martes, 27 de mayo de 2008

Polonia pide que la UE abra su puerta al Este antes que al Mediterrráneo

De los cuatro puntos cardinales, la Unión Europea tiene vecinos al sur, en la cuenca mediterránea y al este. Ni al norte ni al oeste hay nadie en las proximidades, así que cuando Francia había logrado reactivar de forma tan vistosa la articulación de las relaciones específicas con los países del sur, era de esperar que en otros gobiernos se encendiese también la idea de articular unas relaciones privilegiadas con los demás vecinos. Polonia y Suecia presentaron formalmente ayer en la reunión de ministros de Asuntos Exteriores una propuesta para establecer una asociación con países como Ucrania, Moldavia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán e incluso con Bielorrusia si se desprende del caudillo que la gobierna. En la misma reunión se aprobó el mandato para negociar un nuevo marco de relaciones con Rusia.
El ministro polaco, Radoslaw Sikorski, ha dejado claro que le parecía un agravio comparativo que la UE diera un trato de favor a los países del norte de África, cuando los otros vecinos no mediterráneos se encuentran en suelo europeo. La traducción de este matiz es que Varsovia sueña con ver a algunos de ellos (a Ucrania especialmente) llegar a ser un día miembros de pleno derecho, mientras que tal como están las cosas eso no sucederá nunca con los del sur. Desde la comisión Prodi hace seis años cuando se creó precisamente la llamada «política de vecindad» para ofrecer a estos países «todo menos las instituciones», no se ha llegado tampoco a ninguna definición clara sobre los límites geográficos de la Unión.
La diplomacia europea, empezando por la Presidencia eslovena, han dado a entender que la aceptación de esta idea se considera como una especie de contrapartida por el apoyo estratégico a los planes del presidente francés Nicolas Sarkozy y que han recibido un gran impulso institucional (la comisaria Benita Ferrero-Waldner presentó ayer a los ministros su propuesta de acción para la cumbre de todos los países europeos y mediterráneos del sur que tendrá lugar en París en julio). El ministro francés, Bernard Kuchner, dijo que Francia no se había opuesto nunca a este idea y el secretario de Estado español, Diego López Garrido aseguró que el Gobierno ve con muy buenos ojos la iniciativa sueco-polaca.
Por lo demás, los ministros de Exteriores, que esta vez se reunieron junto a sus colegas de Defensa y Cooperación, pasaron revista de manera informal al asunto más delicado que tiene entre manos la diplomacia europea y que es el despliegue de la misión EULEX en Kosovo. El ministro esloveno, Dimitrij Rupel, ya adelantó que habrá «algunos retrasos en el despliegue, aunque no será nada dramático», aunque otras fuentes de la presidencia llegaron a admitir que el despliegue no se extendería en todo caso al norte de población serbia. Italia ha admitido que los retrasos pueden ser «de meses». El representante de la política exterior, Javier Solana, principal autor de este plan, se reunirá esta semana con el secretario general de la ONU para tratar de encontrar una solución jurídica que no pase por el Consejo de Seguridad

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