jueves, 1 de octubre de 2009

Un Informe con consecuencias.

La diplomática suiza Heidi Tagliavini ha presentado un Informe sobre el origen de la Guerra de Georgia, encargado y financiado por la Unión Europea. Todavía no he podido acceder al texto por lo que me voy a limitar a comentar de forma esquemática tanto sus conclusiones como los efectos que previsiblemente va a tener sobre la política internacional de nuestros días.

1.- Los medios de comunicación y los servicios diplomáticos ruso y georgiano han reaccionado como si se tratara de una posición oficial de la Unión Europea, dando por sentado que franceses y alemanes no hubieran permitido su publicación sin haber dado su previo visto bueno. En cualquier caso, su posterior silencio sería la prueba de su consentimiento.

2.- El Informe es crítico con el comportamiento de las dos partes, pero carga la responsabilidad del primer disparo sobre las fuerzas georgianas, como si el uso de la fuerza fuera el hecho determinante y no la decidida voluntad rusa de anexionarse los territorios de Abjacia y Osetia del Sur. El Informe utiliza el derecho internacional para culpar a Georgia, ignorando todo aquello que no quiere ver.

3.- El Informe parece sancionar, por las referencias que he podido encontrar en los medios, el principio de que un estado, Georgia, no tiene derecho a imponer su soberanía sobre su propio territorio ni defenderse de otro, Rusia, que, habiendo introducido tropas amparándose en una misión pacificadora, había anunciado a la comunidad internacional su voluntad de incorporase ambos territorios en el marco de la Crisis de Kosovo.

4.- Iniciado el conflicto la mayor parte de los estados europeos, encabezados por Francia y Alemania, dejaron claro que no estaban dispuestos a sacrificar sus relaciones con Rusia por culpa de Georgia. El presidente Sarkozy, entonces presidente de turno de la Unión, se brindó a protagonizar una pseudo-mediación que se resolvió en favor del gobierno de Moscú. La publicación del Informe sanciona aquella posición y envía un mensaje claro a aquellos países que están en situación semejante, como Moldavia o Ucrania. Su vocación europeista o atlantista no puede convertirse en un obstáculo para las relaciones entre Bruselas y Moscú. La Unión nunca aceptará formalmente el derecho de Rusia a disponer de un área de influencia sobre los países limítrofes -Doctrina Breznev-, pero actuará como si lo hubiera hecho. El Gobierno de Kiev debe entenderse con Moscú, es decir ceder, y dejar de convertirse en una causa constante de problemas.

5.- Las potencias europeas no disimularon su contrariedad ante la propuesta norteamericana de instalar su Defensa anti Misiles en Polonia y Chequia, porque suponía un refuerzo de la relación de estos países con Washington y un nuevo litigio con Moscú. Tampoco disimularon su rechazo a la actuación de la diplomacia norteamericana en Ucrania y el Cáucaso. Ahora, ante el giro impuesto por el presidente Obama a la diplomacia norteamericana, tratan de consolidar su posición utilizando para ello supuestos informes técnicos.

6.- Putin está de enhorabuena. Su estrategia de acción contundente -tanto en el plano diplomático como en el militar- ha tenido efectos muy positivos. Estados Unidos ha retirado su Defensa anti Misiles, aparentemente a cambio de nada, y Europa reconoce, de hecho, su derecho a ejercer un área de influencia sobre su entorno inmediato. El bloque oriental -estados bálticos, Polonia, Chequia, Hungría- se ha visto avasallado por el renovado eje París-Berlín, que no está dispuesto a poner en peligro sus suministros energéticos ni mucho menos a mantener pulsos diplomáticos con Rusia. Una rendición a tiempo evita muchos sinsabores.

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