miércoles, 11 de febrero de 2009

Tener a Rusia «dentro» o «fuera»

MADRID. ¿Es Rusia un gigante que amenaza la expansión de los principios de mercado y democracia que promulga la UE? ¿O un «tigre de papel» disfrazado de potencia continental? La tranquilidad con la que Gazprom tomó represalias contra un cliente que paga mal -Ucrania-, a pesar de saber que dejaba así sin suministro a miles de consumidores comunitarios, es la mejor prueba de que el sistema de incentivos juega en beneficio de Rusia. Un país con las reservas de divisas secas, que pierde unos 700.000 habitantes al año y con un ejército listo para el desguace, pero que logra actuar como si de la principal potencia europea se tratara.
«¿Qué razones tiene Moscú para cambiar de rumbo mientras la UE siga teniendo una actitud tan débil, dividida e hipócrita respecto a Rusia? Si yo estuviera en el Kremlin, también me burlaría de la UE», escribía el jueves Timothy Garton Ash en «The Guardian». La «guerra del gas», el conflicto de Georgia, la marcha atrás de EE.UU. con el sistema de defensa antimisiles y, ahora, las rutas de suministro a la OTAN en Afganistán sitúan a Moscú en aparente posición de fuerza, ante una UE que se limita a afear de vez en cuando el asesinato de periodistas en Rusia y a ofrecerles un «partenariad energético» guiado por principios de seguridad jurídica y mercantil que, por ahora, solo sirven en territorio UE.
«Ellos dependen de nosotros», reivindicaba recientemente un diplomático español. El desequilibrio en la balanza comercial en favor de la UE es innegable. Pero la consolidación de la «democracia soberana» de Putin y la eficacia con la que Moscú protege a su periferia de los encantos de Occidente obliga a la UE a plantearse si quiere a Rusia «dentro» o «fuera» (siguiendo la expresión de un ex ministro socialista). Una discusión en la que el enfoque «normativo» de la construcción europea debe dar paso al lenguaje «realista» que habla la más realista y territorial de todas las grandes potencias.

No hay comentarios: