viernes, 15 de agosto de 2008

Neo-imperialismo ruso, el nuevo desafió europeo

Moscú ha enviado el claro mensaje, tal parece que en su “zona de influencia regional” tener lazos estrechos con EE.UU. y Occidente es un grave error y que se paga muy caro por ello. Europa deberá reconocer que la realidad ha marcado el fin de una corta utopía en que se creyó en la cooperación continental donde el derecho de los nuevos países surgidos post-caída de la cortina de hierro a escoger su propio destino era visto con buenos ojos.

El reciente alto el fuego aceptado por el presidente ruso Dimitri Medvedev resulta insuficiente para ocultar las excusas con las que Moscú pretende justificar su invasión a Georgia, los ambiguos e inconsistentes argumentos de Rusia presentan una peligrosa similitud a los pasajes más oscuros de la historia europea bajo la maquinaria de guerra del Tercer Reich alemán del año 1939.
Después de otorgar nacionalidad, y según se sabe, más de 75 mil pasaportes a ciudadanos abjazios y osetos, Moscú logro preparar desvergonzadamente el terreno para asegurar ahora que no pudo mantenerse al margen y que era su obligación intervenir para proteger a los nacionales rusos, una táctica tan falsa y vetusta que recuerda a la excusa utilizada por la Alemania nazi de Adolf Hitler en el comienzo de la II Guerra Mundial.
Lo que ha quedado prístinamente demostrado, es que Rusia no tiene el mínimo interés en apoyar y estimular las democracias vecinas y propugna el retroceso de los avances democráticos en sus fronteras destruyendo cualquier oportunidad de nueva ampliación de la OTAN y la Unión Europea y así, reestablecer su control para convertir a sus vecinos en una suerte de esfera hegemónica como en los años de la extinguida URSS.
Moscú ha enviado el claro mensaje de que en su “zona de influencia regional”, tener lazos estrechos con EE.UU. y Occidente es un grave error y que eso se paga muy caro. Europa deberá reconocer que la realidad ha marcado el fin de una corta utopía en que se creyó en la cooperación continental y el derecho de los nuevos países surgidos post-caída de la cortina de hierro a escoger su propio destino era visto con buenos ojos.
Pretender que Rusia es una fuerza neutral de pacificación en los conflictos que se producen en sus fronteras es un grave error político-estratégico. “Rusia es parte del problema, no la solución”. Hace tiempo que Moscú aprovecha los mandatos internacionales para perseguir, desarrollar y fortalecer políticas neoimperialistas. Occidente debe dejar sin efecto de esos mandatos y procurar que haya fuerzas internacionales verdaderamente neutrales, a órdenes de Naciones Unidas, para vigilar el éxito futuro del alto el fuego y servir de mediadoras genuinas.
Esta guerra y sus más de 3000 muertos eran completamente evitables. Ha sido innecesaria bajo cualquier análisis y ocasionada básicamente por la debilidad de la diplomacia occidental y la falta de unidad transatlántica reforzada por la disparidad de criterios para abordar un problema como el ruso que no presenta demasiadas opciones para ser abordado. Sólo una unidad transatlántica fuerte puede detener este tipo de guerras de baja intensidad generadas por el “neoimperialismo ruso”. De no ser así, podremos añadir una mancha más a la ya larga lista de fracasos de la comunidad internacional, la Unión Europea y la ONU.
Rusia invadió un Estado vecino, violo su soberanía y pretende derrocar un gobierno democrático elegido por su pueblo, ello conforma una acción inaceptable en el siglo XXI y es una clara declaración de guerra a las democracias y a las libertades más elementales. Occidente necesita contrarrestar las presiones de Rusia sobre sus vecinos, especialmente Ucrania, que sin ninguna duda será el próximo objetivo de Moscú. Estados Unidos y la Unión Europea deberían dejar muy claro que no abandonaran a Ucrania y a Georgia. EE.UU. y la Unión Europea deben aclarar que este tipo de agresión afectará a las relaciones y el prestigio de Rusia en Occidente. Aunque no hay que pensar en una intervención militar occidental en Georgia, no es posible ignorar las acciones rusas. La comunidad internacional debería advertir al Kremlin de que su prestigio en el concierto de las naciones se ha deteriorado gravemente por sus conductas colonialistas violentas.
Es cierto que los sucesos de la última semana en Osetia del Sur aun no están del todo claros en cuanto a sus inicios. Cada una de las partes sostiene su propia versión. Pero lo que no se puede ignorar y de lo que no ninguna duda, es que Georgia definitivamente reaccionó ante las innumerables provocaciones de los separatistas de Osetia a quienes el Kremlin sostiene, apoya y financia desde mucho tiempo atrás.
No estoy seguro que Georgia deseara esta guerra. Mas allá de los errores del gobierno Georgiano, de lo que si estoy persuadido es de la imposibilidad de sostener y justificar las acciones de Rusia. El Kremlin invadió un país vecino, violo sus fronteras internacionales y asesino a sus ciudadanos en acciones militares devastadoras, y eso es un acto de agresión ilegal que vulnera la Carta de Naciones Unidas y los principios fundamentales de cooperación y seguridad en Europa.
Habrá que revisar en profundidad la confianza que la comunidad internacional había depositado en que Rusia estuviera inclinándose por políticas más liberales y abiertas a partir de su presidente Dimitri Medvédev. Su conducta y acciones militares no dejan lugar a duda, Rusia que se ha constituido en un peligroso reto al orden europeo e internacional.

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