lunes, 30 de noviembre de 2009

Proceso a Demjanjuk se abre con acusación de parcialidad a justicia alemana

El proceso al ex preso de las SS ucraniano John Demjanjuk, de 89 años e imputado por el asesinato de 27.900 judíos, se abrió hoy con la acusación a la justicia germana de no haber perseguido a quienes daban órdenes, los nazis, y hacerlo con quien fue un soldado soviético capturado por las tropas de Hitler.

Demjanjuk, presuntamente un ex guarda voluntario -"Trawniki"- del campo de exterminio de Sobibor, compareció ante la Audiencia de Múnich en una silla de ruedas, cubierto con una sábana hospitalaria azul y sin pronunciar palabra, ni siquiera para responder al protocolo de su identificación.

Su abogado, Ullrich Busch, abrió el turno de pronunciamientos con la acusación de parcialidad a la cámara y, por extensión, la justicia alemana, amparado en un juicio de 1966 contra doce SS de Sobibor, de los cuales se condenó a cinco y el resto fue absuelto.

"Demjanjuk fue tan víctima del Holocausto como los confinados en los campos nazis", dijo Busch, quien alegó que, de haberse negado a servir a las SS, Demjanjuk habría acabado ejecutado, como ocurrió con la mayoría de los soldados soviéticos capturados por los nazis.

El argumento de parcialidad fue rebatido por el juez, Ralph Alt, quien recordó que ningún miembro de la cámara había asistido al proceso de 1966, en Hagen (oeste del país), y rechazó la validez jurídica de la acusación de "parcialidad duradera" para toda la justicia alemana.

Al alegato de que los "Trawniki" no eran voluntarios, sino víctimas, respondió la acusación particular recordando que ese personal comía, tenía permisos de salida y hasta vacaciones y que eran ellos quienes asesinaban a los judíos, no al revés.

"Sin los 'Trawniki' Sobibor no hubieran funcionado. Eran asesinos de extrema crueldad, que torturaban, seleccionaban y dirigían a las víctimas a la cámaras de gas, las accionaban y los asesinaban", explicó a EFE Thomas Blatt, superviviente de Sobibor.

Quienes eran transportados a ese campo eran gaseados pocas horas después de su llegada y sólo a unos pocos, como a Blatt, se les mantenía con vida para hacer tareas de limpieza e intendencia.

El juicio de Múnich será un proceso por indicios, puesto que apenas quedan supervivientes.

Se trata, con toda probabilidad, del último gran proceso en Alemania por crímenes del nazismo, dada la avanzada edad tanto de los verdugos como de sus víctimas, y a la vez el primero en ese país contra un ejecutor extranjero, un ex soldado soviético.

La principal prueba inculpatoria es la hoja de servicios y carné identificativo de las SS con el número 1393 y la foto de Demjanjuk.

En los seis meses que sirvió en Sobibor murieron 27.900 judíos, documentados con nombres y apellidos por la Oficina Central para el Esclarecimiento de los Crímenes del Nacionalsocialismo, de Ludwigburg (sur del país). En total, fueron asesinados allí un cuarto de millón de hombres, mujeres y niños.

Demjanjuk, nacido en Dobowoije (Ucrania) en 1920, pasó de tractorista a ser reclutado por el Ejército Rojo para luchar contra las tropas de Hitler, hasta que en 1942 fue capturado por las SS.

Primero se le adiestró y convirtió en uno de los 120 "Trawniki" de Sobibor. Luego pasó a otros campos, como Flossenbürg.

Tras la derrota del nazismo logró que se le reconociera como "Displaced Person", DS, siglas para víctimas y refugiados de guerra y se le autorizó a emigrar a EEUU, en 1952, donde se casó, tuvo tres hijos y trabajó como mecánico, en Ohio.

En 1988 fue condenado a muerte en Israel como "Iván el Terrible" del campo de Treblinka y responsable del asesinato de 800.000 judíos. Cinco años después, el Tribunal Supremo israelí levantó la pena, al aparecer documentos del KGB según los cuales no se le identificaba como "Iván el Terrible".

Múnich reabrió dos años atrás su expediente por los crímenes de Sobibor, lo que desencadenó una batalla de recursos judiciales y médicos que culminó el 11 de mayo con un aparatoso traslado en ambulancia, de su casa al aeropuerto de Cleveland y de ahí a Múnich.

El juicio se abrió entre empujones y un gran despliegue mediático, con más 200 periodistas acreditados de todo el mundo, para una sala con 186 plazas, incluido público.

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