El mar Negro, un lago ruso
El 21 de abril los presidentes ruso y ucraniano, Dmitri Medvedev y Víktor Yanukovich, firmaron en la ciudad ucraniana de Jarkov un acuerdo crucial por un doble motivo. Por un lado, Kiev consiguió una rebaja considerable –del 30%– en el precio del gas ruso, lo que le permitirá superar las condiciones desventajosas del acuerdo alcanzado el año pasado para el periodo 2009-19, por la entonces primera ministra Yulia Timoshenko, derrotada por Yanukovich en febrero y destituida en marzo.
Por otro, Moscú asegura su presencia naval en la base de Sebastopol, que existe desde los tiempos zaristas, hasta al menos 2042. Aunque ambas partes salen ganando, indudablemente es Rusia la que se beneficia más, al consolidar sus posiciones en la antigua esfera de influencia soviética. El primer ministro ruso, Vladimir Putin, incluso ha ofrecido a Kiev la integración de sus respectivas industrias nucleares para exportar electricidad a sus vecinos.
El acuerdo gasístico pondría fin a las crisis cíclicas de suministro gasístico que en lo más crudo del invierno pagaban muchos países europeos. Ucrania se asegura, desde este mismo mes, el normal funcionamiento de su industria y ahorrará hasta 30.000 millones de euros en una década. Kiev logra ventajas también respecto a la forma de pago y no será sancionada si no consume todo el gas contratado aunque, en contrapartida, aumentará su dependencia energética de su gigantesco vecino.
Con la continuidad en Sebastopol de los 50 buques de la V Flota rusa, Moscú despeja la amenaza de tener que desalojarla en 2017, como determinaba el acuerdo firmado en 1997. Aunque el valor militar de esa base situada en la península de Crimea es reducido, lo cierto es que la permanencia naval rusa plantea un problema a la OTAN, que tiene tres países miembros en la cuenca del mar Negro: Rumania, Bulgaria y Turquía.
Georgia no olvida las acciones navales rusas lanzadas desde Sebastopol en la guerra ruso-georgiana del verano de 2008. En la reciente conferencia de seguridad nuclear en Washington, Barack Obama rehusó reunirse con el presidente georgiano Mijail Saakashvili, pero sí lo hizo con Yanukovich.
El mar Negro se convertirá en los próximos años en un lugar de tránsito clave de los recursos energéticos de Asia Central y la región del Caspio hacia los mercados mundiales. La votación que autorizó el acuerdo con Rusia en el Parlamento ucraniano fue tumultuosa, pero Yanukovich consiguió 236 votos de los 450 diputados. Con este nuevo pacto, Moscú sigue avanzando en la neutralización de las “revoluciones de colores” que entre 2004 y 2005 debilitaron su influencia en Ucrania, Georgia y Kirguizistán sucesivamente.
Anar Maharramov, “La seguridad ecológica en el mar Caspio”. Política Exterior Nº 126 – 2008
Shamil M. Yenikeyeff, “El futuro de los suministros energéticos del Caspio y Asia Central”.Economía Exterior Nº 46 – 2008
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