sábado, 7 de marzo de 2009

Rusia/EE.UU.: unidos por necesidad

Sólo un mes atrás, las relaciones entre Rusia y Estados Unidos estaban en su punto más bajo desde el colapso de la Unión Soviética.

El Kremlin culpaba a Washington por todo, desde la crisis económica mundial hasta la guerra en Georgia, incluso de la crisis del gas que tuvo lugar en Año Nuevo entre Ruisa y Ucrania.

La última vez que Condoleezza Rice visitó Moscú como secretaria de Estado, ella y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, apenas se podían mirar a la cara, mucho menos sonreirse.

Pero este viernes el mismo Lavrov se reía y bromeaba con la sucesora de Rice, Hillary Clinton.

¿Qué ocurrió? ¿Acaso Rusia se ha unido de repente al resto del mundo que se ha enamorado del presidente Barack Obama? Pues no.

El repentino cambio de relaciones entre Rusia y Estados Unidos no es impulsado por Moscú, sino por Washington.

No es que el presidente Obama haya perdonado a Rusia por su invasión a Georgia o nada por el estilo. Es algo profundamente pragmático.

Como un funcionario estadounidense en Moscú lo definió: "El presidente Obama tiene muchos problemas en su plato en este momento. La mayoría de ellos no son fácilmente solucionables. Por eso necesita resolver aquellos que sí tienen solución".

Y uno de ellos es Rusia.

Líneas de suministro

Pero tal vez una razón más grande es que EE.UU. necesita la ayuda de Rusia.

Barack Obama, presidente de EE.UU.
Los principales problemas en el plano internacional que enfrenta Obama son Irak, Afganistán e Irán. En al menos dos de ellos, Afganistán e Irán, Moscú puede colaborar

Los principales problemas en el plano internacional que enfrenta Obama son Irak, Afganistán e Irán. En al menos dos de ellos, Afganistán e Irán, Moscú puede colaborar.

Tomemos Afganistán. El presidente Obama está a punto de desplegar 17.000 soldados más allí en los próximos meses.

Todos necesitan ser alojados, alimentados y armados. Es una operación logística enorme.

Pero la ruta principal de suministros pasa a través de Pakistán y cruza el Paso Khyber. En los últimos meses la ruta ha sido escenario de repetidos ataques por parte de militantes paquistaníes.

EE.UU. necesita una alternativa y ahora tiene una.

Una semana atrás un tren cargado con suministros estadounidenses salió del puerto de Riga, en Letonia, atravesó Rusia y el martes estaba cruzando Kazajstán en camino a la frontera afgana.

Esa fue una señal clara de hacia dónde iban las relaciones entre Washington y Moscú.

En los próximos meses cientos de trenes con cargamentos similares seguirán la misma ruta.

El patio trasero de Rusia

Pero, usted puede preguntar, ¿qué gana Moscú con esto? Más allá de las apariencias, Rusia no quiere que EE.UU. y sus aliados de la OTAN fallen en Afganistán. Ayudar a los estadounidenses sirve a las intereses rusos.

Vladimir Putin, primer ministro de Rusia
Rusia tampoco está de ánimo como para adoptar un rol beligerante como el que asumió el año pasado cuando invadió Georgia

El Kremlin también tiene otras prioridades.

Primero quiere que Washington termine con su plan de desplegar un escudo de defensa misilístico en Europa del Este.

Con la llegada del presidente Obama, Rusia tiene ahora una esperanza real de que este escenario es posible.

En agradecimiento, hará lo que pueda para presionar a Irán para que cancele su programa de misiles a largo alcance, aunque muchos en Moscú dudan que Teherán vaya a hacer algún caso.

Rusia tampoco está de ánimo como para adoptar un rol beligerante como el que asumió el año pasado cuando invadió Georgia.

La crisis económica mundial le está pegando muy duro.

Los beneficios petroleros han colapsado y el mercado bursátil cayó en un 80%. El valor del rublo se ha devaluado un tercio y el desempleo está a punto de tocar el 10%.

El primer ministro, Vladimir Putin, tiene cosas más importantes que hacer que pelearse con el Tío Sam.

Pero existe una cuestión en la que ambos países tienen mucho espacio para el desacuerdo.

En Rusia se le llama "la era post-soviética". Se refiere a los países que solían ser parte de la URSS. Estos incluyen Ucrania, el Cáucaso y las naciones de Asia Central.

El Kremlin quiere que Washington reconozca que esto es el patio trasero ruso.

Como un analista lo definió: "EE.UU. necesita entender que es nuestro invitado en estas regiones y que nosotros somos los anfitriones".

Pero en los próximos días lo más interesante será ver como los medios de comunicación rusos, extensamente controloados por el Estado, explican a su público que EE.UU. no es, tal vez, culpable de todo lo que anda mal en el mundo".

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