domingo, 25 de mayo de 2008

Todos tienen claro que su futuro está en Ucrania, es lo que quieren»

Sólo 80 de los 398 niños que visitarán este verano Euskadi son nuevos. Los demás repiten vacaciones y están encantados de la vida. Pero, por desgracia, no todos los chavales ucranios disfrutarán de la misma suerte. «No hay sitio para todos», se lamenta Angulo. Y, por lo tanto, a Chernobil Elkartea no le queda otra opción que «priorizar» y atender los casos más urgentes.
De las labores de selección se encarga un equipo de voluntarios liderado por Mari José Uriarte y Belén Ugarte. Visitan este país «casa por casa» para cumplimentar los trámites de los candidatos. «El primer requisito es que residan en la zona afectada por el desastre y, por supuesto, que quieran venir y tengan el consentimiento de sus padres». Después, valoran la situación económica de cada familia para ayudar a aquellos cuyos padres cuentan con muy pocos recursos. Aunque por desgracia la inmensa mayoría de la población vive en unas condiciones de extrema pobreza sobreviviendo con «unos sueldos bajísimos», explica Uriarte.
Los profesionales más afortunados, como médicos e ingenieros, no ganan más de 150 euros mensuales. La situación ha empeorado al dispararse la inflación y los precios de los alimentos básicos. «No les llega para comer», dicen. Cuentan que el kilo de peras cuesta seis euros. Así que casi todos los niños les hacen la misma pregunta: «¿Qué nos vais a poner de comer cuando lleguemos?».
Quienes tampoco regresarán a Vizcaya serán los adolescentes mayores de 18 años, edad a la que concluye este programa de acogida. «A medida que van cumpliendo años se dan cuenta de las diferencias entre nuestro país y el suyo pero todos tienen claro que su futuro está en Ucrania». Y no sólo eso. «Es que, además, es lo quieren», subraya Belén, que antes de Luda e Irina hizo de 'madre' de Natasha.
Sin embargo, aunque el programa llegue a su fin, lo que nunca se rompen son los vínculos afectivos. «En las largas conversaciones telefónicas que mantenemos siempre me cuenta lo mismo. 'Ama, tú tranquila, que no me voy a quedar embarazada como otras chicas de mi edad. Yo primero quiero estudiar y luego trabajar para tener un coche». Así que no te preocupes'», evoca, emocionada, Belén mientras empieza a llenar de globos la habitación de Luda e Irina, que ellas, con 7 años recién cumplidos, son muy niñas.

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