domingo, 5 de julio de 2009

Otra ONU en Fresnedillas de la Oliva

Otra ONU en Fresnedillas de la Oliva
De izquierda a derecha, Kenza (Marruecos), Ulyana (Ucrania), Gerardo (Ecuador), Leny (Rumanía) y Ana María (Ecuador) | ÁNGEL DE ANTONIO
Domingo, 05-07-09
Hay 1.449 habitantes censados. De ellos, el 61% (881) son españoles; el 39% restante (568 personas) son extranjeros. Y de 27 nacionalidades distintas, incluida la española. ¿De qué lugar hablamos? ¿Dónde está esa «otra» ONU? Es Fresnedillas de la Oliva, un pueblecito de la Sierra Oeste madrileña, a unos 60 kilómetros de la capital.
Lo primero que una se pregunta: ¿Hay buena armonía o eso es como una Torre de Babel? Respuesta unánime: «Estamos felices aquí. Nos respetamos y nos ayudamos».
Gerardo, Kenza. Leny, Ulyana y Ana María tienen algo en común: una querencia apabullante hacia Fresnedillas. Todos tienen su historia, sus aventuras y, por qué no admitirlo, nostalgia de sus países. Pero no se sienten desarraigados. Al revés, las 27 nacionalidades se han integrado de una forma excepcional. No hay grandes problemas de convivencia. Sólo los habituales de cualquier localidad. Los niños enseguida hablan español. Todos participan en los festejos y actividades de un pueblo serrano como este, donde los más ancianos del lugar se muestran encantados porque los extranjeros, jóvenes en su mayoría, están empleados en el hogar, en ayuda domiciliaria a la tercera edad.
Antonio Regullón es el alcalde. Del PP. Nacido en Madrid hace 44 años pero criado en Fresnedillas. «Yo soy uno de los ejemplos de integración. Mi mujer es norteamericana; la de mi hijo, polaca. El marido de mi hermana es inglés ...¡Ya me dirás!». Desde que llegó a la Alcaldía, hace dos años, Regullón se ha trazado la meta de que la integración vaya a más, de que no haya ningún roce. Que no los hay. Cuentan algunos vecinos que, hace no mucho tiempo, hubo algunos problemas con la droga. Hoy parecen estar resueltos. También dicen que se producen, de vez en cuando, algunos robos en viviendas «pero eso es común en casi todos los pueblos», decía una vecina.
Ni hablar de otro partido
Ahora mismo, la corporación está formada por 5 ediles del PP, 3 del PSOE y 1 de IU. Los populares desbancaron a los socialistas en las últimas elecciones. De momento, no parece que ninguna de las 26 comunidades extranjeras quiera formar partido propio.
Tras los españoles (881), las poblaciones más numerosas son la marroquí y la rumana. Hay gentes de Bulgaria, Italia, Polonia, Portugal, Reino Unido, Alemania, Ucrania, Georgia, Armenia, Níger, EE.UU., México, Cuba, República Dominicana, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Venezuela y China.
«El deporte tiene el poder de transformar el mundo. De derribar barreras raciales». Esta frase de Nelson Mandela es una de las favoritas del alcalde. Por eso, Regullón, apuesta por tres pilares en su política: la escuela de deportes, la mancomunidad de servicios sociales y la construcción de un nuevo colegio público. «Hay mucho respeto. Los marroquiés tienen su mezquita y su imán pero luego, en sus casas, cada uno hace lo que cree conveniente».
En la plaza nos esperan cinco vecinos de Fresnedillas. De esa ONU madrileña. Gerardo Marocho es ecuatoriano. «Nací en Cuenca, de Ecuador, pero moriré en Fresnedillas», dice.Tiene 51 años y trabaja en el Ayuntamiento. Nueve hijos «de allá y un nieto español. El destino me trajo acá. Es el mejor sitio para vivir».
Con un humor envidiable, Kenza Boucchaaba, marroquí, presume de haberse casado «con uno de Fresnedillas». Ella llegó de turista desde Madrid, donde trabajaba. «Yo no me voy de aquí. La gente es buena, «muy de verdad»».
Por su gesto, Ulyana Kolach, de Ucrania, parece decir lo mismo que Kenza. «Soy maestra. Tengo 37 años y llevo siete en Fresnedillas. Primero vinieron mis padres. Después yo ... de visita. Y aquí me quedé. Yo ya traje a mi marido y a mi hijo, y tengo una niña, Sofía, nacida aquí. Ahora, todos somos de aquí».
De excursión, como ella dice, también llegó Leny Besa. Nació en Rumanía hace 25 años. «Vine a visitar a mi prima, con visado de tres meses. Ya llevó siete años». Leny se ha echado novio en el pueblo.
La de Ana María Reyes es otra historia de amor. Nació en Cotopaxi (Ecuador), pero la vida la trajo a España. «Conocí a uno de Moratalaz que tenía casa en Fresnedillas. Nos casamos aquí y tenemos un hijo de dos años».
«Aquí me quedo»
Nos despedimos de todos ellos. ¿Cómo se dice «aquí me quedo» en vuestros idiomas?, les preguntamos. Leny nos escribe: «Aici raman». Gerardo y Ana María sueltan un «¡qué chévere!». Lo de Ulyana se complica: «Zammyar ncumu mym». Y Kenza nos lo escribe en caracteres árabes. Imposible. «Se pronunciaría así: «Huna af ka»», dice partida de la risa. Queda claro.

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