miércoles, 11 de junio de 2008

Energía, clave internacional

Vivimos en una sociedad devoradora de energía donde hasta ahora los países más pobres mostraban consumos energéticos más bajos, siendo las naciones ricas las mayores consumidoras. Sin embargo, esta situación está cambiando rápidamente con el crecimiento de países emergentes como China e India y sus crecientes necesidades de consumo. Esto está ocasionando a nivel internacional una dura competencia por un recurso finito. Todos los gobiernos tienen la certeza de que la disponibilidad de energía está directamente relacionada con el nivel de desarrollo de los países y de la sociedad en su conjunto.
De hecho, a pesar del crecimiento del precio tanto del petróleo como del gas natural, se prevé un incremento del consumo energético mundial de aproximadamente dos puntos y medio por año hasta 2030. Lo significativo es que serán las economías emergentes las principales responsables de este incremento, y primordialmente en los sectores industrial y de transporte. Los combustibles fósiles, petróleo, gas natural y carbón seguirán siendo la principal fuente de suministro, precisamente por su importancia para el transporte y el desarrollo industrial.
Así pues, el tema energético va mucho más allá de la incipiente preocupación ecológica. Hoy por hoy el factor económico sigue siendo el principal parámetro a tener en cuenta para medir los movimientos de las grandes potencias en el orden energético.
Si bien el objetivo de todos los países es evidente -seguridad en el suministro energético-, no parece que esto sea fácil de conseguir. Alianzas políticas y acuerdos entre las partes recrean un escenario de pugna por el motor de crecimiento que no es otro que el recurso energético. Al mapa de las distintas alternativas energéticas ha de acoplarse la ubicación mundial de sus reservas y la situación geográfica de las principales demandas. Todo ello habrá de analizarse observándose la posición política de países con reservas o bien con enormes dependencias externas para su crecimiento presente y futuro.
Las principales reservas de petróleo se encuentran en Arabia Saudí, Canadá, Irán, Kuwait, Emiratos Árabes, Venezuela y Rusia donde algunas de las grandes compañías de antaño, sobre todo anglosajonas, han sido desplazadas por las compañías petroleras nacionales de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), actuando algunas de ellas como brazos ejecutores de los estados.
En cuanto al gas, sus reservas se ubican en Argelia, Oriente Medio, Europa del Este y Rusia. Son Asia, Oceanía, América del Norte y Europa del Este los que conservan la mayor parte del carbón. El mayor incremento de energía nuclear se espera que proceda de China, India y Corea del Sur.
En cuanto a las alianzas, Venezuela e Irán son conocedoras de su liderazgo en reservas energéticas tan significativas como las de petróleo y gas. Esta situación ha propiciado acuerdos entre ambos países poniendo en cuarentena el abastecimiento de muchos estados occidentales. Incluidos los Estados Unidos.
A su vez, la reciente actitud de Rusia amenazando con el corte de suministro de gas a Ucrania y Bielorrusia encendió las alarmas en la Unión Europea. La actitud del gobierno ruso ha puesto de manifiesto la enorme debilidad de los países comunitarios ante cualquier situación de amenaza de restricción de suministro o subida de los precios.
La respuesta de la Comisión Europea ha consistido en propiciar un diálogo con la firme voluntad de llegar a acuerdos con Irak para el suministro de gas y solventar así la dependencia del monopolio ruso.
En este orden de cosas podría entenderse la negativa de Moscú de apoyar sanciones contra Irán en cuestiones nucleares. Rusia e Irán afianzan una estrategia de influencia internacional como proveedores de energía.
Por su parte China parece especialmente volcada en garantizar su suministro energético en África, y en concreto en países como Angola o Sudán. Al mismo tiempo, el gobierno comunista de Pekín se opone a cualquier decisión que suponga emprender acciones de tipo coercitivo contra Irán. Igualmente permisivo se muestra el gobierno chino con el conflicto de Darfur en Sudán. Estos datos podrían estar en conexión con cálculos que indican que los consumos de China e India, las grandes economías emergentes, supondrán el 45 por ciento del aumento de energía primaria hasta 2030.
La situación de la vieja Europa y en concreto de los países de la UE no es en absoluto halagüeña. Con una carencia clara de reservas energéticas y la consiguiente dependencia de países como Rusia, Argelia o Noruega, la Unión Europea ha decidido impulsar una estrategia basada en garantizar la competitividad, la seguridad de suministro y la lucha contra el cambio climático. Destaca en esta iniciativa europea de la energía la apuesta conjunta, pública y privada, por las energías renovables. Ejemplo de esto último es el liderazgo de la iniciativa privada española a nivel mundial.
Esta estrategia requiere que la Comisión Europea haga valer su liderazgo político, actúe frente a los países productores con una sola voz, logre acuerdos que garanticen el suministro necesario y consolide un mercado europeo de la energía. Estas pautas podrían ser las claves de la política energética europea. Un mercado energético común fortalecería el peso de Europa en las negociaciones con los proveedores, mejoraría la seguridad energética y beneficiaría a los consumidores.
Pero sobre todo, el mercado único de la energía se identificaría con una estrategia europea común y propia. A ello se une que Europa parece estar dando un giro significativo a su postura sobre la energía nuclear. Entiende ahora no sólo que es la energía menos contaminante, sino que ello contribuye a la lucha contra el cambio climático y aporta una mayor seguridad de abastecimiento como, decíamos, la piedra filosofal del debate energético.
En cualquier caso , la energía que ni se crea ni se destruye, sí se ha transformado en un instrumento elemental de política internacional.

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