jueves, 10 de julio de 2008

La expoliación del campo, objetivo stalinista

Corre la Argentina el riesgo de quedar atrapada en una corriente kirchnerista-stalinista? Cuando en 1924 Iósif Vissariónovich Dzhugashvili- más conocido por Stalin- fue designado secretario general del Partido Comunista, se propuso un objetivo rayano en el delirio, por no decir, en la paranoia: acumular poder y someter al pueblo por la vía del terror.CAMPO PROPICIO. Las razones de su odio resultaban prima facie explicables. Los kulaks o pequeños grupos de campesinos propietarios eran independientes. En tal sentido el poseedor de una heredad, y puede explotarla para obtener una renta, se aferra a la tierra, porque alcanza la independencia económica, y con ella la libertad política, es decir, el no sometimiento al déspota de turno.En consecuencia sin más ni más, decidió aplastarlos, y liquidarlos como clase social, para lo cual impuso la obligación de continuar sembrando para asegurar la alimentación, a bajo costo, de los trabajadores de la industria pesada y los soldados del ejército rojo.Así, con la picardía propia, específica, de un agitprop, en otros términos, de un activista político que nunca había ganado la vida trabajando, no procedió a expropiar la propiedad, sino apoderarse de la renta agraria, de manera de convertirlos en siervos, con todas las connotaciones que tal situación entraña.LA RÉPLICA CASI INESPERADA. Sin embargo, los campesinos, quienes explotaban las tierras recibidas de sus ancestros, se resistieron a la denigración y al despojo del producto de su trabajo, y se opusieron tenazmente a entregarle el ganado y el cereal de sus propiedades. Para ello acudieron a la suma de recursos que suponía la resistencia, y ocultaron el fruto de la entrega de largas y tensas jornadas rurales –en particular los cereales- en silos subterráneos protegidos con telas untadas con alquitrán, y bloquearon los caminos.Esta actitud enfureció a Stalin, y echó mano a la fuerza bruta, para lo cual desencadenó un violenta campaña propagandística contra el campo. En ella acusaba a los pequeños propietarios, de egoístas, ricos oligarcas, subversivos y enemigos del pueblo. Empero, no pudo enviar al ejército rojo para reprimirlos, porque aquéllos se encontraban dispersos en una multitud de lugares, y los esbirros se agotarían en una interminable serie de escaramuzas, o de minúsculos enfrentamientos.ARGUMENTOS LEGALES. Encauzados, de tal guisa, los acontecimientos, comenzó por acusarlos del incumplimiento de una ley absurda. Establecía ella la figura de delitos graves a) el suministro de datos inexactos en las declaraciones juradas; b) la venta clandestina de cereales y oleaginosas; c) el consumo, en forma particular, de su propio ganado; d) la resistencia a la entrega de la producción al Estado y e) la negativa a sembrar o cosechar los productos exigidos por el gobierno.No se limitaron a lo expuesto las objeciones de referencia, y las medidas coercitivas experimentaron elocuente acrecentamiento. Fue más allá: requisó la producción agropecuaria, para justificar lo cual, aseguró que garantizaba el abastecimiento de las ciudades.LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN. Las consecuencias se apreciaron enseguida, y casi diez millones de personas fueron deportadas a los campos de concentración, por entonces existentes en Siberia total de que murió una tercera parte. Enfrentado a semejante tipo de propaganda, precursora de la batalla irracional, muchos kulaks se rebelaron, incluso contra las autoridades políticas a algunos de los cuales dieron muerte.Ese éxito inicial resultó efímero, e intervino el ejército para ahogar el levantamiento. Por su parte, a policía secreta, la GPU, comenzó toda una verdadera campaña de terror para abatir el ánimo de los rebeldes. Más todavía: cuando dirigentes locales del Partido Comunista le solicitaron clemencia, Stalin ordenó exterminarlos con su fusilamiento, y convirtió a Ucrania en otro inmenso campo de concentración.LEY DE LA ESPIGA. Una ley del 7 de agosto de 1932 fijaba la prisión por diez años en campos de concentración, a menores de edad, y la pena de muerte para los adultos por ocultamiento, robo o disponibilidad de la producción. Era la Ley de la Espiga, por que se los condenaba por haber consumido espiga de trigo o de cebada, de su campo, o faenado un cerdo de su propiedad, para la familia; y se los ajusticiaba enseguida.El efecto no tardó, puesto que obligó al éxodo masivo de las explotaciones campesinas; y la hambruna extendida en todo el país, terminó con la vida de millones de personas. Por su parte, las mujeres madres abandonaban a sus hijos en los trenes que se dirigían a Moscú, Kiev , Stalingrado y Leningrado, con la esperanza de que un tercero pudiera recibirlos y cuidarlos.(*) Profesor. Presidente del Partido Popular de la Reconstrucción en Entre Ríos

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