sábado, 7 de febrero de 2009

Rusia tiende la mano a Occidente

Un clima de mayor cooperación entre Rusia, por una parte, y Estados Unidos y la UE, por la otra, se perfilaba ayer tras una etapa de turbulencias caracterizada por recriminaciones, amenazas y dos grandes crisis, la guerra con Georgia, en agosto de 2008, y la guerra del gas con Ucrania, en enero.

Coincidiendo con la presentación internacional de la Administración de Barack Obama en Múnich, Rusia anunció que permitirá a Washington usar su territorio para el traslado de cargas militares no armamentistas a Afganistán, según el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. La Unión Europea, por su parte, reemprendió ayer el diálogo por todo lo alto con el Kremlin en la visita del presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso y nueve comisarios a Moscú. Esta modalidad de reuniones tan amplias no se realizaba desde hacía tres años, según el primer ministro ruso, Vladímir Putin. Barroso transmitió al presidente, Dmitri Medvédev, su preocupación por el Estado de derecho en Rusia tras los recientes asesinatos de un abogado defensor de derechos humanos y una periodista.

Lavrov explicó que Moscú ha accedido a la solicitud formulada hace varios días por Estados Unidos. "Ahora esperamos que los socios norteamericanos nos presenten una petición concreta con la cantidad y la descripción de la carga", dijo. Y agregó: "En cuanto lo hagan les daremos los permisos correspondientes".

En abril de 2008, en la cumbre de la OTAN en Bucarest, la Alianza y Moscú firmaron un acuerdo que contemplaba el uso del territorio ruso para avituallar a la coalición liderada por EE UU que lucha contra los extremistas islámicos en Afganistán, pero las relaciones entre la OTAN y Rusia quedaron congeladas tras la guerra del Cáucaso. No obstante, países como Francia y Alemania tienen sus propios arreglos de tránsito con Rusia en apoyo de la misión en Afganistán. España utiliza el espacio aéreo ruso con autorizaciones para cada vuelo y prevé firmar un acuerdo para el tránsito de material bélico y personal durante la visita de Medvédev a Madrid a principios de marzo.

Las dificultades y peligros para el abastecimiento de la coalición en Afganistán por la ruta de Pakistán, que es la principal, han revalorizado el trayecto desde el norte, por Rusia y los países centroasiáticos ex soviéticos. En este contexto, el anunciado cierre de la base de Manás, en Kirguizistán, supone un duro revés para Estados Unidos y sus aliados. Los analistas lo interpretan como un ardid de Kirguizistán para mejorar las condiciones de arriendo ante el incremento en 30.000 personas del contingente norteamericano en Afganistán, o como una maniobra inducida por Moscú para imponer sus reglas de juego a los estadounidenses en Asia Central. Esta última idea podría estar relacionada con las propuestas, aún poco definidas, del presidente Medvédev para una nueva arquitectura de seguridad en el continente euroasiático.

Prueba de que Moscú quiere cambiar las reglas de juego son las declaraciones del embajador de Moscú ante la OTAN, Dmitri Rogozin, según el cual, si la Alianza quiere hablar en serio de Afganistán con Rusia debe establecer "relaciones directas" con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC formado por Moscú, Bielorrusia, Armenia, Kirguizistán, Uzbekistán, Kazajistán y Tayikistán) y además "dar a Rusia la oportunidad de participar en las discusiones internas sobre temas de seguridad". Tras el 11-S, Putin, entonces presidente de Rusia, acogió favorablemente la presencia norteamericana en Asia Central, considerada por los rusos como su esfera de influencia. Posteriormente, el Kremlin vio esa presencia como una amenaza para su seguridad. Moscú fortaleció los lazos militares con Uzbekistán y recuperó el terreno perdido, cuando Estados Unidos fue obligado a abandonar sus bases en aquel país. Esta semana, Rusia y sus aliados del OTSC decidieron crear unas fuerzas de reacción rápida conjuntas que, según Medvédev "no serán peores que las de la OTAN".

Mientras tanto, el secretario de Estado de Kirguizistán, Adoján Madumárov, asegura que "el destino de la base aérea ha sido sellado", con lo que parece disipar las dudas sobre el cierre de la base.

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