miércoles, 10 de febrero de 2010

Mafia, fútbol y política van de la mano en Ucrania

Recorriendo Ucrania de Kiev a Crimea en un viejo tren polvoriento uno atraviesa las tierras más fértiles de Europa, esas de las que salen los tomates y pepinillos que los viajeros sacan a la mesa a medio viaje, junto a la panceta, un pollo entero, el pan de centeno y la botella de vodka. Se brinda a cada sorbo mientras la ventanilla enmarca verdes paisajes continuamente salpicados de fábricas abandonadas y antiguas granjas soviéticas a medio gas, con su maquinaria desmontada y robada desde que cayó la URSS.

Miguel Ybarra Otín. Pasé dos meses en Ucrania poco antes de la Revolución Naranja. Me había invitado Olga, una directora de cine en paro a la que conocí en la Seminci de Valladolid. Su cuñado, Yuri, es el líder del Partido Socialdemócrata. La oportunidad para mí era interesante, así que hasta allí viajé para descubrir un pueblo de trabajadores, de campesinos, de gente culta con rostro serio, dificultades económicas y una clase política absolutamente podrida y corrupta.

Leonid Kuchma, un perfecto mafioso, era aún el presidente. Como en todas las repúblicas ex soviéticas salvo las bálticas, la oposición política y de la prensa estaban reprimidas. Es bien conocido el caso de Yuri Gongadze, periodista crítico que fue mandado asesinar por orden directa del presidente aunque después se consiguiera emborronar la historia e impedir su público conocimiento.

'Silski Visti', el diario de mayor tirada nacional, había sufrido durante años la persecución del poder y su director, Iván Spodarenko, me contó cómo una vez dos encapuchados le dieron una paliza en el pasillo al ascensor de su casa. Esta vez quisieron sólo amedrentar.

Ésta y otras historias -el asesinato el año 2000 del candidato presidencial Viacheslav Chornóvil: un accidente de tráfico provocado. Hoy sólo una placa le recuerda en el edificio donde vivía: el mismo de Olga y de varios diputados- estas historias, decía, fueron producto de horas de conversación con políticos y periodistas sobre el pasado, presente y futuro de Ucrania.

Trazo ahora brevemente pinceladas sobre el perfil de Víktor Yanukóvich (vencedor de las recién celebradas elecciones pero quien perdió frente al después envenenado Yúshenko en las elecciones de la Revolución Naranja) y sobre el esquema político-económico-social de este país.

Yuri Kostenko, viejo amigo de Olga y después Ministro de Medio Ambiente con Kuchma nos habló de la estructura económica: tres clanes muy ligados al poder se reparten el pastel: son los clanes de Kiev, Donetsk y Dnipropetrovsk, tres de las cinco mayores ciudades. Esos clanes son los dueños de las grandes empresas, de los medios de comunicación y hasta de los equipos de fútbol.

El clan de Kiev lo encabezan Víktor Medvedchuk y Grigoriy Surkis. El primero, líder del Partido Socialdemócrata-Unido es hoy amigo de la bella Yulia Timoshenko, la derrotada en las actuales elecciones. Dime con quién vas y te diré quién eres: Medvedchuk, hombre de negocios sin escrúpulos comparte intereses con Surkis, un gángster que dirige la Federación Ucraniana de Fútbol y que antes dirigió el Dínamo de Kiev (ahora lo preside su hermano). En la temporada 1995/96 Surkis intentó comprar al árbitro español López Nieto ante un partido de Champions. Fue inhabilitado de por vida, aunque después consiguió que la sanción le fuera levantada.

El clan de Dnipropetrovsk es dirigido por Víktor Pinchuk, empresario casado con la hija del ex presidente Kuchma. Como tantos otros rusos y ucranianos, se hizo de oro gracias a las privatizaciones que los gobernantes acordaron con sus amigos al caer el comunismo.

El clan de Donetsk, por último, es el liderado por el recién elegido presidente, Víktor Yanukóvich. Con él, el hombre más rico de Ucrania: Rinat Ajmétov, dueño de las minas y de otro club de fútbol, el Shakhtar (“Minero”) Donetsk, último campeón de la Copa de la UEFA, un equipo millonario en un país con 7 millones de emigrantes por Europa.

Un periodista de la agencia Ukranian News, Andriy Derkach, me contaba que “Ajmétov impuso a Kuchma la candidatura de Yanukóvich a presidente”. Tal era ya la influencia de Ajmétov, hoy ya metido en política (siempre decía abstenerse de ésta). Hablábamos en un autobús para periodistas mientras Víktor Yúshenko (hasta ahora presidente desde 2004) daba mítines por la provincia de Jmilnitski.

Yúshenko repetía en esos mítines que la mitad de la economía se hallaba en la sombra, que los clanes no pagaban impuestos. Culpaba de ello al régimen de Kuchma y a su candidato continuista Yanukóvich. A éstos dos se acusó pocos meses después del envenenamiento que apunto estuvo de matar a Yúshenko. Sin embargo, ya en el poder, Yúshenko hizo pactos con Yanukóvich, triste y clara prueba de que el poder es fin en sí mismo y corrompe.

Ahora, con su rubia trenza y su dulce sonrisa, la derrotada Yulia Timoshenko argumenta irregularidades en la victoria de Yanukóvich. Pero no descarten que la bella y la bestia pronto bailen juntos. Eso sí, nunca en Ucrania la bestia se transformará en príncipe.

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