lunes, 12 de enero de 2009

Rusia prolonga la guerra del gas

Después de todo el día en ascuas, a la espera de que Rusia reanudara el suministro de gas a Europa, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, terminó ayer rechazando la redacción del protocolo suscrita horas antes por Ucrania para regular el trabajo del grupo de control internacional que verificará que nadie robe el gas destinado a Europa. Al parecer, el documento incluye una hoja adjunta con aspectos que Medvédev considera inaceptables.
Ante las cámaras de televisión y en presencia del ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, el jefe del Kremlin, ordenó al Gobierno que no aplique los términos del acuerdo mientras no sean retiradas las cláusulas incluidas por la primera ministra ucraniana, Julia Timoshenko. Medvédev dispuso también que el consorcio energético Gazprom se abstenga de restablecer el fluido de gas a la Unión Europea mientras la situación no se haya resuelto.
«Burla es el único apelativo que merecen las correcciones adjuntas al protocolo», le dijo el presidente ruso a Lavrov. Según sus palabras el anexo incluido por Kiev «es una provocación destructiva».
Lavrov señaló que «este texto es sorprendente por que contiene afirmaciones falsas, en particular que Ucrania no robó gas». El jefe de la diplomacia rusa explicó que el documento le fue entregado en Bruselas al representante ruso ante la UE y su contenido «contradice el sentido» de lo que el sábado acordaron el primer ministro ruso, Vladímir Putin, y su homólogo checo, Mirek Topolanek, cuyo país ejerce actualmente la presidencia de la Unión Europea.
Poco antes, el máximo dirigente ruso protagonizó otra comparecencia televisiva, esta vez en compañía del viceprimer ministro encargado de las cuestiones de Energía, Igor Sechin, para afirmar que el abastecimiento de gas se restablecería en dirección a Europa bajo dos condiciones; «que aparezca el documento firmado por todas las partes y cuyo texto se corresponda con el que fue preparado, consensuado y firmado por la parte rusa y que todos los observadores acudan a los lugares en donde se llevará a cabo el control».
Desde Bruselas, fuentes comunitarias aseveran que los observadores están ya listos para acometer su tarea de vigilancia.
La retórica que los dirigentes rusos vienen empleando desde el comienzo de la actual guerra del gas, descalificando y lanzando duras acusaciones contra las autoridades ucranianas, guarda una cierta similitud con la utilizada el pasado verano contra Georgia. Moscú trata de escudarse en supuestas violaciones e incumplimientos por parte de Kiev para justificar una rectitud rayana en la intransigencia.
Socio fiable
El sábado por la noche en Kiev, al término de sus conversaciones con Topolanek y después de rubricar el protocolo que el presidente ruso acaba de rechazar, Timoshenko manifestó que «Ucrania es un socio energético fiable, no ha robado ni una pizca de gas ni tiene deudas con Gazprom». Moscú exige a Naftogaz, la compañía gasista ucraniana, el pago de 600 millones de dólares por pagar las facturas fuera de los plazos previstos en el contrato. La dama naranja advirtió además que la misión de observación internacional tendrá una duración máxima de un mes, período que Rusia considera insuficiente.
En alusión a los constantes reproches e insultos de Moscú, el presidente ucraniano, Víctor Yúshenko, alertó el sábado que «el lenguaje hostil de Moscú hacia Kiev no fortalece la amistad ni la confianza mutua y desprestigia, no sólo a Ucrania, sino también a Rusia».

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