Puesto en marcha desde hace casi dos meses y con menús especiales, nace un comedor social como una propuesta de ahorro. Con pensiones completas o parciales para cubrir las comidas básicas de la alimentación, la asociación de ucranianos de la Vega Baja, Kalina prepara diversos menús con el objetivo de economizar el gasto en comida a los ciudadanos a diario.
En los fogones del bar 'El Quinto' de Orihuela se elaboran platos de diversas partes del mundo. Una oferta gustativa al alcance seguro de todos los paladares. La comida tradicional de Ucrania, mejicana, rusa o española se puede degustar en sus instalaciones donde acuden a desayunar, comer o cenar personas de diversas nacionalidades pero con un problema común: llegar a fin de mes.
Aunque de origen ucraniano, los integrantes de esta asociación de la comarca ofertan su ayuda «a todos aquellos que la necesiten, ya que todos estamos con el mismo problema», reconoce uno de los miembros de la asociación, Ivan Sokolchuk. La necesidad de una buena alimentación está patente en ellos, algo que aseguran «no tiene nada que ver con los precios, ya que compramos productos de calidad pero los ofertamos a mitad de precio», admite.
Juan Antonio es una de las personas que ha hecho acopio de esta oferta, ya que sus ventas como vendedor de cupones alcanzan costosamente los gastos mensuales familiares. Este cliente admite llegar hasta las instalaciones del local «a comer sobre todo Kebap, que es lo que más me gusta, poco a poco iré probando lo demás», asegura.
El sabor tradicional turco a través de su producto más comercial, se ofrece en los kebap de ternera y pollo en todas sus modalidades. Arroz de Ucrania o pollo de la India Tandoori acompañado con arroz basmatik son los platos que se integran en el menú diario de este comedor unas tras unas manos estudiosas de los entresijos de la cocina.
Rumiana Milkova, es una joven ucraniana que atraída por la elaboración de las comidas de diversos lugares del mundo estudió en el Centro de Turismo (Cdt) de Torrevieja con el fin de perfeccionar el arte culinario. Tortitas mejicanas con el incondicional guacamole, o las brochetas de pollo o Sate Manis, como puntualiza Milkova se presentan en la mesa según el día de la semana. Una variedad de comidas que proporcionan según el menú establecido ya que «nuestra intención es hacer las diversas comidas tradicionales de cada país cada día de la semana», explica Iván Sokolchuk. El motivo de la diversa gastronomía radica en que «conocemos a gente de otros países como Rusia o Bulgaria, con quienes nos gusta conversar al igual que con los españoles, y sobre todo que tiene la misma necesidad de comer», dice Sokolchuk
La asociación ha elaborado tres tipos de pensiones para cubrir las necesidades alimentarias de sus clientes. La pensión completa acoge todas las comidas del día por un coste de 10€, unos precios que varían según el tipo de pensión escogida pero que aumentaría el doble si la asociación no pagara la mitad de su coste. Con un precio mínimo de seis euros se puede hacer una de las comidas principales del día, con primer, segundo plato y postre.
Empeñados en la unión para prestar ayuda unos a otros en momentos difíciles los miembros de esta organización crean un comedor social con «la mejor voluntad de aliviar los gastos a las familias que están en paro», asegura Iván Sokolchuk. Partícipe, él se involucra en este proyecto que nace «ante la ausencia de ayudas sociales a los más necesitados», explica lamentando que esta idea que se intentó institucionalizar hace dos años, todavía no ha conseguido una subvención ni adquirir el rango de proyecto social.
Comprometidos, desde Kalina se desearía correr con todos los gastos «pero se hace lo que se puede con el poco fondo que tenemos, al menos intentamos ayudar», explica Sokolchuk quien admite que «si se piensa bien en nuestra oferta hay un ahorro, ya que también cocinamos».
Ilusionada, la presidente de la asociación Irina Berenis asegura que «a todo el mundo que viene se le pide un justificante para comprobar si está en el paro», un requisito indispensable para poder comer un menú a mitad de precio. Aunque en un tono más bajo reconoce que hay semanas en las que intentan dejar pasar algún que otro cobro para más adelante, ya que «algunas personas que vienen al comedor no tienen para pagar la casa cuando tienen que alimentar a tres hijos», explica Berenis. Mientras ayuda a uno de los comensales a acomodarse en su mesa, ella asegura que este proyecto se presentó a una de las convocatorias que ponen en marcha las cajas de ahorros pero se desestimó como proyecto social.
El objetivo próximo son las instituciones municipales a las que van a reclamar ayuda económica para hacer este proyecto en una iniciativa social como tal. Sobre todo irán con el ahínco de difundir esta iniciativa que emprenden con un nuevo impulso.
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