miércoles, 10 de septiembre de 2008

Crisis y nuevo orden mundial

FORD y General Motors acaban de anunciar la supresión de 1.900 empleos en sus ensambladoras españolas, medida que servirá de pistoletazo de salida a la huida de multinacionales del territorio español. Para qué vamos a engañarnos: en Rumanía, Chekia o Polonia los costos de producción serían mucho menores y las ganancias crecerían. En realidad, si extrapolamos al mundo el modelo de financiación del estatuto catalán, las multinacionales estarían en su derecho de trasladar el negocio a donde más les convenga. ¿Por qué tendrían que quedarse en España?
En Europa en general y en España en particular, estamos sacando de madre la crisis norteamericana. Por supuesto que Estados Unidos no está como para tirar cohetes, pero su verdadera situación dista mucho de la visión apocalíptica que la prensa europea describe. La prueba más rotunda es que Obama no hace sangre con el tema, a menos de tres meses de las elecciones generales americanas. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de la Unión Europea, donde el Estado del Bienestar es carísimo, la energía escasea y se dispara el coste de los alimentos. Por ahora los candidatos a la Casa Blanca se conforman con anunciar la retirada de Irak, pero en las siguientes elecciones el tema estrella será la retirada de las bases europeas.
La mejor prueba de que la economía americana todavía no ha tocado fondo es que todavía nadie ha hablado de cerrar las bases militares en Europa. Las bases americanas son caras, impopulares y nada disuasorias, pues Rusia se ha desprendido del pudor ideológico que supone no tener ninguna ideología. Así, en el nuevo orden mundial ruso (o chino, indio y norcoreano), quienes hacen lo que les viene en gana son los dueños de las armas, de la energía y de los alimentos. A Ucrania le quedan dos telediarios y la Unión Europea lo sabe, mas no hará nada de nada porque sin gas ruso no habría calefacción en más de media Europa. Así, primero se formará un partido pro-ruso ucraniano, luego los rusos dejarán sin gas a los ucranianos durante un par de inviernos, más tarde el gobierno ucraniano se verá forzado a reprimir a los descontentos con el ejército y -por último- Rusia invadirá Ucrania en nombre de la integridad de las «minorías» pro-rusas. ¿Qué apostamos?
Estados Unidos estaría encantado de ayudar a los países del antiguo Pacto de Varsovia, pero sabe que dentro de Europa Occidental sólo Gran Bretaña le guardaría las espaldas. Por lo tanto, las bases americanas forman parte del «Estado del bienestar» europeo, aunque Estados Unidos sea quien corra con los gastos. Sin embargo, como el euro es cada vez más caro, los rusos cada vez más chulos y Europa cada vez más meliflua, no creo que a Estados Unidos le convenga defender a un continente que repudia su protección, que le achaca toda suerte de infamias y que encima le cuesta el dinero. Por eso estoy persuadido de que más tarde o más temprano las bases americanas cerrarán, como las ensambladoras de la Ford o de la General Motors.
La OTAN era útil cuando la «guerra fría» tenía un fundamento ideológico. En cambio, ahora que las guerras, alianzas e invasiones son expresión del matonismo puro y duro, la OTAN parece un juego de Play-Station, pero de Play-Station I. Por lo tanto, si Estados Unidos abandonara la Alianza Atlántica y Rusia invadiera Ucrania, Europa quedaría a merced de la voracidad de Putin. ¿Alguien quiere apostar? Por lo pronto, el ex-canciller Schröder ya trabaja para la más potente empresa rusa de hidrocarburos. ¿Con quién trabajaría Zapatero? Sólo hay que ver con quién trabaja su amigo Hugo Chávez. El antiamericanismo consiente los ridículos y las simetrías: si Franco fue aliado de Hitler, Zapatero sería aliado de Putin.
Durante las crisis es imprescindible buscar socios y aliados, pero si los socios externos del gobierno son tan nefastos como sus aliados internos, vayámonos preparando para lo peor. El que avisa no es traidor.

No hay comentarios: