lunes, 28 de septiembre de 2009

Dinamo : ‘Evasión o victoria’

Evasión o victoria”, una película de John Huston con Pelé, Ardiles o Bobby Moore como protagonistas. Historia épica, emotiva y desgarradora, con detalles técnicos y el fútbol como ejemplo de propaganda política. Un desafío y un ejemplo de superación que inspiran una historia real, basada en el Dínamo de Kiev.

El Dínamo de aquel entonces jugaba como los ángeles, causaba sensación según cuenta la leyenda y los jugadores eran algo más que ídolos. La ocupación nazi de Ucrania, el 19 de Septiembre de 1941, significó el final de un equipo nacido para la gloria. Todos los futbolistas profesionales fueron prisioneros o tuvieron que esconderse y huir. No había privilegios ni situaciones de favor. Durante los meses siguientes a la ocupación fueron llegando prisioneros liberados, entre ellos estaba Nikolai Trusevich, portero del Dinamo de Kiev. El fútbol le daba una nueva oportunidad. Josef Kordik, un panadero de origen alemán, aficionado pasional que comiendo en un restaurante reconoció a su ídolo nada más verlo. Trusevich, hambriento y congelado, moribundo desorientado, tenía una nueva oportunidad gracias a un Kordik que contrató a Trusevich como barrendero.

Tras Trusevich fue reclutando a todos los que habían sido los cracks del fútbol local. Así nació el FC Start, un equipo compuesto por 8 jugadores del Dinamo y 3 del Lokomotiv. Eran el equipo del orgullo y la rebeldía, de la dignidad y la lucha. Eran el equipo de la resistencia.

Por aquel entonces el fútbol significaba el siguiente paso a la ocupación. Algo similar había ocurrido en Viena tres años antes. El mítico Prater vienés, “la vieja dama”, recibe el “Partido de la Anschluss”, 15 días después de la ocupación nazi de Austria.

El partido era un acto de reconciliación entre las dos partes, presidido por banderas nazis. Dicen que ganaron los austriacos por 2-0, realidad cuestionable como veremos más tarde. Si perdieron los hombres de Hitler fue como estrategia ya que siete días más tarde el referéndum sobre la anexión fue ganado por los partidarios de la unión al Tercer Reich de Hitler. Luego, el 10 de septiembre de 1939, la Gestapo alemana usó el estadio como una gigantesca prisión y retuvo a más de mil judíos con el pretexto de que las prisiones vienesas estaban desbordadas.

El partido de la mentira se repetiría tras cada invasión, una manera de hacer ver a un mundo sin información las excelencias de un régimen que escondía debajo de la alfombra el horror y la muerte. En cada país ocupado se organizaban torneos para dar una falsa sensación de normalidad. El fútbol y el deporte era propaganda. Todo era sencillo hasta que los nazis se vieron las caras con el FC Start; vestían de rojo y blanco como simpatizantes comunistas que eran.

Admirados por el pueblo oprimido y no tenían nada que perder. Del partido de la mentira se pasó al de la muerte, el orgullo nazi era contestado de la misma manera por unos futbolistas, víctimas del enfrentamiento de dos regímenes totalitarios que sólo tenían un destino: la muerte.

En 1942 se crea una liga en la que participaron seis equipos. Cuatro representaban a ejércitos del Eje. El quinto era el Rukh, formado por colaboracionistas locales; el sexto, el FC Start, un equipo que goleaba y no tenía rival. La derrota no era admitida por Hitler; con un ánimo de revancha desmedido, se organiza un partido entre los mejores jugadores del ejercito nazi y el FC Start.

Los alemanes llenaron Kiev con carteles que anunciaban revancha. Era domingo, el Estadio Zenit estaba repleto. En la tribuna, oficiales nazis; en las gradas, el pueblo ucraniano custodiado por soldados y mastines.

El árbitro advirtió al Start que debía saludar a sus rivales con un sonoro “Heil, Hitler”. En vez de ello, en el campo los ucranianos alzaron el brazo y se lo llevaron al pecho coreando “¡Fizculthura!”, un eslogan soviético que proclamaba la cultura física.

El primer tiempo fue un festival de patadas que el árbitro no quiso ver. Trusevich permaneció inconsciente varios minutos después de ser golpeado en la cabeza y, sin portero, los germanos abrieron la cuenta aunque el Start se fue al descanso venciendo por tres a uno, con dos tantos del goleador Ivan Kuzmenko. Las gradas hervían y el comandante de ocupación Eberhardt era insultado por un verdadero coro popular. En el descanso, un oficial nazi entró al vestuario del Start. Sin embargo, el orgullo fue más fuerte y los rojos vencieron por un 5 a 3 que nunca finalizó ya que el árbitro suspendió el partido después de que Klimenko, defensa ucraniano, llegase hasta la línea de gol y en vez de anotar volvió caminando con el balón dirigiéndose al círculo central.

Pocos días después nueve de sus jugadores fueron detenidos por la Gestapo y acusados de sedición. Kuzmenko, Klimenko y el portero Trusevich fueron ejecutados. Este último murió con su camiseta puesta gritando “¡el deporte rojo nunca morirá!”. Sólo cuatro miembros del FC Start sobrevivieron pero su batalla no había terminado. Fueron acusados por el régimen estalinista de traición por confraternizar con el enemigo y sólo salvaron la vida jurando guardar silencio para siempre.

Un libro, ‘el duelo final’, reflotó los hechos en 1959. La adornada historia oficial establecía que, tras la victoria contra los nazis, los once jugadores del equipo, aún uniformados, habían sido fusilados en un risco con los puños en alto. Un final que era otra mentira. Tras la caída de la URSS se conoció la verdad. Goncharenko era el único miembro del FC Start que aún vivía y por fin pudo hablar.

Poco antes de fallecer en 1996 conversó con el periodista inglés Andy Dougan, autor del libro “Dinamo: Defendiendo el honor de Kiev”. El viejo lateral tenía la película muy clara y no se creía un héroe: “Mis amigos no murieron porque fueran grandes jugadores, murieron como tantos otros porque dos regímenes totalitarios se enfrentaron. Estábamos condenados a ser víctimas de una masacre a gran escala”.

En Ucrania, los jugadores del FC Start hoy son héroes y su ejemplo de coraje se enseña en los colegios. En el estadio del Zenit una placa reza “A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi”. Y quienes conservan una entrada del partido más triste de la historia tienen asegurado de por vida el pase gratis para ver al Dínamo de Kiev.

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El equipo más laureado de la extinta Unión Soviética

El Dinamo de Kiev se fundó en 1927 y es un conjunto que cuenta con una gloriosa historia a sus espaldas. Ha sido siempre la gran referencia del fútbol ucraniano y los éxitos le han acompañado durante su andadura tanto por los campeonatos nacionales como internacionales.

Es el conjunto con más Ligas ucranianas, con un total de 13, pero destacó especialmente cuando impuso su ley en la extinta Unión Soviética. Durante este periodo, el Dinamo consiguió 13 Ligas y 9 Copas de la URSS. Sus títulos le permitieron acceder a las competiciones europeas, donde también dejó huella.

Fue tras el Slovan de Bratislava y el FC Magdeburgo, el tercer equipo de la Europa del Este en ganar una competición oficial de la UEFA, como fue la Recopa de Europa en dos oportunidades, en 1975 ante el Ferencvaros y el Atlético de Madrid en 1986.

El Dinamo también es el único club de Ucrania que llegó a las semifinales de la Champions de League, de la mano de Andriy Shevchenko-...y del mítico entrenador Valery Lobanovsyky, que estuvo 21 años al frente del equipo y da nombre al estadio.

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