Los obstáculos que enfrenta Ucrania para ingresar en la OTAN es una buena noticia para Rusia, que no quiere tener a la Alianza Atlántica cerca de sus fronteras. Pero también hay una noticia mala para Moscú, y es que resulta imposible detener el acercamiento de Ucrania a la OTAN.
De hecho, Ucrania sale ganando si coopera tanto con Rusia como con la OTAN. En su tiempo, el ex presidente ucraniano Leonid Kuchma había estado maniobrando entre Moscú y Bruselas y aprovechó el coqueteo con la Alianza como instrumento de presión sobre Moscú. Pero hoy, Ucrania tiene serias intenciones de adherirse a la OTAN y ésta no le exige renunciar a las relaciones con Rusia. Kremlin, en cambio, difícilmente aceptaría que Ucrania navegue entre dos aguas.
Sea como fuere, Moscú tiene suficientes posibilidades para hacer contrajuego en el triángulo Ucrania-OTAN-Rusia. Pero para ello necesita reconsiderar sus métodos de influencia sobre Kíev. Ante todo, debe dejar de amedrentar a la parte ucraniana, pues no hay mejor manera de acelerar el ingreso de Ucrania en la OTAN que el apuntar misiles hacia ese país como ya lo había insinuado el presidente Putin.
Precisamente el miedo a Moscú obligó a los países de Europa del Este y del mar Báltico a adherirse cuanto antes a la Alianza Atlántica. Si Ucrania pierde el miedo a Rusia, a los misiles rusos o al gas ruso, ya desistirá de pedir amparo a la OTAN. Además, si Rusia mantiene buenas relaciones con la OTAN tendrá poco sentido la presurosa adhesión de Kíev a la Alianza.
De modo que Moscú es capaz de detener el acercamiento de Ucrania a la OTAN, pero para conseguirlo debe sacar conclusiones.
De hecho, Ucrania sale ganando si coopera tanto con Rusia como con la OTAN. En su tiempo, el ex presidente ucraniano Leonid Kuchma había estado maniobrando entre Moscú y Bruselas y aprovechó el coqueteo con la Alianza como instrumento de presión sobre Moscú. Pero hoy, Ucrania tiene serias intenciones de adherirse a la OTAN y ésta no le exige renunciar a las relaciones con Rusia. Kremlin, en cambio, difícilmente aceptaría que Ucrania navegue entre dos aguas.
Sea como fuere, Moscú tiene suficientes posibilidades para hacer contrajuego en el triángulo Ucrania-OTAN-Rusia. Pero para ello necesita reconsiderar sus métodos de influencia sobre Kíev. Ante todo, debe dejar de amedrentar a la parte ucraniana, pues no hay mejor manera de acelerar el ingreso de Ucrania en la OTAN que el apuntar misiles hacia ese país como ya lo había insinuado el presidente Putin.
Precisamente el miedo a Moscú obligó a los países de Europa del Este y del mar Báltico a adherirse cuanto antes a la Alianza Atlántica. Si Ucrania pierde el miedo a Rusia, a los misiles rusos o al gas ruso, ya desistirá de pedir amparo a la OTAN. Además, si Rusia mantiene buenas relaciones con la OTAN tendrá poco sentido la presurosa adhesión de Kíev a la Alianza.
De modo que Moscú es capaz de detener el acercamiento de Ucrania a la OTAN, pero para conseguirlo debe sacar conclusiones.
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