miércoles, 14 de mayo de 2008

Las empresas extranjeras sufren la falta de mano de obra en los nuevos socios de la UE

Los polacos bromeaban con el tema. Después de la adhesión de Varsovia a la UE, Francia temía una invasión de mano de obra procedente del Este, y Polonia reservó una lluvia de posters y de anuncios en los que guapas enfermeras y apuestos fontaneros polacos decían a los turistas franceses: "Yo me quedo aquí. Venid en gran número, os espero".
Unos años después, la broma se tornó realidad. En Polonia, el aumento de los salarios y el reforzamiento de su moneda, el zloty, en relación con el euro, hace que se esté dando un cierto reflujo de la emigración iniciada en 2004.
Y es que la demanda de mano de obra es fuerte. Tanto que, hace algún tiempo, el Gobierno autorizó una moratoria sobre la entrada de trabajadores extracomunitarios, procedentes sobre todo de Ucrania y China. El descenso, sin embargo, es parcial y los datos de fondo siguen inmutables. En los países de la nueva Europa, a menudo es difícil encontrar mano de obra y, además, se está produciendo una continua hemorragia de trabajadores especializados.
En el Este aumentan los salarios
El problema lo subraya Unimpresa, que representa y defiende los intereses de más de 12.000 empresas italianas activas en Rumania, fuente de trabajo para 800.000 empleados y base de entre el 5 y el 10 por ciento del PIB rumano. Marco Rondita, director general de Unimpresa dice: "El problema es encontrar mano de obra cualificada, sobre todo en las zonas más industrializadas, donde buena parte de los trabajadores se fueron a la Europa occidental."
"Este fenómeno, que ya se estaba produciendo, encontró un nuevo impulso con la entrada de Rumania en la UE. Sobre todo, en el sector textil y del calzado, nuestras empresas han sufrido reducciones severas. Una empresa nuestra, que trabaja en el textil con 5.000 empleados, ahora tiene 1.500. Y para seguir funcionando tuvo que traer trabajadores chinos y bengalíes. A causa de la falta de personal es difícil realizar las necesarias infraestructuras. Hemos iniciado el intento de reclamar a los emigrantes que vuelvan a la patria, aunque creo que es posible llamar sólo a los que han emigrado más recientemente".
Complican más aún el cuadro las huelgas, como las que golpearon a Renault y Arcelor Mittal en Rumania, y el alza de los salarios, especialmente en Rumania, Países Bálticos y Bulgaria donde los salarios más tasas e impuestos pagados por el empleador crecen, según los datos del Eurostat, a un ritmo seis o siete veces más rápido que la media de los 27 países de la UE.
La ventaja competitiva de los salarios sigue existiendo respecto a Italia, pero se debilita. Ahora, se va a la Europa del Este a fabricar, sobre todo, para el mercado local y a trabajar en el rico sector de las nuevas infraestructuras, no para reimportar a Italia. Las abundantes pymes tienden a ser reemplazadas por empresas de mayores dimensiones.
"Lo de la menor atracción del coste del trabajo -dice Enrico Bologna, consejero delegado de Brembo en Polonia (1.500 empleados y dos fábricas, en Czestochowa y en Drabowa Gornicza, donde fabrica frenos de alta gama)- es objeto de discusión. Al final, el coste del trabajo se encuentra bajo control. Creo que, en Polonia, va a producirse una decidida competencia, pero la diferencia salarial sigue siendo importante."
"La gente acepta trabajos menos cualificados y esto complicó, sobre todo en 2006 y 2007, la búsqueda de personal, pero ahora el fenómeno se ha estancado. Lo que me sorprende es que todavía lleguen trabajadores de países que están más al Este. Hasta ayer, el Gobierno ponía anuncios, ahora los ha reducido. Pero, probablemente, estos trabajadores se trasladen más al Oeste".
"Las empresas italianas en Hungría se lamentan más por la reticencia de los empleados a trasladarse que por el aumento de los salarios", dice Alessio Ponz de León, director del Instituto de Comercio Exterior italiano (ICE) en Budapest. Un problema es que los trabajadores prefieren perder su trabajo e irse al paro antes que trasladarse.
Otro es la prolongada ausencia laboral, de hasta tres años, de las trabajadoras por maternidad. Tiempos difíciles por la escasa mano de obra en la República Checa y Eslovaquia. "Las empresas italianas están intentando atraer personal de los países más al Este", dice Margherita lo Grecco, directora del ICE en Praga. Muchos trabajos ya no atraen a los checos, prefieren el sector servicios. Y pensar que si había algo seguro en el Este era la especializada mano de obra checa.

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