martes, 7 de diciembre de 2010

Pesas para la balanza ruso-ucraniana

Moscú, (PL) Las pesas para lograr una balanza estable en las relaciones entre Rusia y Ucrania, como el asunto del gas, la flota rusa del Mar Negro o los nexos con la Unión Europea (UE), parecieron jugar con más precisión en este año.

Después de un lustro de difíciles vínculos bilaterales, Moscú y Kiev lograron recomponer el estatus quo con la llegada a la presidencia ucraniana de Viktor Yanukovich, líder del Partido de las Regiones, de orientación pro-rusa, pero con arraigo nacionalista.

En la misma primera visita de trabajo que realizó a Ucrania en mayo de este año el mandatario ruso, Dmitri Medvedev, se esbozó el esquema que marcaría el avance de los nexos entre los dos países, es decir, la vinculación del asunto del gas con el de la flota rusa del Mar Negro.

Medvedev lo reconoció claramente: a cambio de que Rusia reduzca en 100 dólares el precio del gas que suministra a Ucrania, lo cual considera una ayuda económica indirecta, Kiev extiende la permanencia de la flota del Mar Negro en la base de Sevastopol más allá del 2040.

Aunque la oposición ucraniana acusó al equipo de Yanukovich de traición y comprometimiento de los intereses nacionales con tal acuerdo, la decisión fue considerada justa y acorde con los nuevos aires en los vínculos entre Moscú y Kiev.

Ello, además, va por encima del arreglo fijado en enero de 2009 por la entonces primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, y el jefe de Gobierno ruso, Vladimir Putin, sobre los términos de compra de gas ruso en el plazo de una década.

Según la avenencia de Putin y Timoshenko, a partir del 1 de enero de este año, los precios debieron subir hasta homologarse con los de mercado que paga Europa Occidental, por lo que las nuevas condiciones fijadas por Medvedev y Yanukovich aparecían como más favorables.

Pero como en otros tiempos, el cambio de vector de la política exterior en Ucrania, más orientada a Rusia, estuvo lejos de desechar una de las pesas de la balanza en las relaciones bilaterales y pronto Kiev volvió a las exigencias de reducir la tarifa del gas.

El primer ministro ucraniano, Nikolai Azarov, consideró que aunque se habla de disminuir en 100 dólares la tarifa del gas por cada mil metros cúbicos, no se tiene en cuenta que el precio inicial propuesto a su país es mucho más elevado que en Europa.

Tal posición pareció demostrar que ninguna de las dos partes desechó por completo las respectivas pesas de la balanza en sus nexos, las cuales suelen emplearse para buscar equilibrios estratégicos.

Ucrania tampoco desea que la modernización de su sistema de gasoductos con la participación de la UE y Rusia devenga una entrega del control de esa red a ésta última.

Azarov aprovechó una reunión en noviembre en San Petersburgo del consejo de primeros ministros de la Comunidad de Estados Independientes para reiterar su preocupación por los métodos de formación de los precios del gas, aún cuando se reduce su demanda. En el citado mes, el consorcio Gazprom debió reconocer que sus ventas en Europa decrecieron este año en casi un 15 por ciento, mientras esa región busca incrementar la compra de gas licuado y otras fuentes de gas natural como el caso de Noruega.

A ello se unen las dificultades de la UE para salir definitivamente de la crisis económica global.

Lo cierto es que Rusia y Ucrania sopesan nuevamente elementos de sus relaciones, pues se trata de dos países que poseen con una fuerte interdependencia comercial, con una estrecha cooperación en la esfera energética, aeroespacial, automotriz, minera y financiera.

Una visita de trabajo en noviembre de este año a Moscú del presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, vino a limar las posibles asperezas en las relaciones de dos países que parecen volver a una época de cooperación estratégica para dejar atrás las diferencias.

Ambos estados firmaron un paquete de acuerdos referidos a las inspecciones de las unidades de la flota rusa del Mar Negro en Sevastopol, el control del paso entre regiones fronterizas, la energética (petrolera y atómica) y la agricultura, entre otros.

(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Rusia.

No hay comentarios: