sábado, 24 de mayo de 2008

Con solidaridad y sin visa

Algo que se debe de aprender es la solidaridad. Una vez que la buscamos y otros la proveen, el deber es, con el tiempo retornar la ayuda y cooperación. Eso es precisamente lo que está sucediendo en estos momentos en Ucrania. Esa nación eslava, ex república soviética y hasta el invierno del 2004 una aliada de Rusia experimenta un proceso de naciente solidaridad. La Revolución Naranja cambió de lleno al país.
En el 2005 votó en la entonces Comisión de Derechos Humanos de la ONU de Ginebra a favor de una resolución condenatoria al régimen de Castro. Comenzó a participar activamente en los planes de adhesión a la OTAN y tienen la mayoría de los ucranianos entre sus metas el pertenecer a la Alianza Atlántica y la Unión Europea. Han participado con soldados y policías en los conflictos de Irak, Afganistán y Kosovo.
Con Georgia y los países del Báltico forman un bloque sólido de oposición a la influencia rusa en el territorio postsoviético. El ejemplo de Ucrania y la esperanza de cambio se expandieron entonces por la Federación Rusa y otras ex repúblicas soviéticas. Muchos ven en el éxito ucraniano un modelo contagioso. Ucrania está asumiendo nuevos compromisos y deberes a la hora de presentar su aval de ingreso a los organismos del Viejo Continente.
Un elemento nuevo en aquellos confines es la solidaridad y de esto Ucrania está dando un rotundo ejemplo. Kiev se ha convertido en un importante centro de acogida a los perseguidos políticos de toda la ex Unión Soviética. La cifra de los que prefieren residir, aunque no sea con todos los documentos en regla, superan los 200 mil.
En el 2005 se habían presentado 1,800 solicitudes de asilo político y para el 2007 la cifra superaba los 2,300. Ya oficialmente en el país hay cerca de 130 rusos que han recibido oficialmente el estatus de refugiados, según los parámetros de la agencia de la ONU para esos menesteres. En ese conglomerado vemos a perseguidos políticos, comerciantes, periodistas y varios chechenios. No hay un criterio único para dar cobijo a los ex soviéticos. Algunos son miembros de organizaciones afines al bloque opositor Rusia Unida, que lidera el ex campeón de ajedrez, Garri Kasparov.
Uno de los ejemplos de los refugiados es Olga Kudrina, quien junto a su esposo desplegó una proclama en un edificio frente al Kremlin pidiendo la renuncia del entonces presidente Vladimir Putin. Ella fue acusada de bandolerismo y daños a la propiedad, la condena - tres años y medio de privación de libertad. Otro refugiado es Mijail Gangan, acusado de intentar derrocar al gobierno. Anna Ploskonovsova pidió asilo después que su prometido, Yuri Chervochkin, falleciera en un hospital ruso tras ser golpeado por los policías de la ciudad de Tula. Alexander Kosvintsev, ex redactor jefe del diario Vechernitx Vesti, y editor de Novoi Gazeta, también se encuentra en suelo ucraniano. Otro periodista ruso que prefirió laborar en Kiev Savik Shuster. En Rusia tenía un programa y fue cancelado cuando el Kremlin mandó a cerrar el canal NTV en el 2004. Ahora tiene uno similar y con mucho éxito en la televisión ucraniana.
En el 2007 un total de 18 mil rusos pidieron asilo en diferentes países del mundo, el segundo país, superado sólo por Irak.
Desde Uzbekistán y Bielorrusia han encontrado refugio en Ucrania, la activista política Ulugbek Zainabudinov y el informador Yuri Svirko. Bajo el régimen de Alexander Lukashenko el periodista bielorruso vio coartadas sus libertades, y pendía una orden de arresto por un supuesto ataque a las autoridades. Arribó a Ucrania meses después de la Revolución Naranja y no piensa regresar a Minsk.
El activista político ... uzbeco fue testigo de la represión desatada en la ciudad de Andizan en el 2005. Informaba a la prensa internacional de la situación en su país, hasta que tuvo que abandonarlo con destino a Ivanovo, en Rusia, pero allí las autoridades le amenazaron con deportarlo a Uzbekistán tras nueve meses de búsqueda de asilo. En el 2006 optó por moverse hacia Ucrania, donde espera una salida favorable a su situación. Muchos de los que piden asilo político se quejan de los extensos trámites burocráticos, de la demora a la hora de recibir una respuesta, pero no se sienten perseguidos.
El uso del ruso como idioma común, la similitud cultural entre los eslavos para el caso de rusos y bielorrusos, y la tolerancia política hace que el país eslavo se convierte en asiento para cualquiera que en el pasado tuvo un pasaporte soviético y hoy día necesita encontrar refugio contra la persecución en su suelo natal. Moscú muestra su enojo prohibiendo la entrada a Rusia de los ucranianos que ha consideración del Kremlin “dañan a Rusia por acción o palabra”. Esa solidaridad de los ucranianos les hace acreedores de un lugar en esa Europa que se caracteriza por extender la mano a los necesitados.

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