sábado, 29 de marzo de 2008

La OTAN encara una nueva y polémica ampliación en una cumbre histórica


Estados Unidos y sus aliados europeos están divididos sobre la conveniencia de abrir la puerta a Ucrania y Georgia

La Alianza Atlántica celebra esta semana, los próximos miércoles, jueves y viernes, en la capital de Rumania, Bucarest, una cumbre de relevancia histórica donde al menos tres países, Croacia, Macedonia y Albania, van a ser formalmente invitados a integrarse en la organización. No satisfechos aún con ello, un número importante de socios, con Estados Unidos al frente, se proponen ejercer una presión considerable sobre los demás aliados, en busca de un problemático consenso sobre la conveniencia de ofrecer, durante la reunión, un futuro atlantista explícito a Georgia y Ucrania
La ocasión, además, constituye el marco idóneo para la plasmación del cambio de actitud de la Francia de Sarkozy hacia Estados Unidos, desde la política de confrontación y boicot protagonizada por Jacques Chirac, que va a encontrar un momento relevante en la formalización de la anunciada oferta del presidente francés de acrecentar, posiblemente con un millar de hombres más, la presencia militar francesa en Afganistán.
La asistencia en Bucarest de Vladimir Putin al Consejo OTAN-Rusia que se celebrará al margen de la cumbre aliada, será útil para visualizar el nivel de tensión entre el Kremlin y la organización aliada, que es aparentemente muy alto. Moscú, que reniega de toda ampliación de la zona de influencia de la OTAN, ha advertido que el ofrecimiento de un futuro atlántico a Kiev y Tbilisi constituiría una «provocación» y Rusia es una pieza de talla en el tablero que va a desplegarse en la capital rumana.
Rusia tiene, además, sus contenciosos particulares con Estados Unidos y entre ellos, el proyecto de escudo antimisiles, con sus segmentos a instalar en la República Checa y Polonia, no contribuye precisamente a suavizar las tensiones. George W. Bush quiere un acuerdo en la cumbre sobre un marco estratégico del que el escudo constituye una pieza clave.
Motivos de disputa
Los motivos para la confrontación son, por lo tanto, múltiples y de entidad. La ampliación es, de todos ellos, el más complejo.
Desde un punto de vista militar, y como ha reconocido recientemente un informe del Congreso estadounidense, que Albania, Macedonia y Croacia entren en la OTAN tiene una importancia menor. Otra cosa es que, con ello, el área de influencia de la Alianza Atlántica, (de Estados Unidos por ello, en definitiva), continúe expandiéndose, por territorios, además, que en otro tiempo formaron parte del jardín soviético. Resta aún limar asperezas con Atenas a cuenta del nombre de Macedonia, que se esperan obviar en la cumbre. Estados Unidos mantiene con Grecia negociaciones al respecto en el marco de Naciones Unidas.
Ucrania y Georgia son harina de otro costal. Moscú se opone firmemente a la entrada de ambos países en la organización aliada, aunque tal eventualidad no sea contemplada con carácter inmediato.
Lo que Washington quiere (y Canadá y la mayor parte de los nuevos socios del Este europeo con él) es ofrecer a Tbilisi y a Kiev un «Plan de Acción para Adhesión» (Membership Action Plan o MAP en inglés), que constituye una hoja de ruta para la entrada de un candidato en la organización aliada. Se trata de un paso adelante con respecto al «Diálogo Intensificado» con el que ambos países cuentan ya.
Entre los socios europeos hay reticencias al planteamiento de Washington. Francia y Alemania, con el apoyo de España, Italia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Portugal, consideran que no se dan las condiciones para ofrecer un MAP a Ucrania y Georgia. En el primero de estos países no existe un clima de opinión favorable a la OTAN y el segundo afronta problemas territoriales de entidad, con las amenazas separatistas de Abjacia y Osetia del Sur.
Los favorables al MAP para ambos países arguyen que Moscú era un opositor enérgico a la entrada de Polonia y los países bálticos en la OTAN, y que sin la determinación de esta, esa ampliación no hubiera tenido lugar. La ocasión, con Putin en trámite de cesión de poderes a Medvedev, es única -dicen- para poner a Kiev y a Tbilisi en una posición de fuerza ante el nuevo inquilino del Kremlin.
En la OTAN tampoco es que manifiesten una gran contención verbal hacia Moscú. Su secretario general, Jaap de Hoop Scheffer, pedía el viernes a Vladimir Putin, a través de un diario británico, huir de «retóricas inútiles del estilo de 'vamos a tomar como rehén a tal país o a tal otro' ( ) No sólo son inútiles sino que nos retrotraen a la época del muro de Berlín y del telón de acero».
Sergei Lavrov, el ministro ruso de Defensa, manifestaba también esta semana que la ampliación de la OTAN no responde a las necesidades del presente, en el que «las amenazas que nos conciernen a todos son bien conocidas».
El primer ministro y anfitrión de la cumbre, Traian Basescu, da por hecho que la ampliación a tres se va a concertar en Bucarest.
Es partidario de abrirles también el paso a Ucrania y a Georgia, y cree que Bosnia Herzegovina y Montenegro obtendrán de la OTAN sendos MAP en la cumbre.
Escudo antimisiles
En el contencioso del escudo antimisiles, por el contrario, las cosas no han avanzado significativamente. Las últimas ofertas de la secretaria de Estado de Estados UnidosU, Condoleezza Rice, de permitir a los rusos el acceso a las instalaciones de Polonia y la República Checa han generado respuestas po«sitivas del lado de Moscú, pero las diferencias en los aspectos centrales del proyecto siguen siendo muy importantes. Una encuesta del Harris Interactive, comisionada por varios medios informativos europeos, daba cuenta esta semana que una mayoría de europeos se opone al proyecto.
Lo que suceda en la cumbre estará directamente subordinado a las posiciones norteamericanas y europeas, que van a manifestarse a continuación, en cumbres bilaterales aisladas con Rusia. La primera tendrá lugar en Solchi (Mar Negro) entre Bush y Putin, poco después de que la OTAN concluya su Consejo Atlántico al máximo nivel y la segunda en julio, en Khanty Mansiisk (Siberia), durante la cumbre anual UE-Rusia.

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