domingo, 27 de abril de 2008

Un violinista de 'pata negra'


El maestro ucraniano Pavel Vernikov actúa esta tarde en Chinchilla de la mano de la orquesta Siglo XXI-Fundación Auno


Afirma que hoy en día hay, en el mundo, muchos virtuosos del violín, poseedores de una gran técnica, pero pocos «músicos» que sepan expresar auténticas emociones con este instrumento. Pavel Vernikov (Odessa, Ucrania, 1952), considerado uno de los grandes maestros de esta especialidad, actúa esta tarde en el Teatro de Chinchilla de Montearagón, de la mano de la Orquesta Siglo XXI-Fundación Auno.Vernikov atendió ayer por la mañana a los medios de comunicación en el hotel Los Llanos de Albacete, tras disfrutar en una terraza con vistas al Parque Abelardo Sánchez de la jornada casi veraniega. Aunque sin apenas tiempo para conocer la ciudad, el artista ucraniano -afincado a caballo entre Italia y Austria- se mostró encantado de poder tocar hoy en Chinchilla, dentro de un concierto en el que estará acompañado por la joven albaceteña Ana María Badía.Badía, que actúo como traductora de ruso para los periodistas, avanzó cuál será el repertorio que se ha preparado para la ocasión, compuesto por obras de Mozart, Bach, Vivaldi y tangos de Piazzolla. Una propuesta variada ya que, según indicó Vernikov, «la música es como la comida; tiene que haber un entrante, un plato principal y un postre». Una diversidad que, al fin y al cabo, «es lo que atrae al público», y que está en el extremo contrario de la «moda de las monografías» en escena, con la que tanto él como la joven Badía se mostraron en desacuerdo.Pavel Vernikov comenzó a tocar el violín a los cinco años en su ciudad natal, un lugar donde, según explicó jocosamente, «sólo tenías dos opciones: o eras violinista o un ladrón», aunque eso sí, «de los que quitaban a los ricos para dárselo a los pobres». Estudió en la Escuela de Música Stoliarsjk, un centro al que «todas las madres querían llevar a sus hijos» y por el que han pasado grandes figuras del violín. FormaciónCompletó su formación en el Conservatorio Tchaikowsky de Moscú, ganando numerosos concursos nacionales, y durante casi veinte años desarrolló una intensa actividad como miembro del Tchaikowsky Trio, formación que tras un paréntesis está de nuevo en activo. En sus actuaciones, que le han llevado por España con conciertos en Santander o en el Palau de la Música de Valencia, le acompaña su violín Guarneri (Baron Knoff) de 1747, una pieza única valorada en un millón de euros cedida por una fundación de Italia, país que ha acogido buena parte de su trayectoria artística y donde sin embargo echa de menos una mayor inversión cultural en salas de conciertos, «al contrario que en España -señaló en este sentido- donde hay muchas y nuevas».Vernikov valoró también con agrado la respuesta del público español, del que afirmó que «como todo lo latino, es muy temperamental y emotivo». Su conocimiento de nuestro país se extiende a la gastronomía, un saber que le sirvió de ejemplo para analizar las consecuencias de la globalización en la música clásica con una anécdota: «En Bolonia pregunté una vez si había jamón de pata negra y, en efecto, tenían, pero no era bueno». A juicio del ucraniano, «hay que enseñar a la gente productos buenos para que puedan demandarlos, y eso es algo que hay que ofrecer desde la infancia», ya que «la belleza nos rodea en todo; simplemente, se trata de saber verla y entenderla».El objetivo es que una muestra de esa magia que esconden las cosas bellas se pueda ver hoy en el Teatro de Chinchilla, gracias al segundo concierto de la temporada estable que la orquesta Siglo XXI-Fundación Auno ha puesto en marcha en colaboración con el ayuntamiento de la localidad albaceteña. El concierto dará comienzo a las 19,30 horas y el público podrá disfrutar de esta propuesta a un precio simbólico, ya que las entradas sólo cuestan dos euros.

No hay comentarios: