lunes, 9 de enero de 2012

las discusiones entre enamorados reavivan el amor

Pável Orets / Komunist.com.ua

Traducido del ruso por Josafat S. Comín

El primer presidente de Ucrania, no hace mucho en una entrevista que concedió a radio “Libertad” (Svoboda), llamó gallina al tercer presidente. En la lista de asociaciones lo primero que se viene a la cabeza al oír gallina es “sin cabeza”. O bien Leonid Kravchuk en la vejez ha olvidado las normas de la decencia, o bien por primera vez en muchos años, empieza a decir la verdad.

“Yuschenko tiene de presidente lo que yo de gallina: no fui a la plaza Maidán porque sabía que no eran más que charlatanes. Lo dije pero no me creyeron…Engañar a la gente es muy fácil. Víktor Yúschenko es una persona normal, pero no es un presidente normal. No cualquiera puede ser presidente. Él fue elegido presidente por casualidad”. Así sin el menor rubor describió Kravchuk a su colega. Y lo hizo por lo visto sin imaginar que su papel en la historia de Ucrania es por un lado insignificante y por otro, hiperdestructivo. Y sus “agradecidos” descendientes, solo recordarán su nombre cuando vean un carrito de dos ruedas.
Aunque para ser justos hay que decir que la “gallina” causó a Ucrania, en general y en total, un menor daño moral y material, que el primero de sus “talentosos” presidentes. Baste solo recordar la firma de los acuerdos de Belovezh, junto con Yeltsin y Shushkévich, que pusieron fin a la existencia de la URSS. ¿Y qué decir de la privatización en la que Leonid Kravchuk metió directamente la mano, cuando la mayor flota mercante del mundo fue vendida a los extranjeros?
Me gustaría recordar a Leonid Kravchuk, que tan normal se considera, como bajo la presión de las protestas, fue prácticamente apartado del poder y perdió las elecciones presidenciales anticipadas. Fue precisamente Kravchuk quien arruinó la economía de Ucrania y “destapó” para Occidente nuestro arsenal nuclear. La corrupción se convirtió en inseparable compañero de viaje del primer presidente, y sigue a día de hoy gobernando en nuestro país.

Yúschenko no tardó en responder a los ataques de su colega. Se sintió ofendido. Qué no han llamado al tercer presidente de Ucrania, pero gallina…sin embargo el tercer presidente prefirió no responder directamente a esta maligna ocurrencia del primero. Ese papel le correspondió a la secretaria de prensa de Yúschenko, Irina Vannikova.
En su opinión, rebajarse a una retórica de insultos no es admisible para un presidente de Ucrania. “Al presidente Yúschenko lo eligieron millones de ucranianos, igual que en su día a Leonid Kravchuk. Si el primer presidente insulta al tercer presidente, estará insultando la elección de los ciudadanos de Ucrania y a su historia. Por desgracia hay ocasiones en que la dimensión humana a la hora de valorar la historia no alcanza para comprender las proporciones de los acontecimientos históricos. Me refiero al Maidán “naranja” y a su líder, Víktor Yúschenko”, resumió educadamente la secretaria de prensa del tercer presidente.

En mi opinión, el mayor insulto para los ciudadanos de Ucrania, y para la historia ucraniana, es que tanto el primer presidente como el tercero ─y también el segundo─, sigan hasta ahora en libertad, sin responder por los experimentos (léase crímenes) que llevaron a cabo con el pueblo ucraniano.

Este intercambio de “cumplidos” entre estos “titanes” del pensamiento ucraniano, habla bien a las claras de la esencia de mercadillo de este gobierno, de la falta del más elemental decoro de nuestra élite política, de su vileza e insignificancia. Toda esta bronca me recuerda un episodio de “Doce sillas” cuando el enloquecido padre Fiodor persigue a Bender gritando: “Tú sí que eres tonto”.
¡Y esta es la gente que rige nuestros designios!

En el fondo entre Yúschenko y Kravchuk, al igual que entre una gallina blanca y otra gris, no hay grandes diferencias, por mucho que el último intente ahora presentarse como un presidente correcto. E incluso si mañana, alguno de los dos le suelta alguna grosería al otro, pasado mañana, el “ofendido”, enjugándose tranquilamente, le estrechará la mano a su ofensor, mientras le sonríe amablemente. Son gemelos unicelulares, producto de un mismo sistema. No pueden existir el uno sin el otro.

Todo esto me recuerda el famoso acuerdo escrito por Yúschenko y Yanukóvich, que aupó, a fin de cuentas, a este último al poder.
Las discusiones entre enamorados reavivan el amor. Seguiremos observando y echando unas risas. Y esperaremos, aguantaremos, hasta que lleguen a nuestra aristocracia política, gentes responsables, en lugar de payasos cleptómanos.

http://www.komunist.com.ua/article/1/15592.htm

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