Todo movimiento de concentración debe pasar, tarde o temprano, por el filtro de Competencia. En ese trance se encuentra la anunciada fusión entre Gas Natural y Unión Fenosa.
A priori, no parece que la operación vaya a encontrarse con escollos significativos en su camino, lo que no implica que la Comisión Nacional de Competencia (CNC) no exija determinados sacrificios para dar su beneplácito. Los matices siempre son relevantes e imponer desinversiones no es lo mismo que negociarlas.
Gas Natural se ha dirigido por escrito a la CNC para proponer un plan de enajenaciones que concilie los intereses de ambas partes y permita sacar adelante el proyecto.
Es cierto que con la integración de Fenosa el nuevo grupo dominaría más del 60% del negocio de la distribución de gas en España, pero no lo es menos que, desde una óptica europea y sectorial, la futura sociedad continuaría siendo un actor de moderado tamaño frente a los principales agentes del mercado energético.
La seguridad en el suministro fue uno de los argumentos esgrimidos en su momento por la gasista para no tener que acometer desinversiones, cuestión que, tras el reciente y lamentable episodio protagonizado por Ucrania y Rusia, ha vuelto a cobrar relevancia, sobre todo si se considera la elevada dependencia que España tiene del gas exterior, especialmente del argelino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario