jueves, 24 de junio de 2010

La noche de ritos que encendió el verano

La víspera del Ivan Kupala, el San Juan Bautista para los eslavos, los jóvenes ucranianos se lanzan al bosque en busca de la flor del helecho macho, que según sus leyendas sólo florece en la noche del solsticio de verano. La pareja que la encuentre, se asegura grandes riquezas y felicidad. Muy lejos de esos bosques ucranianos, rodeada de arena, hogueras y botellones, Nadya, natural de la ciudad de Ternopol pero vecina de Gijón desde hace tres años, recordaba ayer esta tradición mientras celebraba San Juan en la playa de Poniente entre miles de personas. Aunque no podía ir a buscar esta flor mitológica al bosque, junto a otras cuatro amigas también ucranianas ayer acudió a la celebración gijonesa siguiendo otro de los ritos de su país, el de la corona de flores. «Nos la ponemos en la cabeza y a la medianoche la soltamos en el agua. Es un rito para encontrar a un chico», explicaba. Añadía que en Ucrania tampoco faltan las hogueras: «La pareja tiene que saltar cogida de la mano y, si durante el salto no se separan, significa que seguirán juntos».
La de San Juan es una fiesta diferente, llena de ritos más o menos tradicionales. Como el que un año más siguieron Natalia Larfeuil y sus amigas Mada, Eugenia y Lorena, que llevaron a la playa para quemar apuntes de varias asignaturas de su carrera de Trabajo Social. «Son de las que ya aprobamos», aclaraban. ¿De verdad trae suerte? «Dicen que sí, pero no funciona», bromeaba Natalia. Otros quemaban deseos o malos recuerdos. Y a la medianoche hubo quien, mientras el grueso de los presentes contemplaba el encendido de la gran hoguera -que tardó en arrancar a arder- plantada en mitad de la playa, entraban al agua y, de espaldas, lanzaban al mar puñados de flores: «Este es el rito que funciona, el de toda la vida».
Lo demás, todo fuego. Junto a la pira mayor una de las que más destacaba es la que, por segundo año consecutivo, encendieron un grupo de padres de jugadores de La Braña, que acudieron a Poniente incluso con una mesa para poder cenar. Además de una de las más grandes, su hoguera fue de las primeras en arder «porque empezaba a hacer frío y porque además necesitamos la brasa para asar chorizos». aclaraba Marcelo Ramos.

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