En el último año, Azerbaiyán ha invertido gran parte del capital obtenido gracias a la extracción de petróleo, en el refinado y distribución de hidrocarburos, sobre todo en Georgia y Turquía, así como en sentar las bases de alianzas industriales entre la SOCAR y los países de Europa central. A estas inversiones se añaden la creación de ambiciosos proyectos con Kazajistán para realizar el gaseoducto Trans-Caspio que, a través del Mar Caspio, transportará el gas de Turkmenistán y Kazajistán a Bakú. Esta perspectiva convertiría a Azerbaiyán en un puente alternativo entre Asia Central y los mercados occidentales (actualmente, la única vía de conexión está constituida por Rusia), aumentando aún más la importancia estratégica del país para la política de seguridad energética de Estados Unidos y la Unión Europea.
Massimiliano Costa
Equilibri.net (18 febrero 2008)
Bakú busca convertirse en el “puente” entre Europa y Asia Central
La Compañía Petrolera Estatal de Azerbaiyán (SOCAR) está llevando a cabo una política de internacionalización y de inversiones, destinada a convertir al país en un elemento cada vez más importante en el delta del Caspio. De hecho, la SOCAR ha entrado recientemente en el sistema georgiano de distribución del gas privatizado, programando la apertura de más de 20 centros de distribución a lo largo de todo el país. Además, el presidente de la compañía azerbaiyana, Abdullayev, ha anunciado la inauguración en febrero de una terminal petrolífera en el puerto georgiano de Kulevi en el Mar Negro. Esta terminal podría tener capacidad de almacenamiento para más de 10 millones de toneladas anuales de crudo procedente de Azerbaiyán, una cantidad destinada a embarcarse posteriormente en los petroleros que viajan a los mercados europeos. El ambicioso proyecto, de mil millones de dólares, ha suscitado una oleada de críticas en Georgia por el impacto ambiental. De hecho, buena parte del proyecto se desarrolla dentro del Kolkheti National Park (KNP), lo que ha hecho que muchas ONG hayan pedido al Banco Mundial que paralice los trabajos, algo que aún no se ha conseguido, haciendo que, en la práctica, dichas labores reciban el beneplácito del organismo internacional. El petróleo extraído de los yacimientos azerbaiyanos del Mar Caspio, llegará directamente a la terminal del Mar Negro vía tren, gracias al nuevo trazado ferroviario que une la terminal de Kulevi con la vecina ciudad de Poti. Tal y como ya sucede en Georgia, la Compañía estatal azerbaiyana está reforzando aún más sus relaciones con Turquía con el objetivo de cimentar la alianza entre los países por los que pasa el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC). Esta obra, de más de 1.700 kilómetros, se inició en julio del 2006 con la finalidad estratégica de transportar el crudo del Caspio hacia el Mediterráneo, eludiendo el sistema de distribución ruso, Armenia y los congestionados estrechos turcos. Justo en la ciudad de Ceyhan, cuyo puerto se está convirtiendo en uno de los más importantes de Europa, la SOCAR ha proyectado para el 2008 la construcción de una refinería capaz de procesar casi 6 millones de toneladas de crudo al año, con un coste similar a los 4.000 millones de dólares. Sin embargo, la actuación más importante en el frente turco es la adquisición por parte de la SOCAR (junto a Turcas e Injaz) del paquete mayoritario de la Petkim, un holding petroquímico turco en vías de privatización. Pero las inversiones de la compañía no se limitan a los países fronterizos. Desde hace meses, SOCAR está intentando introducirse en el mercado de Europa Central. De hecho, en el 2007 la compañía azerbaiyana comenzó a estudiar la situación geológica de Moldavia en vistas de un posible acuerdo bilateral entre los dos países para explotar los hidrocarburos presentes sobre todo en Valenskoye, un acuerdo que podría proporcionar casi 2.000 barriles de petróleo diarios. La expansión hacia el Oeste de los proyectos azerbaiyanos también incluye a Ucrania, en la que, gracias a un acuerdo con el presidente Viktor Yushchenko, la SOCAR construirá varias refinerías para abastecer el consumo interno ucraniano. Para completar el cuadro de la política petrolífera azerbaiyana, es necesario recordar los acuerdos firmados con Kazajistán en julio de 2006. Éstos prevén que Astana transporte 53 millones de barriles de petróleo al año por vía marítima hasta la terminal azerbaiyana de Sangachal, que luego serán transportados por el BTC. Kazajistán es el país de la antigua Unión Soviética con más reservas de hidrocarburos: se estima que su capacidad asciende a unos 40.000 millones de barriles de petróleo (3% de las reservas mundiales) y, aproximadamente, a unos 3 billones de metros cúbicos de gas natural (1,7% del total mundial). El Gobierno kazajo está trabajando en la construcción de nuevas terminales, entre ellas, la situada en el puerto de la ciudad de Kurik (a 76 km al Sudeste de Aktau) y de una nueva flota de petroleros, para triplicar el transporte de crudo hacia Azerbaiyán antes del 2010, cuando se iniciará la explotación del yacimiento de Kashagan. Otro de los objetivos de esta operación es llevar dicho petróleo al BTC; no es casualidad que las cuatro compañías más implicadas en Kashagan (Eni, Total, ConocoPhilips e Inpex) poseen también el 15% de la BTC Company, la compañía que gestiona el Baku-Tiflis-Ceyhan. El consistente aporte de crudo de Kazajistán es de vital importancia para el Gobierno de Bakú, sobre todo para evitar gastar sus reservas de petróleo antes de tiempo (que son explotadas a un ritmo cada vez mayor), manteniendo así los beneficios del costoso oleoducto terminado hace un año y medio, que en su momento costó casi 4.000 millones de dólares.
Bakú, el oleoducto Trans-Caspio y las inversiones en el exterior
Azerbaiyán es uno de los países que más apoyan el proyecto del gaseoducto Trans-Caspio. La realización de dicho gaseoducto fue propuesta por Estados Unidos en 1996 para transportar el gas natural de Turkmenistán a Azerbaiyán. La férrea oposición de Rusia e Irán y el aislamiento turkmeno, fueron las principales causas que provocaron el abandono del proyecto. Pero luego, la crisis entre Rusia y Ucrania del 2006, que evidenció la dependencia europea del aprovisionamiento energético ruso, ha hecho resurgir al proyecto. Sin embargo, esta vez el presunto proveedor de gas tendrá que ser Kazajistán, a pesar de que la distancia del país es muy superior a los 250 kilómetros que separan a Bakú de Turkmenbashi City. Las inversiones extranjeras en el sector petrolífero por parte de la Compañía Estatal de Azerbaiyán obedecen a diversas consideraciones. Según los expertos, esta política está destinada a estabilizar la economía interior, además de mantener bajo control una inflación galopante que en 2008 podría alcanzar el 17%. Esta política de internacionalización de la SOCAR es fundamental también para aumentar su visibilidad a nivel regional, favoreciendo notablemente las inversiones extranjeras. De hecho, los inversores extranjeros continúan mostrando incertidumbre a causa de la amplia difusión de la corrupción y de la fragilidad del sistema bancario en Azerbaiyán. Las actuaciones de la SOCAR deben interpretarse sobre todo a nivel estratégico y geopolítico. De hecho, la directriz Bakú-Oeste sobre la que se centran las inversiones, remarca la voluntad de Azerbaiyán de presentarse como proveedor alternativo de Rusia para los mercados occidentales. Casi todos los proyectos, realizados o futuros, coinciden con los intereses de Moscú y de los aliados fronterizos de Azerbaiyán (Armenia e Irán). A pesar de las notables reservas de hidrocarburos, el país obtendrá grandes beneficios si consigue consolidar sus relaciones con Kazajistán. Paradójicamente, Azerbaiyán no debe centrarse en los enormes beneficios que obtendrá de la extracción de sus hidrocarburos (estimados en unos 400.000 millones de dólares hasta el 2024), sino en la importancia de su posición geográfica, que lo sitúa en el corazón de la región centroasiática. Por lo tanto, el objetivo es la construcción de un oleoducto y de un gaseoducto que, a través del Mar Caspio, permita a los hidrocarburos kazajos ser bombeados en el BTC y en el SCP (South Caucasus Pipeline, un gaseoducto paralelo al Bakú-Tiflis-Ceyhan) y de alcanzar el Mediterráneo. Y esto no es todo. Estos proyectos serían ventajosos y compatibles con la construcción del famoso gaseoducto Nabucco, que, de realizarse, uniría Turquía y Austria, pasando a través de Bulgaria, Rumania y Hungría, y extendiéndose por más de 3.000 kilómetros. El presidente azerbaiyano ha asegurado recientemente a la Unión Europea su capacidad para abastecer (unilateralmente) al Nabucco hasta el 2050, y que la alianza estratégica con Turkmenistán y Kazajistán permitiría aumentar la “factibilidad” y los beneficios del enorme proyecto.
Conclusiones
El futuro de Azerbaiyán depende en buena medida de la realización de esta obra que, a causa de las presiones de Moscú, parece estar en crisis. A pesar de los movimientos de Bakú ya analizados, Azerbaiyán no puede seguir expandiéndose sin el apoyo político-diplomático de la Unión Europea y de Estados Unidos. Desde este punto de vista, muchas son las incógnitas que quedan sin responder. En este sentido, Putin, fortalecido por la expansión hacia el Oeste de la compañía rusa Gazprom que está invirtiendo en toda Europa, cuenta a su favor con la inexistencia de una política energética común entre los Estados de la Unión Europea, hecho que impide firmar acuerdos bilaterales que permitan realizar el llamado South-Stream, un gaseoducto parecido al Nabucco, que tendría que unir Rusia con Italia. Por otra parte, aunque la “sucesión” de Putin no provocará cambios en la política exterior y energética de Rusia, habrá que esperar a la elección del nuevo presidente de Estados Unidos para entender cuál será la mejor estrategia para el futuro de la región del Caspio. Muchos analistas mantienen que la recesión económica actual y el “cansancio” debido a años de hiperactividad internacional, harán que Estados Unidos se aisle cada vez más, favoreciendo una mayor expansión del poder ruso en la región del Caspio, Asia Central y Europa oriental.Traducción de Diana Quintero Rodríguez.
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