lunes, 10 de diciembre de 2007

Rusia, las formas también cuentan

No se trata de excusar a Rusia, ya que hay motivos suficientes para seguir sometida a las críticas por parte de la comunidad internacional por cómo gestiona su políltica energética y las diferencias con sus países vecinos. Pero Moscú ha tenido una actuación correcta en la disputa con Bielorrusia por el tema del gas.

El monopolio gasista ruso Gazprom lanzó varias advertencias a la ex república soviética sobre el aumento de los precios. El 1 de enero los duplicó, pero concedió a Bielorrusia seis meses de plazo antes de exigir mayores ingresos. Moscú ha pasado un mes negociando con este país antes de que esta semana amenazara con reducir a la mitad sus exportaciones de gas. Conociendo las repercusiones que la medida tendría sobre los consumidores de la UE, que obtienen el suministro a través de Bielorrusia, Rusia notificó su decisión a la Comisión Europea. Gazprom organizó incluso una conferencia para explicar sus acciones. Esta situación, ante la cual Bielorrusia ha respondido realizando los pagos pendientes, poco tiene que ver con la última ocasión en la que Rusia cerró el grifo, en su enfrentamiento con Ucrania el invierno pasado, cuando a Moscú le llovieron las críticas de la UE por su actuación provocadora y por no advertir sobre los recortes de suministro con suficiente antelación.Está claro que Bielorrusia no es Ucrania. Al presidente ruso Putin le irritan las maniobras del líder bielorruso, pero no le ve como una seria amenaza a los esfuerzos del Kremlin por intentar volver a imponer su dominio político sobre la antigua Unión Soviética. En cambio, el presidente ucraniano, Viktor Yushchenko, se esfuerza por reducir la influencia de Rusia reforzando sus relaciones con la UE y la OTAN. Al margen de estas cuestionables maniobras, hay que reconocer que, dada la afición del Kremlin por entrometerse en los asuntos políticos de sus convecinos, su actuación con Bielorrusia demuestra que la forma de enfrentarse a los problemas puede no resolverlos, pero al menos no provoca más tensión. La transparencia en el suministro del gas interesa tanto a Rusia como a sus clientes.

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