sábado, 26 de julio de 2008

Sin mano de obra

Varios millones de polacos, rumanos, búlgaros y de otros países ex socialistas han emigrado a la Unión Europea (UE), especialmente a Reino Unido, Irlanda, España, Alemania e Italia, en las dos últimas décadas en busca de mejores sueldos y una vida más digna. Según la Organización Mundial para las Migraciones (OIM), el fenómeno ha sido muy intenso en los últimos 10 años. Este organismo calcula que unas 850.000 personas han emigrado cada año del Este al Oeste de Europa por razones económicas. También por motivos políticos, en el caso de la antigua Yugoslavia. Fontaneros y soldadores, metalúrgicos, obreros de la construcción, peones agrícolas, camareros, pero asimismo médicos, profesores, técnicos y universitarios han abandonado sus países y trabajan en la actualidad en diversos lugares de la UE.
La emigración masiva genera divisas, el descenso del paro y la subida de los salarios en muchos países del Este, y ha frenado el envejecimiento de la población en España, Reino Unido o Alemania. La otra cara de la moneda es que los inmigrantes han dejado semidesiertos pueblos y comarcas de sus países de origen, centenares de miles de familias partidas y muchos puestos de trabajo sin cubrir en la industria, el campo y la construcción.
Dos millones de polacos han abandonado su país desde 1989, y aunque empiezan a volver algunos que vivían en Reino Unido, la falta de mano de obra es un grave problema. También han abandonado Rumanía dos millones de trabajadores, prácticamente el 20% de su fuerza laboral.
La situación es tan grave, sobre todo en la construcción, que el Gobierno rumano organiza ahora reuniones con emigrantes rumanos en España para convencerlos de que regresen a su país. La situación también empieza a ser preocupante en Bulgaria, y en Letonia, 50.000 de sus 2,3 millones de habitantes han abandonado el país con destino a Reino Unido e Irlanda.
El paradigma polaco
El caso de Polonia es paradigmático. Este país ha sido tradicionalmente una nación de emigrantes, pero la situación está cambiando. Los factores del cambio son el intenso crecimiento económico que vive Polonia desde hace unos años.
Este crecimiento genera prosperidad en un amplio sector de la población, pero también desigualdades. La falta de mano de obra en ciertas áreas productivas debido a la emigración contribuye al aumento de los salarios, que crecen una media del 11% anual. Por todo ello, miles de ucranianos y ciudadanos de otros territorios de la antigua URSS, pero también de Bangladesh, Pakistán, China y de países árabes han venido a Polonia a ocupar los puestos de trabajo que no pueden ser cubiertos por polacos en la construcción, el campo, el comercio, la hostelería y el servicio doméstico. Según la Comisión Europea (CE), más de 600.000 inmigrantes extracomunitarios viven en Polonia, que se ha convertido en el gendarme oriental de la Europa de Schengen, ya que debe vigilar la frontera de más de 1.100 kilómetros con sus vecinos del Este (Ucrania y Bielorrusia) para evitar el paso de inmigrantes clandestinos procedentes de la ex URSS y de Asia.
En el campo y en el servicio doméstico trabajan ucranianos; en los astilleros del norte del país, obreros chinos; en la construcción, portugueses, mientras los vietnamitas (unos 30.000) predominan en el sector de la restauración y la venta ambulante, y algunas empresas se han visto obligadas a contratar fontaneros de Tayikistán y Uzbekistán ante la escasez de especialistas. La falta de mano de obra en Polonia planteó a las autoridades, durante el anterior gobierno conservador de Jaroslaw Kaczynski, la posibilidad de reclutar trabajadores entre la población reclusa. Varsovia también negocia con India y China la llegada de informáticos.
Importar inmigrantes
Rumanía importa desde hace dos años mano de obra china para hacer frente a la falta de trabajadores locales en sectores como el textil y la construcción. Las remesas de la emigración en Rumanía, donde trabajan más de 30.000 extracomunitarios, representan un ingreso de unos 3.000 millones de euros anuales, aproximadamente el 4% del Producto Interior Bruto (PIB).
El ex ministro rumano Daniel Daianu admite que la emigración masiva provoca una importante subida salarial en el país, pero alerta sobre el «impacto negativo» que este proceso puede acabar teniendo para las pequeñas y medianas empresas.
La asociación de empresarios Lewiatan de Polonia opina lo mismo y, además, destaca que cuatro de cada diez empresas atraviesan problemas porque no tienen trabajadores cualificados suficientes -según algunas estimaciones, faltan 300.000 especialistas-, o no pueden hacer frente al incremento salarial.
La República Checa, que junto con Eslovenia es el país más rico de la antigua Europa socialista, también ha articulado mecanismos para contratar a trabajadores de países como Croacia, Ucrania y Kazajstán. Algo más de 167.000 inmigrantes de países no comunitarios trabajan en Chequia, según datos de la Comisión Europea (CE), frente a 10.300 en la vecina Eslovaquia.
En Hungría, este contingente supera las 60.000 personas; en Eslovenia, son 42.000 y en las repúblicas bálticas de Letonia, Estonia y Lituania, 482.000, 245.000 y 30.800, respectivamente.

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