martes, 7 de octubre de 2008

El mar y la pólvora

La Flota Rusa forma parte de nuestra historia, y todo la vida en esta ciudad ha girado siempre en torno a ella. Podemos decir que ésta es su casa", asegura Evgeny Dubovik, un antiguo oficial ahora diputado en la Asamblea local de Sebastopol. Esta ciudad ucraniana de la península de Crimea rebosa tranquilidad a pesar de los augurios más alarmistas que sitúan aquí una próxima guerra fría. El lugar elegido para hablar de esta ciudad es paradigmático: en el centro histórico de Sebastopol, a cien metros del monumento al almirante Pavel Nakhimov, la cafetería "Pobieda". Un canto a la nostalgia, decorada con recuerdos soviéticos y decenas de fotos del primer coche que se construyó en la URSS tras la Segunda Guerra Mundial: el Pobieda (o victoria, en ruso). La corta guerra de este verano entre Rusia y Georgia a causa de Osetia del Sur ha atraído la atención sobre Sebastopol y el futuro de la Flota Rusa. Los políticos pro-occidentales ucranianos han lanzado la idea de que podría ser el próximo objetivo de Rusia en sus ansias expansionistas. El ministro de Exteriores de Ucrania, Vladimir Ogryzko, ha denunciado que Rusia está repartiendo pasaportes entre la población de Crimea y que eso significa la preparación de una "intervención militar". Y el presidente de Ucrania, Víktor Yushenko, ordenó cerrar el paso a territorio ucraniano a los buques rusos que saliesen en misión de guerra. "¿Pero qué clase de presidente tenemos, que quiere impedir volver a su casa a la flota?", se pregunta retórico Dubovik, que forma parte del grupo de diputados prorrusos. El Kremlin ha negado cualquier reivindicación sobre la península. Y la calma que se ha encontrado "La Vanguardia" en Sebastopol parece confirmar que estas advertencias son cantos al sol en una política ucraniana de nuevo en crisis, con elecciones legislativas y presidenciales a la vista y con deseos frustrados en Kiev de ingresar en la OTAN y acercarse a la UE. "Pero es cierto que estamos en una zona de conflicto", apunta Andrei Sobolyov, editor del periódico local La Gazeta de Sebastopol. "Desde aquí se domina el mar Negro, y franceses, ingleses, turcos o alemanes han intentado conquistar Crimea en el pasado". Sebastopol es una ciudad histórica, fundada hace 225 años por la emperatriz rusa Catalina II la Grande, y jugó un papel relevante durante la guerra de Crimea (1954-56), cuando el almirante Nakhimov comandaba la ciudad y la Flota. En cada malecón, en cada pequeño acantilado, se levanta un monolito o una placa recordando una batalla. Y en sus calles se respira el pasado soviético. No sólo con las cafeterías o los suvenires para turistas, sino porque en muchos edificios ondea la bandera rusa (blanco, azul y rojo) o la de la Flota (blanca, cruzada con un aspa azul). La hoz y el martillo incluso se mantienen en algunos edificios oficiales, y sobre una de las colinas, con la catedral de Vladimir y un paseo de castaños a la espalda, se levanta la estatua de Lenin más grande de toda Ucrania. Más que una nueva guerra fría, lo que en Crimea se puede producir en el futuro es un conflicto interno provocado por la doble personalidad de su población. Todos tienen pasaporte ucraniano, pero la inmensa mayoría son rusos de corazón. "Eso no significa que todo el mundo quiera la independencia, pero miramos al pasado y vemos que en estos 17 años hemos perdido muchas cosas", dice Sobolyov. "No hay grandes fábricas, que se desmantelaron y nunca se reconstruyeron, tampoco somos una gran potencia, no mandamos a nadie al espacio, no ganamos en los Juegos Olímpicos. Si, además, la economía va mal y no tenemos trabajo, es normal que la gente se pregunte para qué nos sirve la democracia". En Crimea, una de las regiones rusohablantes de Ucrania, tampoco se ve con buenos ojos la política lingüística de Kiev en las escuelas o la intención de renombrar calles y monumentos sólo porque recuerdan el pasado comunista. "No entienden que esto es historia. Pero la política de Yushenko se dirige contra todo lo ruso. Un ejemplo muy claro: al cambiar el nombre de las calles, se les daba el que tuvieron antes del comunismo. Pero la calle de Lenin no la renombraron porque el nombre anterior era calle de Catalina II, y eso para ellos era peor", acusa Dubovik. Desde los años 90 han nacido en Sebastopol varias sociedades prorrusas que, aunque testimoniales en la actualidad, han mantenido el espíritu separatista de la península de Crimea. El enfrentamiento de la población mayoritariamente rusa y el gobierno central de Kiev alcanzó sus mayores cotas después de la desintegración de la Unión Soviética. En 1994 el gobierno regional prorruso convocó un referéndum de independencia que al final se logró parar. Terminó celebrándose una encuesta según la cual el 70 % de la población estaba a favor de una Crimea independiente. "Se está llevando a cabo una ucranización de la sociedad a la fuerza. Y eso supone el genocidio de la población rusa. No es justo que Ucrania reconozca el derecho de los 270.000 tártaros que viven en el país y discrimine a los 18 millones de rusos", sostiene Leonid Khodos, capitán en tiempos soviéticos y ahora miembro de la dirección del Bloque Ruso, un partido político que defiende la creación de una federación de las dos mitades del país: la ucraniana y la rusa. A pesar de esta situación, parece impensable que la crisis de Georgia se traslade con la misma intensidad a Crimea. Al menos, no en estos momentos. "Cada año que pasa el distanciamiento con Kiev se hace más grande", apunta Andrei Sobolyov en el café "Pobieda". "También es inconcebible que la Flota dispare contra la ciudad, e incluso que los marineros rusos se enfrenten a los marineros ucranianos, que también están aquí. Todos estudiamos juntos en las mismas academias, nos conocemos y somos amigos, ucranianos y rusos, da igual", sostiene Dubovnik. El pasado 10 de septiembre regresó de Sujumi (Abjasia) la fragata "Moscú", buque insignia de la Flota Rusa del Mar Negro. La ciudad entera salió a recibirla y desde los buques ucranianos se dispararon dos salvas de bienvenida. "La crisis actual es consecuencia de la política internacional de Ucrania, del papel de la OTAN, pero todo el mundo comprende que la Flota Rusa es garantía de seguridad no sólo para Rusia, sino también para Ucrania", dice Leonid Khodos. Península estratégicaCrimea tiene una historia compleja que se terminó de enredar durante el comunismo con la reorganización de las fronteras internas de la URSS. Territorio en disputa entre los imperios ruso y turco, fue conquistado finalmente en la década de 1770 por el ejército zarista, y posteriormente colonizada sobre todo por rusos, aunque también por otras minorías como tártaros y judíos. La guerra de Crimea de 1854 a 1856 (Rusia contra una alianza anglo-franco-turco) fue uno de los acontecimiento más relevantes en la historia militar del siglo XIX. Y también aquí se escribieron varias páginas de la Segunda Guerra Mundial. En ambos momentos, la Armada rusa tuvo un papel destacadao. "La Flota del Mar Negro nos defendió hace 150 años, también durante la Segunda Guerra Mundial, y por supuesto ahora. Por eso decimos que siempre tendrá su base aquí y nadie podrá cambiar esto", dice fogoso el presidente de la Asociación Rusa de Crimea, Serguei Tsekov. Crimea fue tomada por las tropas nazis y tras la guerra, Stalin ordenó la deportación a Asia Central de todos los tártaros de Crimea, a los que acusó de colaborar con el enemigo. En 1954, con la llegada de Jrushov al poder soviético, la república autónoma de Crimea pasa a depender de Ucrania. Este es el antecedente por el que tras la disolución de la URSS, Crimea se quede en territorio ucraniano. Nace así el problema actual, ya que la Flota rusa sigue fondeada en Sebastopol en virtud de los acuerdos firmados entre los dos países y cuyo contrato expira en 2017. La importancia estratégica es tan grande que esta ciudad no pertenece administrativamente a la región de Crimea, sino que depende directamente de Kiev. Aunque dispone de un parlamento local, el alcalde es elegido directamente por el presidente de Ucrania.

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