sábado, 31 de mayo de 2008

Cuando la libertad tiene cara de nene

LEONERA, de Pablo Trapero.- Un tema difícil abordado con intensidad por Pablo Trapero. Es algo más que el retrato de la vida carcelaria de una muchacha embarazada. Y sortea con oficio los lugares comunes de un tema que muchas veces ha sido vehículo de películas oportunistas. En la escena inicial, Julia (buen trabajo de la debutante Martina Gusmán, coproductora y esposa de Trapero), aparece en medio de un confuso hecho criminal entre su novio y el amante de su novio. La condenan y va a la cárcel. Y allí Trapero deja ver los gestos cotidianos de una vida retratada sin prejuicios ni estereotipos. El filme es algo más que el drama carcelario de las prisioneras con hijos. En el fondo, cuenta cómo ese niño es al final la única esperanza de libertad de esa madre extraviada, que primero quiere perderlo y después aprende que es su única salvación. Julia, que hasta ignora cómo fue ese crimen que la condenó, no sabe cómo criarlo, pero al final encuentra en el recién llegado la única certeza. Y se aferra a él con todo, porque intuye que ese hijo acabará dándole rumbo y destino a su vida.El filme es sincero, fuerte, duro. Está bien hecho. Hay crudeza pero no truculencia. Hay fuerza pero no hay desbordes. Trapero apela al melodrama y al documento, pero con una envoltura realista y emocional que no se permite excesos. Y en ese registro retrata con inspirados pincelazos la vida en ese lugar: una fiesta navideña, una riña, el baile entre las detenidas, los mensajes que se cruzan en un paisaje sonoro hecho de llantos, reclamos, golpes de cerraduras y órdenes, pero también de juegos, sonrisas, canciones y amistades. Ese mirada cotidiana deja en segundo plano el episodio criminal que llevó a Julia a la cárcel, sus planteos ante la justicia, su relación con otra detenida, el difícil vínculo entre reclusas y carceleras.El filme alude sin palabras la libertad de elegir y la esperanza. Julia se hizo grande gracias a ese chico. Y encontró un lugar en el mundo en ese no lugar que es un presidio. El final es magnífico: la música de Spasiuk colorea con emoción y potencia dramática el incierto destino de esos dos seres que van saliendo de escena para empezar una nueva vida. Llevan poca carga pero una enorme historia a cuestas. (**** MUY BUENA). Cinema City.OTRA MUJER QUE SUFRELA DESCONOCIDA, de Giuseppe Tornatore.- No se puede esperar mucho de Tornatore. Tiene más de un tropezón. Es superficial, torpe y obvio. Incluso su mejor titulo -la sobrevalorada "Cinema Paradiso"- lo muestra calculador, oportunista y sensiblero. Aquí vuelve con un filme lleno de grandes temas. Y lo hace con sus armas de siempre: efectismo, algo de morbo, guión bien armado, crueldades al por mayor, historia llevadera y mensaje políticamente correcto. Tornatore se mete con la trata de blancas, la discriminación, la venta de bebes. Tiene algo de denuncia, algo de trhiller, algo de suspenso y muchos golpes bajos. Hay una esclava sexual que llega de Ucrania arrastrando un pasado terrible. Viene a buscar algo más que alivio. Trabaja de doméstica y babby-sitter. Cuida a un nena que, como ella (metáfora grosera) tiene una rara enfermedad que la dejó sin reflejos defensivos, es decir, se cae y no pone las manos. La nena y la cuidadora andan siempre lastimadas, porque a la ucraniana la sigue ese mafioso que la obligaba a tener hijos con la clientela para vender los críos. Todo muy truculento. Hay sangre, terribles imágenes del pasado, tijeras asesinas y siempre la cosa pasa cerca de esa pobre nenita sin reflejos. (** REGULAR). Cinema Parad

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