martes, 23 de septiembre de 2008

El mar y la pólvora

Parece impensable que la crisis georgiana se repita ahora con la misma intensidad en Crimea
La flota rusa forma parte de nuestra historia, y toda la vida en esta ciudad ha girado siempre en torno a ella. Podemos decir que esta es su casa", asegura Evgueni Dubovik, un antiguo oficial ahora diputado en la Asamblea Local de Sebastopol. Esta ciudad ucraniana de la península de Crimea rebosa tranquilidad pese a los augurios más alarmistas que sitúan aquí una próxima guerra fría. El lugar elegido para hablar de esta ciudad es paradigmático: en el centro histórico de Sebastopol, a cien metros del monumento al almirante Pavel Najimov, la cafetería Pobieda. Un canto a la nostalgia, decorada con recuerdos soviéticos y fotos del primer coche que se construyó en la URSS tras la Segunda Guerra Mundial: el Pobieda (Victoria, en ruso). La corta guerra de este verano entre Rusia y Georgia a causa de Osetia del Sur ha atraído la atención sobre Sebastopol y el futuro de la flota rusa. Los políticos prooccidentales ucranianos han lanzado la idea de que podría ser el próximo objetivo de Rusia en sus ansias expansionistas. El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Vladimir Ogrizko, ha denunciado que Rusia está repartiendo pasaportes entre la población de Crimea y eso significa la preparación de una "intervención militar". Y el presidente de Ucrania, Viktor Yuschenko, ordenó cerrar el paso a aguas ucranianas de los buques rusos que saliesen en misión de guerra. "¿Pero qué clase de presidente tenemos, que quiere impedir volver a su casa a la flota?", se pregunta Dubovik, el diputado prorruso. ...

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