domingo, 1 de junio de 2008

La UE se escora hacia el Este

Polonia y Suecia presentan una iniciativa para crear un partenariado oriental con seis futuros aspirantes a la adhesión La Europa comunitaria ha asistido esta semana a un momento singular, cuyas implicaciones han pasado relativamente inadvertidas: el levantamiento por parte de un pequeño socio recién llegado, Lituania, de sus últimas reservas a la negociación de un nuevo Tratado de Asociación con Rusia, que merece la calificación de estratégico para la UE.Entre las condiciones antepuestas por las autoridades de Vilna para otorgar su plácet al mandato de conversaciones con Moscú figuraban asuntos que con- cernían a los intereses de la población de Lituania (3,3 millones, PIB de 31.000 millones frente a los 496 millones y 12,8 billones de la UE-27), como el aprovisionamiento energético o ciertas garantías de que la Unión presionará a Moscú para que colabore judicialmente en la persecución de determinados crímenes de la era estalinista.Otras reivindicaciones, en cambio, parecían menos comprensibles a primera vista. No se entendía muy bien, por ejemplo, por qué Lituania apadrinaba la búsqueda de una solución al problema de Trandsneister moldavo (oeste de la república donde poblaciones eslavas, rusas y ucranianas mayoritariamente han proclamado una república con el patrocinio de Moscú que se ha convertido en un foco de delincuencia internacional), cuando Vilna y la capital moldava, Chisinau, están separadas por un millar de kilómetros y dos estados, Ucrania y Bielorrusia.La explicación -indirecta- vino por otro lado: Polonia y Suecia presentaron en la misma reunión del Consejo de Ministros de la UE en la que Vilna formalizó su apoyo al mandato de negociación con Rusia, una iniciativa para crear un partenariado oriental con Ucrania, Moldavia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán y Bielorrusia.El tal partenariado, al decir de la propuesta, se basaría sobre la actual política de vecindad puesta en marcha en 2004 para colaborar en el desarrollo de países próximos a la Europa comunitaria, aunque debería «ir más allá, estableciendo vínculos horizontales entre los vecinos de la Europa del Este y la UE», según afirmaba el documento presentado por los ministros de Exteriores sueco, Carl Bildt, y polaco, Radoslav Sikorski.El partenariado oriental de la UE estaría institucionalizado aunque en el marco de la política de vecindad. Buscaría profundizar en la cooperación bilateral con los seis países concernidos y crear una estructura permanente de cooperación multilateral entre los Veintisiete de un lado, y los seis por el otro. Para Sikorski, el nuevo modelo de cooperación regional emularía aquel grupo de Visegrado de comienzos de los años 90, a través del que Checoslovaquia, Polonia y Hungría iniciaron su andadura hacia la integración en la UE.Partida económicaEl actual Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación (IEVA), que tiene el mismo período de vigencia que las Perspectivas Financieras, es decir, de 2007 a 2013, está dotado con 5.621,2 millones para diecisiete países, entre los que se cuentan los de la ribera sur del Mediterráneo, Israel y la Autoridad Nacional Palestina, y Rusia. Los seis países del partenariado oriental tienen asignados 1.258 millones de ese presupuesto (el 22,3%), aunque los veinte correspondientes a Bielorrusia están congelados, debido al comportamiento dictatorial de sus líderes.La propuesta sueco-polaca y las demandas lituanas sobre el Trandsneister responden a una misma estrategia. Los países bálticos (Lituania es uno de ellos) y Polonia configuran una comunidad histórica de intereses en los que, en ocasiones, como ahora, participa Suecia por las mismas causas. Intentan desplazar el esfuerzo de la UE hacia el Este no comunitario, con el que comparten historia, intereses y una visión de futuro.En Bruselas existe conciencia de esta realidad, como del hecho de que sólo Francia puede contrapesar la tendencia a la orientalización de la UE, pues Alemania se deja a veces llevar por los cantos de sirena de la Mitteleuropa. Cuando París vacila en sus convicciones europeístas, los orientalistas sacan beneficio.No es este el caso hoy. Angela Merkel considera abusivo el vínculo que polacos y suecos pretenden establecer entre política de vecindad y adhesión a la UE, como si aquélla fuera una antesala de ésta. Además, el debate sobre las fronteras de la Unión dista de haber alcanzado su clímax. Poco debe extrañar, por lo tanto, que la iniciativa de Varsovia y Estocolmo haya cosechado poco más que el frío de donde viene en el Consejo de la UE

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