sábado, 4 de diciembre de 2010

La presidencia de Medvedev

Moscú, (PL) El presidente ruso, Dmitri Medvedev, pareció consolidar un quehacer peculiar en cuanto a asuntos internos y relaciones exteriores, con especial énfasis en el concepto de la modernización política y económica.

Medvedev debió atravesar en este año por la disputa y reconciliación con naciones vecinas como Ucrania, Belarús y Polonia, mientras buscaba acercar posiciones respecto a la seguridad regional y el diferendo en torno al programa nuclear iraní, entre otros.

El estadista cerró puertas en su momento a su similar ucraniano, Viktor Yuschenko, para luego impulsar los nexos con su sucesor, Viktor Yanukovich, con quien avanzó en acuerdos en materia de suministro de gas y la estancia de la flota rusa del Mar Negro en Sevastopol.

Con Polonia, se enfrascó en un enfrentamiento a dúo con el primer ministro ruso, Vladimir Putin, sobre la necesidad de preservar la memoria histórica de lo ocurrido en la II Guerra Mundial y el rechazo a la distorsión de los hechos, practicada por Varsovia.

Pero la muerte en un accidente aéreo del presidente polaco, Lech Kaczynski, dio un vuelco en sentido positivo a las relaciones con Polonia, pese a que Estados Unidos decidió instalar en ese país un batería de misiles Patriot cercana a la frontera rusa. En el caso de Belarús, con quien Rusia participa en un proceso de más de una década de formación de un estado unificado, el tono fue por lo general, de confrontación, primero por el asunto de los suministro de gas ruso y luego por el retraso de Minsk a integrar la Unión Aduanera.

Además, el conflicto tomó carácter casi personal, cuando el jefe de Estado ruso y su similar belaruso, Alexander Lukashenko, intercambiaron acusaciones sobre el deterioro de nexos bilaterales.

En medio de ese proceso, Medvedev confirmó su intención de renovar los nexos con Estados Unidos al firmar en Praga el Tratado de Reducción y Limitación de Armas Estratégicas (START-3), por el cual cada parte debe quedar en posesión de mil 500 ojivas nucleares.

Por otro lado, el presidente ruso se inclinó por la aplicación de sanciones contra Irán, aunque aclaró que ello debía evitar daños a la población del país persa.

Sin embargo, debió oponerse luego a la aprobación de sanciones unilaterales por Occidente contra Teherán, la cual rechaza acusaciones estadounidenses de una supuesta intención de desarrollar el arma nuclear y defiende su derecha a producir combustible atómico.

Otro punto que caracterizó la política exterior de Medvedev fue su participación en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en Lisboa, un año después de defender su iniciativa de firmar un acuerdo de seguridad europea.

Todo ello conforma una línea de acercamiento con Occidente que pasa por un cambio de posición en la Conferencia de Munich, que este año sesionó por primera vez fuera de esa ciudad germana, al realizarse en Muscú, en un tono muy diferente al mostrado por Rusia en 2007.

A diferencia de los planteamientos lanzados por el entonces mandatario Vladimir Putin sobre el avance de la alianza atlántica hacia las fronteras rusas y la moratoria para cumplir con el Acuerdo de Armas Convencionales en Europa, Medvedev tuvo un discurso conciliador.

En el plano interno, el jefe de Estado abogó para poner en práctica cambios relacionados con los partidos políticos (tanto dentro como fuera de la Duma), su participación en los parlamentos regionales y en las sesiones del Consejo Estatal, junto a miembros del Poder Ejecutivo.

Además, el concepto de la modernización adquirió un nuevo carácter en la vertiente de la política interna, al buscar mayor transparencia de las instituciones del poder.

Casi al finalizar el año, Medvedev se pronunció por una flexibilización del sistema político, por una mayor participación de la oposición y por un menor protagonismo del partido gobernante.

En todo el año, en el cual Rusia debió enfrentar las consecuencias de la peor sequía y canícula de este milenio, con más de 50 muertos por incendios y casi 15 mil millones de dólares estimados en pérdidas, existió una pregunta pendiente de la prensa nacional: las elecciones. Aunque los comicios presidenciales tendrán lugar en 2012, los medios de prensa locales buscan insistentemente cuál será la fórmula que se empleará por la dirección del país para los comicios: si se presentarán Medvedev y Putin por separado o si habrá otra salida.

(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Rusia.

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