domingo, 13 de abril de 2008

El espíritu de la cumbre de Kiev

Bien dijo Dostoyevski: “¿Qué dosis de verdad es capaz de soportar un hombre?” Los gobiernos autoritarios tienen la piel delgada pero la mano pesada.
En la perla de Ucrania, justo en el recinto que fuera el Museo de Lenin y que ahora es simple pero afortunadamente la Casa de Ucrania, tuvo lugar la Quinta Asamblea del movimiento mundial por la democracia; la primera de estas cumbres sucedió en Nueva Delhi y, allá, la emoción de los asistentes —nos cuentan— alcanzó niveles mayores al escuchar la voz del Dalai Lama y, en otra sesión, al Nóbel Amartya Sen.
Esas cumbres ligan la ofrenda de la obra humanista de los próceres de la región anfitriona con el coloquio servido por las grandes personalidades que acuden; es posible extraer de ahí mensajes ensamblados entre el pensamiento, el coraje y la perseverancia de los grandes del pasado (originarios del país sede), y la obra, el temperamento y el discurso de los más destacados participantes. En la tierra del poeta universal Taras Shevchenko (1814- 1861), autor de El Trovador y acaso el defensor más importante del idioma ucraniano —considerado como un dialecto del ruso—, la fuerza expresiva y literaria de este artista fue sedimento del discurso del actual presidente de Ucrania Victor Yushchenco, el mismo que fuera envenenado hace poco. Éste hizo referencia a la tremenda historia de su pueblo que tiene miles de años de vida y sólo 16 de democracia, tras la caída de la URSS y el fruto libertario de la Revolución Naranja.
La altiva Kiev fue sin duda una ciudad privilegiada por el arte y la arquitectura religiosa, en cuyas colinas se edificaron las formidables catedrales de cúpulas doradas y periformes (ejemplo del estilo ruso-bizantino) y que a la luz del sol refulgen coronando la espesura del verde de los árboles que conforman calles y jardines. Fue interesante que en esta ocasión la región latinoamericana tuviera la palabra en voz del ex presidente de Perú, Alejandro Toledo, acompañado por Guillermo González Arica.
El encuentro concluyó con un pronunciamiento enfático sobre la situación en el Tíbet y un memorable mensaje de Václav Havel transmitido en la clausura, estuvieron más de 400 participantes de todos los sitios del planeta, delegaciones integradas por activistas independientes, académicos y directivos de la ONU, de la OEA y de la NED (National Endowment for Democracy), como la venezolana Miriam Kornblith; además, los argentinos Eduardo Bertoni, Roberto Saba y Viviana Kristicevic; la colombiana Elizabeth Ungar; la peruana Cecilia Bondet y Jaime Ordóñez de Costa Rica, entre otros.
No pocas delegaciones asistieron desafiando la irritación de sus gobiernos: en especial, los casos Venezuela y Cuba (se reconoce el valor de Carlos Ponce y de Joel Brito, respectivamente). Ahí narraron historias similares de Egipto, Singapur y Malasia. Bien dijo Dostoyevski: “¿Qué dosis de verdad es capaz de soportar un hombre?” Los gobiernos autoritarios tienen la piel delgada pero la mano pesada.

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