercado mexicano por la industria armamentística del vecino país. Y, por la otra, impedir la libre competencia en la industria armamentística global, cerrando la frontera de México-Guatemala.

Por ello, se establece el acuerdo de sellar la frontera sur, para impedir que otros fabricantes extranjeros de armas, incursionen en el mercado de los cárteles de la droga mexicana, apreciados como mercado cautivo del Pentágono.

Según Pascual, este flujo de armas es causa de preocupación en los Estados Unidos. El motivo de la preocupación, se debe a que no están dispuestos a reducir sus utilidades y a perder clientes ubicados y con capacidad de pago.

Toda vez que los muy preocupados socios del TLC, estiman haber desarrollado y tener el monopolio nada despreciable del 80% del mercado mexicano de las armas.

Ello permite abastecer regularmente, al Ejército paralelo, cuya función es la de llevar a cabo la 4GW y los demás carteles de la droga, ser eficientes y seguros proveedores del mercado.

Los ingresos obtenidos por el ejército paralelo y los cárteles de las drogas, se destinan a la compra de armamento, depósitos en bancos e inversoras norteamericanas para ser lavado e invertido.

Los proveedores mexicanos atienden el 90 % del mercado de la cocaína que se consume en los Estados Unidos y otros estupefacientes que han incrementado su precio, como la marihuana, para hacerla equiparable y competitiva con drogas de diseño, metanfetaminas y drogas heroicas.



El equiparamiento de los precios entre las diversas variedades de drogas de consumo en el mercado, permiten los ingresos suficientes para adquirir equipos, insumos y herramientas, como los diferentes tipos y especificaciones de armas, indispensables para dar seguridad a la producción, rutas, y reproducción del ciclo.



Las armas de otra procedencia, hacen el recorrido por Centroamérica e ingresan por la frontera de Guatemala a México. Los comercializadores obtienen solo el 20% del mercado mexicano de las armas, destinado al crimen organizado del narcotráfico.



Como vemos, el cambio de embajador de los Estados Unidos, no modificó el tipo de relación de la política norteamericana con México. Es solo una continuidad de la política republicana de Bush y ajena a la de Obama. Se mantiene centrada en la temática de la seguridad, inteligencia y el narcotráfico.



Esto plantea que la permanencia de la misma línea sea consecuencia del papel asignado por el Pentágono a México en su política militar contra Sudamérica. Esto fortalece la escalada de violencia que se vive en México y trata dar largas a la reversibilidad, al proyecto a favor de un cambio de paradigma de la seguridad por la del desarrollo.

También se advierte cómo Pascual se encuentra solo de paso, mientras hay un cambio en Los Pinos y Obama designa a un embajador suyo para que dé forma a las nuevas relaciones de México-Estados Unidos que, como se avizora, tendrá un nuevo perfil y un horizonte de largo plazo.


Sobre la “revolución naranja” en Ucrania - La cárcel del autoritarismo y la trampa de la democracia

La división de la coalición naranja en Ucrania es un duro golpe para todos los que veían en este movimiento la punta de lanza de una reorientación política «occidental» de la región. Por otra parte, la reciente revelación del financiamiento de la campaña del presidente Yushchenko por parte del oligarca ruso Boris Berezovski podría conducir, teóricamente, a una invalidación de las elecciones presidenciales de enero de 2005 y a la dimisión del Presidente. Este fracaso, menos de un año después de la «revolución naranja» podría tener un impacto negativo en las legislativas de 2006.

En Vremya Novostyey, de Kiev, Piotr Simonenko, primer secretario del Partido Comunista Ucraniano, atempera toda esta agitación. En su opinión, no se trata más que de una nueva fase del plan geopolítico imaginado en el exterior del país durante la formación del poder «naranja». La estrategia de situar a la primera ministra destituida, Yulia Tymoshenko, en la piel de una opositora, permite presentar una candidata «naranja» que no tendrá que asumir el fracaso de la política implementada. Así, habiendo captado los votos leales y disidentes en 2006, los naranjistas se unirán nuevamente después de las elecciones. Considera que se trata de un conflicto entre grupos financieros que terminarán por reconciliarse cuando sus intereses económicos lo exijan. Una vez obtenida la mayoría parlamentaria, sus representantes trabajarán para incorporarse a la OTAN y a la OMC e intensificarán la colaboración del GUAM [Georgia, Ucrania, Azerbaiyán y Moldavia] contra Rusia.

Por su parte, en Novyie Izvestia, de Kiev, el ex primer ministro ucraniano, Leonid Kravchuk, fuente de la revelación sobre el financiamiento de la campaña de Yushchenko, atempera igualmente las consecuencias de este asunto. Si bien desacredita un movimiento que se pretendía limpio, el procedimiento de impeachment tiene pocas oportunidades de dar resultado. Es de la opinión de que estos conflictos entre primer ministro y presidente se inscriben en la tradición política del país y no tienen consecuencias, pues las relaciones terminan por normalizarse entre ambas partes.
El diario conservador francés Le Figaroda la palabra a la principal interesada, la multimillonaria ucraniana Yulia Tymoshenko, ex primera ministra de Ucrania y dirigente del Partido de la Madre Patria, quien se empeña en tranquilizar a los partidarios del campo «naranja»: la revolución democrática no está muerta, incluso si el nuevo gobierno nombrado por el presidente Yushchenko está más próximo del antiguo régimen Kuchma.

Para las elecciones de marzo de 2006 Yulia Tymoshenko se sitúa en el campo de la oposición, aunque en temas como la integración a la OMC su partido apoyará al gobierno. Sin embargo, para ella, lo principal es que las tensiones políticas en Ucrania no atenten contra la imagen de la revolución naranja en Occidente. La moderación de sus palabras en dirección de los lectores no rusoparlantes contrasta de manera singular con el tono que ha adoptado en la prensa ucraniana durante estas últimas semanas. Es evidente que se trata de minimizar la crisis en el exterior y tranquilizar a quienes ostentan el poder tutelar en Occidente. La misma línea defienden Stephen J. Flanagan y Eugene Rumor, del Institute for National Strategic Studies, en el International Herald Tribune. Si bien la crisis política en Ucrania es decepcionante para los que habían creído en la revolución naranja, no debe perderse la paciencia y debe analizarse según el camino recorrido desde 1991. No es porque el nuevo primer ministro ucraniano llame a mejorar las relaciones con Rusia que hay que alarmarse y pensar que el país se aleja de Occidente. Ucrania es un buen alumno atlantista que se aleja de Rusia para estrechar relaciones con Estados Unidos, la OTAN, la Unión Europea y participa en la guerra de Irak. Eso es lo que cuenta.

Es también la actitud para con Rusia lo que preocupa a Andrei Piontkovsky, analista del Hudson Institute, en el Washington Times, diario muy apreciado por los neoconservadores estadounidenses. Considera que las relaciones entre Estados Unidos y Rusia han alcanzado un nivel de desequilibrio nunca antes visto desde Yalta en 1945 y pone como prueba la actitud «obsequiosa» del presidente Bush para con el presidente Putin, mientras que éste se mostrara escandalosamente «arrogante» según el autor. Aprovechando el superdespliegue norteamericano en Irak y la reconstrucción después del huracán Katrina, Vladimir Putin mueve los peones de su estrategia antinorteamericana. Reclama la retirada de las tropas extranjeras de Irak, ayuda a quienes se oponen a las bases norteamericanas en el Cáucaso y apoya a los países «no amistosos» como Irán o China. Para el autor, esta estrategia no es buena, ni para Rusia ni para Estados Unidos. A buen entendedor… Hay que ir pensando en la sucesión de Putin.

Y precisamente Christopher Walker, director docente en la Freedom House, laboratorio de propaganda política dirigido hasta hace poco por el ex director de la CIA James Woolsey, se interroga en el International Herald Tribune sobre el «problema 2008» en Rusia. Considerando que Vladimir Putin llegó al poder de forma dudosa, al autor le preocupa lo que éste hará al término de su último mandato. Hasta 2008, habrá diez escrutinios importantes en la ex área soviética. Ahora bien, Walker comprueba una ausencia de mecanismos de sucesión democrática en esta misma área, donde pocos presidentes han abandonado el poder voluntariamente. Para él, el Kremlin ha iniciado ya la campaña al trabajar por eliminar a los potenciales rivales con la ayuda del arma judicial y apoyándose en una prensa complaciente. Por lo tanto hay que movilizarse para evitar un escrutinio falseado y para que las elecciones sean libres, lo que equivale a decir que sería deseable que Putin no fuera reelecto en 2008 y que hay que trabajar en la organización de una «revolución coloreada».

Para alcanzar este objetivo, Estados Unidos puede contar con el activismo de militantes expertos como el ucraniano Serguei Taran, quien fuera una de las figuras cimeras del movimiento estudiantil Pora, actor principal de la «revolución naranja». Interrogado porDeutsche Welle, la radio alemana para el extranjero, Serguei Taran presenta el instituto por él fundado y cuyo objetivo es exportar la «democracia» a los países de la zona.

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