jueves, 29 de octubre de 2009

La dotación del ´Virtus´ vuelve a casa tras cuatro meses abandonada en A Coruña


Seis tripulantes del ´Virtus´ muestran los billetes de vuelta a su país. / eduardo vicente
Seis tripulantes del ´Virtus´ muestran los billetes de vuelta a su país. / eduardo vicente

MANUEL BARRAL | A CORUÑA Los siete tripulantes que quedaban a bordo del mercante estonio Virtus, amarrado en el puerto de A Coruña desde el pasado 11 de junio tras sufrir una avería, regresan esta semana a sus países de origen -Ucrania y Rusia- después de que el dueño de la carga que transportaba el buque se comprometiese a anticipar los salarios que el armador debía a los marinos y a costear su repatriación.

La empresa armadora del barco se encuentra en una difícil situación económica y las numerosas deudas que tiene contraídas han provocado que pesen dos órdenes de embargo sobre la embarcación.

El acuerdo entre el propietario de la carga y los tripulantes se produjo extrajudicialmente con el objetivo de que la dotación del buque colaborase en la descarga del mismo. El permiso de la tripulación era indispensable para que el dueño pudiese sacar del barco la mercancía -3.000 toneladas de chapa de acero y escaleras mecánicas para el aeropuerto que se está construyendo en Doha- y ponerla de nuevo en movimiento hacia su destino.

Cuatro meses y medio después de que el mercante atracase en A Coruña, los cinco tripulantes ucranianos partirán esta madrugada hacia su país y los otros dos marinos rusos lo harán mañana, una vez que la responsable de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF), Luz Baz, haya completado las gestiones necesarias para su repatriación.

El buque estonio, pero con bandera de San Vicente y Granadinas, amarró en el muelle del Centenario el 11 de junio después de sufrir una avería en la reductora. El armador tuvo que enviar una pieza a reparar al extranjero pero sus problemas de liquidez provocaron que el taller se negara a entregarla antes de cobrar, lo que hizo que la pieza no volviese a pisar suelo coruñés desde su partida.

Los 12 tripulantes que trabajaban inicialmente en el Virtus son los que más sufrieron los problemas económicos de la empresa armadora: la consignataria del mercante -Finisterre Agencia Marítima- se negó el 17 de julio a seguir suministrando alimentos y productos de primera necesidad a la tripulación porque el armador le debía más de 40.000 euros "y la dotación quedó a expensas de la caridad y generosidad de los coruñeses".

Los tripulantes del buque estonio consiguieron sobrevivir gracias a la colaboración de la Cruz Roja y otras entidades benéficas, la Consellería do Mar y las donaciones de particulares. Además, la Autoridad Portuaria proporcionó a la embarcación agua potable y electricidad cuando terminó el combustible.

La difícil situación que tuvieron que vivir en estos casi 150 días provocó que cinco de los doce tripulantes que llegaron a A Coruña -seis ucranianos y seis rusos- decidiesen regresar a sus países con la ayuda de sus familias.

La inspectora de la ITF encargada de la zona de Galicia y Asturias, Luz Baz, que medió para solucionar el problema, aseguró que "ha sido un conflicto muy duro". "La tripulación estuvo mucho tiempo sin saber lo que iba a pasar con ellos y lo peor fue la incertidumbre que vivieron y la lejanía de sus familias. Estoy satisfecha con esta solución, que no es habitual, pero lo malo es lo más seguro es que se repitan situaciones como esta en el futuro", sentenció.

La representante de la ITF lamentó que los abandonos de las tripulaciones se producen con demasiada frecuencia y que las dotaciones de buques como el Virtus -con armador de un país, bandera de otro y operadora de un tercero- se encuentran "desamparadas completamente". "No se les exigen responsabilidades a las navieras y los principales perjudicados son los tripulantes", denunció Baz.

La inspectora de la ITF recordó la situación que vive actualmente la dotación del carguero Emba Soira, amarrado también en el puerto coruñés, que lleva un mes en huelga para reclamar el cobro de sus salarios, unos 17.000 euros .

La tripulación está compuesta por doce marinos filipinos y el buque fue paralizado por la Capitanía Marítima de A Coruña después de comprobar que tenía todos los certificados caducados y que presentaba graves deficiencias que impedían que se le concediese la autorización para continuar su viaje.

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