jueves, 24 de julio de 2008

Entre 'huapango' y 'matrioskas'

BAJO un sol apenas mitigado por los árboles, y ante la mirada de los paseantes matinales, los participantes del Festival de los 'Pueblos del Mundo' invadieron ayer la parte baja de Cánovas al ritmo de la música tradicional de sus países respectivos: Ucrania, México, la Federación Rusa y, por supuesto, Extremadura. Era sólo un adelanto de las actuaciones nocturnas, que también comenzaron ayer en la plaza de toros. Proseguirán hoy -con Acetre-, mañana y el sábado en el coso cacereño.Los primeros en citarse en Cánovas fueron los integrantes del ballet San Luis Potosí -ellas con sus coloridas faldas, ellos con sus peculiares sombreros- al son del 'huapango', que así se llama esta danza de México, y después los jóvenes del grupo ucraniano universitario Yunist Podillya. Todo, bajo la mirada atenta de las 'matrioskas', las célebres muñecas -de todos los tamaños- de origen ruso que se introducen unas dentro de otras.Tímida acogida Era el primero de los seis días del festival, quizás por eso pilló un poco desprevenidos a los cacereños, que se encontraban con la improvisada 'fiesta' de casualidad. La animación callejera es un ingrediente fundamental de esta cita, que desde sus orígenes eminentemente es participativa. Hasta la finalización del festival, el día 29, los talleres, pasacalles y artesanía continuarán todas las mañanas desde las 12.30 en el parque de Calvo Sotelo. Además, allí se pueden recoger las invitaciones para los espectáculos de las siguientes noches.Danzas y saltos El ballet Yunist Podillya, de Ucrania, se basa en los bailes tradicionales, pero incorpora -además de los trucos acrobáticos que los caracterizan- un toque burlón. Por su parte, el ballet San Luis Potosí, que se formó en 1984 en la ciudad mexicana del mismo nombre, representa el componente hispanoamericano en esta edición de 'Pueblos del Mundo'. Y no es la primera vez que vienen a Cáceres con ocasión de este festival. Cada grupo está formado por unas 30 o 40 personas, en su mayoría jóvenes en torno a los 20 años; a los que hay que añadir unos 100 voluntarios de la asociación anfitriona, El Redoble.Entendimiento cultural Entre ellos, que conviven estos días en la residencia San José, entenderse no les causa excesivas dificultades. Tras el baile, los de México se acercaron a los puestos a interesarse por la artesanía ucraniana, y a pesar de la diferencia idiomática, intercambiaron risas. Es lo que persigue el evento: promover el entendimiento entre culturas distantes. Un festival que, en definitiva, consigue juntar a Hispanoamérica y Europa del Este bajo los árboles de Cánovas.

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