viernes, 29 de enero de 2010

La casa de Chéjov en Yalta está deteriorada por falta de ayuda rusa y ucraniana

YALTA, Ucrania — La casa de Antón Chéjov en Yalta (sur de Ucrania), cuyas arcas están vacías, parece olvidada tanto por las autoridades ucranianas como por las rusas, en vísperas del 150º aniversario del nacimiento del célebre escritor ruso, el 29 de enero de 1860.

Esta modesta vivienda de un piso cuyo entresuelo se eleva sobre una pendiente empinada que le proporciona una vista panorámica sobre la ciudad de Yalta, al borde del Mar Negro, fue construida por orden y bajo los auspicios de Chéjov, quien vivió aquí de 1899 a 1904.

El clima curativo de este balneario, situado en Crimea y que en esa época formaba parte del Imperio ruso, convenció a Chéjov, enfermo de tuberculosis, a instalarse aquí con su familia.

En esta casa escribió sus famosas obras de teatro 'Las tres hermanas' y 'El jardín de los cerezos', antes de partir para cuidarse en Alemania, donde falleció en julio de 1904.

En 1921, su hermana abrió un museo en esta vivienda, que conservó el espíritu de Chéjov.

Velas de la época esperan ser encendidas sobre el escritorio del dramaturgo y las efemérides colgadas sobre su cama son del año 1904.

Los cedros y jazmines que plantó con sus propias manos continúan perfumando los senderos del jardín donde el escritor paseaba con sus ilustres contemporáneos, entre los cuales se encontraban sus colegas Iván Bunin y Máximo Gorki, así como un legendario cantante de ópera, el bajo Fiódor Chaliapin.

Esta aparente estabilidad es frágil, pues el museo sobrevivió a un seísmo y a la ocupación nazi. Pero una de las pruebas más difíciles surgió con la independencia de Ucrania en 1991, a la cual Crimea había sido incorporada en 1954 por el dirigente soviético Nikita Kruschev.

Desde entonces, la financiación llega con cuentagotas, provocando la inevitable ruina del museo, que no recibió ni un centavo para celebrar el 150º aniversario del nacimiento de Chéjov, que se conmemora el viernes.

"Nosotros sólo recibimos dinero para pagar los salarios, los impuestos locales y la vigilancia policial", suspira Alla Golovachiova, directora del museo.

"En Ucrania, la cultura sólo recibe las migajas (del presupuesto global)", protesta el diputado regional Oleg Zubkov, acusando al Gobierno de descuidar la herencia cultural rusa en Crimea.

Ante la falta de fondos para su mantenimiento, la casa se encontró hace algunos años sin calefacción y con infiltraciones de agua que hubieran podido destruir las preciosas piezas de la exposición: muebles, documentos y ropa de la familia Chéjov.

Finalmente, el magnate ruso Alexander Lebedev acudió en ayuda del museo, y en 2008 financió las obras más urgentes, fundamentalmente la instalación de la calefacción.

Otros mecenas, en su mayoría rusos, así como algunos ucranianos e incluso británicos, aportan sus contribuciones. Pero la financiación está lejos de ser suficiente, ya que el Estado ucraniano se limita a aportar el mínimo y el Estado ruso no suministra ayuda alguna.

En 2003, Vladimir Putin, en esa época presidente de Rusia, visitó el museo con su homólogo ucraniano de entonces, Leonid Kuchma. Ambos escribieron palabras de agradecimiento en el diario de los visitantes, pero esa cita no fue seguida por ninguna ayuda gubernamental.

Actualmente se observan grietas en las paredes de la casa, construida sobre un terreno poco estable, y largas resquebrajaduras se extienden hasta los cimientos del edificio administrativo, donde se encuentran las reservas del museo y las exposiciones temporales.

El costo aproximativo de las obras necesarias para evitar eventuales daños de graves consecuencias fue estimado en "varios millones" de hryvnias (varios cientos de miles de euros), señaló Golovachiova. Pero la directora del museo ignora dónde encontrarlos.

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