viernes, 9 de enero de 2009

Las exigencias de Moscú bloquean las negociaciones con la UE y Ucrania

El primer ministro ruso, Vladímir Putin, rechazó ayer de forma categórica la posibilidad de que su país pueda reanudar el flujo de gas a la Unión Europea mientras Ucrania no admita la presencia de observadores rusos en su suelo para verificar el tránsito de combustible. Putin responsabiliza directamente del fracaso de las negociaciones a la Comisión Europea y a Kiev. Además, el jefe del Gobierno ruso ha subido aún más la oferta de precio para el gas a Ucrania y ha lanzado una amenaza velada a Europa de que Moscú podría buscar otros mercados en Asia y América para sus hidrocarburos.
“La firma de un protocolo para el control del tránsito de gas es necesaria, ya que Ucrania nos ha negado el acceso de observadores a las estaciones de bombeo”, aseguró Putin en un encuentro con la prensa. Según sus palabras, “instamos a la Comisión Europea a firmar cuanto antes el protocolo de supervisión del flujo de gas a través de Ucrania”. “Sólo tras la puesta en funcionamiento del mecanismo de control internacional, Gazprom reanudará el suministro de gas”, recalcó.
Lo mismo le dijo ayer el presidente ruso, Dmitri Medvédev, a su homólogo búlgaro, Gueorgui Parvánov, durante una conversación telefónica. El vicepresidente de Gazprom, Alexánder Medvédev, por su parte, declaró en una entrevista ante los micrófonos de la radio Eco de Moscú que “el esquema de supervisión que propone Ucrania, sin participación de Gazprom ni tampoco el Ministerio de Energía ruso, es para nosotros inaceptable”. El responsable de la compañía rusa lamentó que “nuestra delegación no tenga nada que hacer ya en Bruselas”. 

470 dólares por cada mil metros cúbicos de gas
Putin anunció también que Ucrania tendrá que pagar por el gas ruso precios de mercado y fijo la cantidad en 470 dólares por cada mil metros cúbicos de gas. La oferta que Gazprom puso sobre la mesa cuando se rompieron las negociaciones, el pasado 31 de diciembre, era de 250 dólares y el presidente de Gazprom, Alexéi Miller, la subió después a 450.
El primer ministro ruso advirtió que el futuro de las relaciones entre Rusia y Europa “dependerán de la objetividad con la que los países de la UE analicen el actual conflicto del gas” y dejó caer la amenaza velada de suspender definitivamente la venta de gas a Europa al manifestar que “las pérdidas sufridas por Gazprom podrían conllevar una reorientación hacia los mercados asiáticos y americanos”.
“El problema del tránsito no es nuestro, sino de los países europeos y ellos son los que deben procurarse la forma de que el gas les llegue”, aseveró. Putin arremetió también contra Ucrania, a cuyos dirigentes llamó “corruptos”. La actual guerra del gas comenzó el pasado día 1, cuando Rusia interrumpió el abastecimiento a Ucrania al no lograrse la firma de un nuevo contrato para 2009.
Ya lo dijo el viceprimer ministro checo, Alexander Vondra: en el caso de la negociación entre Rusia y Ucrania, «el diablo está en los detalles» y esos detalles son los que tienen a dos tercios de la Unión Europea con la vista puesta en el termómetro y la falta de gas para mover la industria o para calentar sus casas.
La UE no ha logrado que Rusia y Ucrania se pongan de acuerdo para que se reanude el suministro de gas desde Siberia. A cambio, lo único que viene desde aquellas tierras es un frío polar. Los ministros de Asuntos Exteriores, reunidos ayer en Praga, afirmaron que la situación es «inaceptable» y han convocado para el lunes una reunión de emergencia de los titulares de Energía para empezar a tomar medidas.

Lo único que los europeos pueden constatar es que las dos partes «hasta ahora no han mostrado suficiente determinación para resolver el problema, lo que daña efectivamente su credibilidad» como socios comerciales.
Representantes de la compañía rusa Gazprom y de la ucraniana Naftogaz se reunieron ayer en Bruselas por separado con representantes europeos, incluyendo el presidente del Parlamento y otros altos funcionarios de la Comisión, en un maratón de contactos del que se esperaba que se podría obtener una fórmula para que la UE enviase observadores para determinar quién se queda con el gas y hacia dónde circula en realidad. Fundamentalmente para saber si es o no cierto que, como dice Moscú, los ucranianos se lo roban.
Rusia había anunciado a primera hora de la tarde que estaba dispuesta a reanudar el bombeo. Alexei Miller, presidente de Gazprom, proclamó después de una entrevista con el presidente de la Eurocámara, Hans-Gert Poettering que «ya tenemos un acuerdo para que, en el momento en que los observadores estén en Ucrania y puedan comprobar el funcionamiento de las instalaciones, nosotros retomaremos el bombeo al volumen habitual».
En ese momento, desde Praga, los ministros de Exteriores todavía confiaban en una solución de último minuto y, de hecho, Vondra llegó a decir que los equipos de supervisores se estaban formando y que estarían preparados para salir «mañana mismo» (por hoy).
Sin embargo, hacia las seis de la tarde, en Bruselas decidieron tirar la toalla: Moscú exigía enviar sus propios técnicos para que estuvieran entre los observadores europeos, lo que no fue aceptado por Ucrania. El ministro checo de Industria, Martin Rimman, ha sido el primero en culpar abiertamente a Rusia de que no se hubiera llegado a un acuerdo. En realidad, la UE se ha mantenido hasta ahora en un equilibrio imposible para no mezclarse ni tener que arbitrar en la disputa entre Moscú y Kiev y en todos los comunicados se refieren por igual a los dos, pero Rimman dijo claramente que en este caso «los rusos no tienen ninguna razón para rechazar esta propuesta».
Hoy, «un día importante»
La Presidencia de turno de la UE tendrá que seguir con estos esfuerzos titánicos para tratar de lograr una solución. Mirek Topolanek, el primer ministro, está negociando por teléfono con el primer ministro ruso Vladimir Putin, según desveló Rimman, y el viceprimer ministro Vondra anticipó que hoy «puede ser un día muy importante».
Su colega, el titular de Exteriores, Karel Schwazemberg, se presentaba en el primer consejo de la Presidencia checa diciendo que «con una crisis ya habríamos tenido bastante», cuando a este valeroso país le han caído de golpe las dos que en este momento sacuden al mundo. Lo primero que Schazemberg se propone hacer es tratar de atemperar las rijosidades de Praga con Moscú, puesto que «en estos momentos, decir que la República Checa tiene especiales prejuicios u odio a Rusia carece de sentido».

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