miércoles, 4 de mayo de 2011

Juicio a Demjanjuk toca a su final con el "Trawniki" encerrado en su silencio


03-05-2011 / 17:40 h

Gemma Casadevall Berlín, 3 may (EFE).- El juicio contra el presunto criminal nazi ucraniano John Demjanjuk, de 91 años y acusado de complicidad en la muerte de 27.900 judíos, entró hoy en su fase final en Múnich con la petición de absolución de la defensa, tras un tortuoso proceso obstaculizado por la falta de testigos.

A punto de cumplirse los dos años del 12 de mayo de 2009 en que fue entregado por EEUU a la justicia alemana, Demjanjuk compareció hoy ante la Audiencia de Múnich tal como lo ha venido haciendo a lo largo de todo el proceso: postrado en su silla de ruedas, con la cabeza cubierta con una gorra, gafas oscuras y en silencio.

Su abogado, Ulrich Busch, formuló ante el juez, Ralph Alt, la petición de absolución para su defendido, fundamentándose en que no hay pruebas inculpatorias contra él y en que no fue cómplice de los nazis, sino su víctima, ya que fue capturado como soldado enemigo.

La acusación le imputa complicidad en el asesinato de los 27.900 judíos que se estima murieron en Sobibor (Polonia ocupada) en los seis meses en que Demjanjuk sirvió como "Trawniki", como se llamaba a los guardas voluntarios ucranianos de los campos nazis.

La fiscalía, como la acusación particular, se basa en la hoja de servicios con el número 1393, según la cual Iwan Demjanjuk -su nombre de pila, que cambió por John tras emigrar a EEUU- fue uno de los 120 "Trawniki" de Sobibor, donde sirvió entre marzo y septiembre de 1943, año en que se desmanteló el campo.

Busch sostiene que la hoja de servicios es falsa, amparándose en que un informe del FBI de 1985 cuestionaba su autenticidad, y recuerda que, a lo largo del año y medio de proceso -abierto el 30 de noviembre de 2009- no se ha presentado un sólo testigo que pudiera identificarlo como uno de los temibles "Trawniki" del campo.

Argumenta, asimismo, que fue obligado a servir a los nazis, puesto que negarse equivalía a ser ejecutado, y recuerda que varios de los oficiales de las SS encargados de darles órdenes fueron absueltos por la justicia alemana en 1966.

La falta de testimonios se explica no sólo por los más de 65 años transcurridos desde los hechos o la avanzada edad del acusado y sus teóricos acusadores, sino también por el hecho de que Sobibor fue construido para asesinar a los judíos a los que se deportaba ahí.

A diferencia de otros campos, en que se confinaba a los presos durante meses o se les empleaba como esclavos del nazismo, los que llegaban a Sobibor morían pocas horas después en sus cámaras de gas.

En todo el juicio, la acusación pudo presentar apenas a dos supervivientes -que escaparon en una huida masiva de presos de Sobibor-, pero ambos admitieron no poder identificarlo físicamente.

Los representantes de la acusación particular -en su mayoría, familiares de judíos holandeses deportados y muertos en Sobibor- han asistido así a un largo proceso, en que el acusado no ha hecho declaración alguna y sólo se ha comunicado a través de su intérprete al ucraniano para expresar sus quejas físicas o cansancio.

El proceso ha estado marcado por frecuentes interrupciones, a petición de la defensa, por el estado de salud del nonagenario, así como repetidas peticiones de material supuestamente exculpatorio de Busch o alegatos hablando de conspiración o juicio político.

La estrategia del abogado ha sido tachada de dilatoria por el juez Alt y por los familiares de las víctimas, que a estas alturas repiten que no aspiran ya a ver al teórico verdugo de sus allegados en la cárcel, sino a que se le declare culpable.

La petición de la fiscalía es de seis años de cárcel, puesto que a lo sumo se le puede imputar complicidad en asesinato -no hay pruebas de participación directa en ninguna muerte en concreto-.

El juicio a Demjanjuk, nacido en Ucrania en 1920, reclutado por el ejército soviético y capturado en 1942 por los nazis, se perfilaba desde su inicio como de final incierto, además de tortuoso tanto para el acusado como la parte acusadora.

El procesado aterrizó en Múnich en mayo de 2009 tras un largo forcejeo con las autoridades de EEUU para evitar su entrega.

Ese mismo día ingresó en prisión preventiva y ahí ha seguido, con visitas periódicas de sus familiares y un máximo de dos vistas por semana -de no más de 90 minutos cada una, a petición de la defensa- en atención a su estado físico y edad.

Se trata de su segundo gran proceso en el extranjero, tras el que se le abrió en Israel como presunto "Iván el Terrible" de Treblinka, por el que fue condenado a morir en la horca en 1988.

Tras cinco años en el corredor de la muerte se revocó la condena, al identificarse como ese "Iván el Terrible" a otro ucraniano, Iván Marchenko, con lo que regresó a EEUU, país al que había llegado en los 50 como ex preso de los nazis. EFE gc/jpm/ih

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