El acuerdo sobre la Flota del Mar Negro, firmado por Rusia y Ucrania, ha suscitado toda una oleada de acaloradas discusiones.
La opinión pública y la oposición de los dos países están conmocionadas por razones diferentes: en Ucrania, los contrarios al acuerdo se preguntan si su país habrá perdido parte de su independencia, permitiendo la permanencia en su territorio de una base militar extranjera. Mientras algunos de nuestros compatriotas les preocupa si no se habrá pagado por el mencionado acuerdo un precio excesivamente alto.
Según lo acordado por los Presidentes Medvédev y Yanukóvich, Moscú le concederá a Kiev un descuento del 30 % sobre el precio del gas ruso, contándose dicho descuento como parte del pago por el arrendamiento del puerto de Sebastópol. La cantidad parece bastante grande.
El Primer Ministro ruso, Vladimir Putin, lo comentó de manera bastante emocional en el transcurso de una rueda de prensa en Kiev: "La factura que nos han presentado me parece desorbitada. Yo, con ese dinero me podría comer con patatas a Yanukóvich junto con su Primer Ministro; no hay base naval que valga esa cantidad. Es que no la hay. Diez años de este contrato sumarían entre 40 y 45 mil millones de dólares, suficientes para construir varias bases como la de Sebastópol", dijo Putin
Dmitri Medvédev se expresó de otra forma: "El precio que pagaremos por la presencia de nuestra Flota es alto, pero asumible. Y lo es porque con Ucrania nos une una relación estratégica que tiene siglos de duración y contamos con que así siga siendo siempre. Por consiguiente, esta amistad tiene que ir acompañada de ayuda mutua".
Sin embargo, las aparentes discrepancias entre estos dos políticos rusos son meramente estilísticas. En la misma alocución, el Primer Ministro Putin explicó la postura de su Gobierno: "Para nosotros no se trata sólo de dinero: se trata ante todo de la cooperación con Ucrania; colaboración en la esfera militar que, sin lugar a dudas, lleva a un mayor nivel de confianza entre los países. Dicha confianza extenderá también nuestra interacción tanto en la esfera económica, como en lo social y la política. En realidad, eso es lo que importa".
En otras palabras, esos miles de millones de dólares no se pagarán por la permanencia de la Flota ni por el arrendamiento de la base militar, sino por la estabilidad y una duradera y provechosa cooperación con Ucrania, por unas relaciones de buena vecindad.
Recordemos que, con el anterior Presidente de Ucrania, Víctor Yúschenko, las relaciones bilaterales distaron de ser normales. Se podía hablar incluso de la posibilidad de que los acontecimientos siguieran el guión georgiano, y que el papel que le correspondió desempeñar Abjasia y Osetia del Sur en el conflicto ruso-georgiano en agosto de 2008, en el caso ucraniano le correspondería precisamente a la base naval en Sebastópol.
Hasta el final de su mandato, el Gobierno ucraniano de Yúschenko se mantuvo firme en su determinación de expulsar de Crimea la Flota rusa del Mar Negro. La mayor parte de la población de la península estaba en contra, mientras los ultra-nacionalistas ucranianos difundían rumores sobre la concesión masiva de la nacionalidad rusa a los habitantes de Crimea.
Así, parecía avecinarse un conflicto en toda regla, capaz de minar la situación en la frontera Sur de Rusia. Había quienes vaticinaban incluso una guerra fratricida. No estaban en juego sólo cuestiones geopolíticas, sino una perspectiva de abandono y miseria para la ciudad de Sebastópol.
Y esa perspectiva había que evitarse a toda costa y, a día de hoy, el problema parece solucionado. La Flota permanecerá en la base, y tanto la ciudad como toda la península de Crimea pueden vivir y desarrollarse en paz. Las pasiones se han calmado.
No obstante, los actores de la gran política internacional nunca se dejan llevar por las pasiones, sino que se guían por argumentos racionales. En opinión de algunos políticos rusos, Ucrania se halla al borde de un colapso económico, al que podría seguir la suspensión de pagos y la bancarrota del Estado.
Esto se debe a las secuelas de la crisis global y a la política económica irresponsable y populista del Gobierno de Yulia Timoshenko, que generosamente repartió el dinero estatal con tal de asegurarse el apoyo de los electores en las próximas elecciones.
Dicha amenaza entraña más peligro que la hipotética "batalla por Sebastópol". Estaríamos ante un verdadero "Chernobil político". Ucrania será todo lo independiente que quiera, pero en el mundo actual casi no quedan países aislados, por lo que el colapso ucraniano le costaría caro a la vecina Rusia.
De esta manera, esos miles de millones se le entregarán a Yanukóvich para que salve la economía nacional. Sobre todo cuando ni el FMI ni la Unión Europea parecen estar dispuestos a prestarle a Ucrania una ayuda financiera igual de significativa.
No obstante, quedan en el aire toda una serie de preguntas, una de las cuales fue formulada durante los debates en la Duma por el líder del Partido Liberal Democrático de Rusia (LDPR), Vladimir Zhirinovski.
¿Y qué pasa, si dentro de cinco años al poder en Ucrania llega otro Presidente y otro Gobierno, que renuncien a los compromisos alcanzados ahora?
El recelo de Zhirinovski y otros representantes de la oposición carecen de fundamento. El dinero no se pagará a Kiev a modo de préstamo ni por adelantado, sino tras el cumplimiento de las correspondientes cláusulas del acuerdo.
Si los futuros gobernantes de Ucrania optan por rescindir el acuerdo, será cosa suya, ya que se les dejará de pagar. Los precios del gas retornarán a su nivel de antaño y el dinero se asignará al acondicionamiento de una nueva base para la Flota del Mar Negro.
Dicho desarrollo de los acontecimientos sería, sin embargo, poco deseable. Mientras, Yanukóvich y su Gobierno tienen cinco años para emplear bien el dinero, salvar la economía y evitar que los electores sientan la tentación de cambiar a los líderes.
Otra pregunta es: ¿podrá Rusia con un gasto tan grande? Putin ya ha declarado al respecto: "Para el presupuesto de Rusia es una cantidad significativa. En este momento estamos empezando a preparar el presupuesto para el año 2011 y se prevé una disminución de ingresos de 4 mil millones de dólares". A continuación, el Jefe del Gobierno ruso añadió: "Son cantidades muy considerables, pero podremos con ellas".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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