lunes, 12 de mayo de 2008

Una receta sencilla para reducir los precios de los alimentos en el corto plazo

WASHINGTON — Impulsar la investigación para mejorar los rendimientos agrícolas. Invertir en irrigación y transporte rural. Proveer energía solar y eólica a las granjas africanas. Producir biocombustibles con vegetación no comestible en lugar de maíz. Cada una de estas opciones podría ayudar a solucionar la crisis alimenticia global, tarde o temprano. Pero ninguna marcará una diferencia durante los próximos doce meses. Estas son algunas ideas que podrían tener un mayor impacto a corto plazo. Dejar de acaparar: la actual crisis representa el quiebre del mercado agrícola global. Los altos precios deberían aumentar la producción de granos, que pueden ser enviados a cualquier lugar del mundo. Pero esto no se puede lograr si los países acaparan su suministro y restringen las exportaciones, lo cual está sucediendo en cerca de 40 países, incluyendo China, India, Vietnam, Kazajstán y Rusia. El acaparamiento detiene el auge de los precios a nivel local y calma a los preocupados votantes, pero es un desastre internacional. Las razones humanitarias no han surtido efecto, así que el Banco Mundial está apelando al interés económico. La entidad ayudó a persuadir a Ucrania a levantar las restricciones sobre la exportación de granos al convencer a Kiev de que estaba arruinando su reputación de proveedor global de granos. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, dice que varios países están convencidos de que pueden "socavar su marca" si se vuelven proveedores poco confiables. Zoellick pone como ejemplo a Estados Unidos. A principios de la década de los 70, EE.UU. prohibió las exportaciones de soya para luchar contra la inflación, pero la medida incentivó a Brasil y a la Argentina a incrementar su producción de soya. Ahora estos dos países son sus competidores acérrimos. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional tienen otra herramienta poderosa que han vacilado en usar. Para calificar para un préstamo de emergencia, podrían prohibir que sus prestatarios acaparen la producción local. Fomentar la compra de alimentos locales. Estados Unidos usualmente envía sacos de alimentos como parte de su ayuda humanitaria. Europa, en cambio, manda dinero para que la comida pueda ser comprada localmente. Los sacos de grano son importantes para alimentar a las masas hambrientas en la región de Darfur, en Sudán, en donde hay pocas alternativas locales. Pero enviar alimentos puede socavar a los cultivadores locales de otras latitudes. Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de EE.UU., dice que el efectivo y la ayuda para el desarrollo pueden usarse en combinación para convencer a los agricultores a vender su producción en vez de acumular a la espera de que suban los precios. Las compras en efectivo impulsarían temporalmente los precios, dice, mientras que las medidas para aumentar el suministro a largo plazo harían que la estrategia de esperar un alza sea poco rentable. "Se necesita hacer cosas que estén dirigidas a reducir el precio futuro con relación al precio actual", dice. Focalizar los subsidios. Cuando hay disturbios por los precios de los alimentos, es fácil entender por qué los gobiernos desean subsidiar las compras de alimentos. Pero existe un triste historial en América Latina, Asia y Africa de subsidios tan grandes que acaban mermando la economía. Lo importante es distinguir entre los pobres y la clase media cuando un salario de US$ 100 a la semana es considerado de clase media en India, China y Africa. Cerca de 30 países han adoptado lo que se conoce como programas de "transferencia condicional de efectivo". A las familias pobres se les paga para que envíen a sus hijos al colegio, los vacunen y cumplan otros requisitos, dependiendo del país. El éxito de estos programas, creados en México y Brasil, depende de que las comunidades identifiquen a las familias que son pobres según los estándares locales. Estos programas pueden ser usados para entregar alimentos a los pobres. Presionar a Japón. El precio del arroz se ha disparado cerca de 85 por ciento desde mediados de marzo, principalmente debido a las compras estimuladas por el pánico y el acaparamiento. Japón podría hacer mucho para aliviar la presión. Tiene una reserva de 1,5 millones de toneladas de arroz, principalmente importado de Estados Unidos., el cual mantiene al margen del mercado para incrementar los ingresos de sus agricultores. Parte de ese arroz tiene varios años y parte es usado como alimento para animales, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. En el mercado se comercian cerca de 30 millones de toneladas de arroz al año. Japón exporta 200.000 toneladas al año en ayuda humanitaria, pero tiene la habilidad de proveer mucho más. Por Bob Davis

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