jueves, 18 de marzo de 2010

«No me arrepiento de haber matado»

Nikolái Lilin | Escritor
En su primera novela, 'Educación siberiana', narra sus vivencias en el seno de una comunidad de bandidos siberianos
La infancia de Nikolái Lilin (Bender, 1980) no fue precisamente convencional. Su primer juguete fue un Kaláshnikov. Aprendió a matar con la misma naturalidad con la que los niños suelen aprender a montar en bicicleta. Creció en el seno de una comunidad de bandidos siberianos, los urcas, ya desaparecidos, que fueron expulsados en los años 30 por Stalin a Transnistria, un territorio sin dueño entre Moldavia y Ucrania asolado por la corrupción y el crimen organizado.
Pero en ese país sin ley los urcas tenían sus propios códigos éticos, impregnados por un fuerte sentido de la justicia y el respeto a los débiles. Lilin, que fue internado en crueles reformatorios y conoció los horrores de la guerra de Chechenia, adonde fue enviado a la fuerza por el ejército ruso, se ha decidido a narrar sus vivencias en el libro 'Educación Siberiana' (Salamandra). Todo un éxito en ventas en Italia, que ha contado con el apadrinamiento del escritor Roberto Saviano y que le ha costado la amenaza de muerte. En la actualidad, Lilin vive en Turín y trabaja como tatuador profesional.
- ¿Por qué los urcas se hacían llamar 'criminales honestos'?
- Es una ironía. El Estado soviético les llamaba criminales porque suponían una resistencia armada a la autoridad, pero a ellos nunca les gustó ese nombre. Al final acabaron por adoptarlo, pero poniéndose la coletilla de 'honestos', ya que con esos delitos no pretendían enriquecerse. Tenían su propia ética, que nunca osaban quebrantar.
- ¿Eran terroristas?
- No. Si mataban a soldados soviéticos era porque éstos representaban al Estado que les oprimía, pero nunca atentaron contra civiles, lo que a mi juicio define el terrorismo.
- ¿Es cierto que siempre lleva una pistola encima?
- Sí, pero es un arma legal. El Gobierno italiano me lo permite por cuestiones de seguridad. Tengo varias armas en casa porque me gustan y porque donde me crié eran algo cotidiano.
- ¿Quién y por qué está amenazado?
- Sólo sé que se trata de grupos islámicos, pero el Gobierno está investigando los motivos. No puedo dar más información por razones de seguridad.
- ¿Tiene miedo?
- No. Mi único miedo es no ser una persona honesta, no actuar correctamente en mis relaciones con los demás o no dedicar suficiente tiempo a la educación de mi hija. Pero ni el dolor físico ni la muerte me importan lo más mínimo.
- Siendo adolescente usted participó en el asesinato de unos delincuentes que violaron a una joven de su comunidad. ¿Se arrepiente de ese crimen?
- En absoluto. Que unos jóvenes se vean obligados a tomarse la justicia por su mano habla del estado de degradación del país en el que viven. Nunca lo habría hecho en un Estado democrático, donde sí se castiga a los culpables de atrocidades como la que aquellos hombres cometieron.
Tatuajes con historia
- ¿Tiene miedo a ser juzgado por aquel asesinato?
- No. Lo he explicado todo a la Policía italiana y ellos entienden que eso ocurrió en el contexto de un país en guerra.
- ¿Qué significado tienen los tatuajes que cubren gran parte de su cuerpo?
- Prefiero no hablar de ello. Es algo muy íntimo. En la tradición siberiana, los tatuajes aportan información sobre el origen y las experiencias de cada uno. Son parte de la propia historia.
- Esta semana se ha producido una gran operación europea contra la mafia rusa, con 24 detenciones en España. ¿Es una cuestión que debería preocupar más a los españoles?
- Sí, toda Europa debería dedicar más esfuerzos a luchar contra la criminalidad rusa. Existen muchos vacíos legales de los que se están aprovechando estas redes de delincuentes, que ya están empezando a corromper a las autoridades. Habría que invertir más en investigación y en personal mejor formado. Si no se actúa con rapidez, se corre el riesgo de despertarnos un día en un país que ya no sea nuestro.

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