lunes, 15 de febrero de 2010

Ucrania: elecciones y revolución naranja (y IV)

Desde el 2002, cuando ya se avistaba la retirada de Kuchma y el país estaba estabilizado económicamente y políticamente, se acentuó la pugna electoral entre las fuerzas políticas que gobernaron el país hasta 2005. El perjudicado de esta tendencia centrífuga fue el partido comunista. En pocos años el panorama electoral ucraniano ha visto como casi ha desaparecido el eje de competencia política izquierda/derecha a favor de un reforzamiento del rusófilos/occidentalistas. Ahora la mayoría aplastante de los votantes opta por opciones electorales favorables al capitalismo tanto en las elecciones legislativas como en las presidenciales.

Más allá de está constatación, lo que estas últimas elecciones presidenciales han dejado claro es que el electorado ha rechazado la única opción que buscaba crear una colonia norteamericana en Ucrania. La derrota espectacular de Yúshchenko en la primera vuelta, no es una derrota de los occidentalistas, simplemente es el final de una concepción vasalla de una sensibilidad política. Timoshenko y Yanukóvich son dos opciones bastante soberanistas a pesar de su sensibilidad política, más cercana a Occidenta o más cercana a Rusia. Pero de cualquier manera ambas posiciones van a buscar e impulsar una relación normalizada con Rusia y Occidente. En este sentido, la victoria de Yanukóvich lo que promete es una política bastante cercana a la que ha desarrollado el Partido Comunista en Moldavia, es decir, buscar una excelente relación con la UE, colaborar con la OTAN y encauzar las relaciones con Rusia desde una nueva política conciliadora y de colaboración.

Poco más podemos saber, quedan todavía algunas cartas por destapar, como la del resultado futuro de las elecciones legislativas. Este podrá afianzar la posición de Yanukóvich y su partido, en cuyo caso puede haber un giro más significativo hacia posiciones más cercanas a Rusia. Para medir la evolución al respecto, por una parte habrá que vigilar lo que ocurre con la base naval rusa en Sebastopol, una renovación del alquiler sería sin duda una decisión próxima a posiciones rusas. Por otra parte, esta el tema de las asociaciones. La evolución de la Asociación Oriental de la UE (Bielorrusia, Ucrania, Moldavia, Georgia, Armenia y Azerbaiyán) será clave, ya que sin la participación e implicación decidida de Ucrania no irá a ningún lado. Yanukóvich está por la labor, pero podría decepcionar a su electorado si no vuelve a integrar a Ucrania en la Comunidad de Estados Independientes (en la actualidad es estado participante pero no miembro). Está decisión sería otro importante guiño a Moscú.

Sin embargo, no es descartable que nos encontremos con un escenario en el que el gobierno sigue en manos de las fuerzas occidentales. Esta nueva cohabitación podría arrojar una política menos arriesgada en política internacional, con una vuelta atrás a las posiciones de los años de Kuchma, oscilando entre occidentalismo y colaboración con Rusia dependiendo del dinero de dónde viene y de la relación de fuerzas del nuevo cartel. En estas circunstancias los comunistas podrían aspirar a recuperarse significativamente aunque no con la fuerza que tuvieron en los años 90.

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