domingo, 25 de julio de 2010

Vacaciones saludables

Vika vuelve a Vitoria este verano. Al igual que Busaula, Anzhalika, Fatimetzu, Sergiy, Vladislav, Darina y muchos otros menores, la joven pasará con su familia de acogida en Vitoria unas vacaciones saludables y divertidas. Todo gracias a las asociaciones Chernobileko Umeak, Afanis y la parroquia de la Sagrada Familia, que hacen posible que numerosos niños mejoren su debilitada salud en verano, deteriorada por la exposición a la radiación, el calor extremo o la mala alimentación. A los ucranianos, saharauis y bielorrusos les esperan unas semanas de naturaleza, comida sana y mucho cariño.
Familia Ribera-Conde, con Darina
«El año pasado se fue llorando en el autobús»
Los vitorianos Roberto Ribera y Susana Conde conocen bien el pueblo de Darina. Visitaron la localidad ucraniana de Fenevichi hace tres años con la asociación Chernobileko Umeak, donde comprobaron lo mucho que agradecen sus padres que la menor pase los veranos en Álava. También lo agradece la pequeña, que «el año pasado se despidió de nosotros llorando en el autobús». Sus progenitores, padres de Egoi (tiene dos años y medio), compartirán por quinta vez unas divertidas vacaciones hasta el 30 de agosto. «Hemos pasado una semana en Las Landas y después Darina irá a unas colonias con actividades de cultura y naturaleza con chavales de su edad», explican. La ucraniana, de 13 años, tampoco se perderá las fiestas de La Blanca, una cita que cada vez le gusta más: «Saldrá con Basatiak, la cuadrilla de blusas de mi marido. No se pierde ninguna actividad como las barracas, el paseíllo, las vaquillas o los conciertos».
El resto de los días, Darina se bañará en la playa o la piscina, quedará con las amigas que ha ido haciendo en la capital alavesa o disfrutará yendo al cine. «Son planes que no puede hacer en su país, por eso intentamos que aproveche el verano a tope», razonan. ¿La recompensa? Sonrisas, besos, abrazos... Susana y Roberto sorprendieron a la pequeña el primer año que llegó a Vitoria con un viaje a Eurodisney. «Subimos al tren y le dijimos que íbamos a una ciudad española. ¡Qué alegría se llevó al llegar!», relatan.
Temporada tras temporada, Darina ha establecido unos fuertes lazos con la comida, el idioma -incluso ya chapurrea un poco de euskera- y las tradiciones alavesas, algo que gratifica «intensamente» a su familia de acogida.
Familia Salazar-Beitia, con Viktorya y Anzhalika
«Una de ellas ha visto el mar por primera vez»
Arantza Beitia y su familia conocen a Vika -así llaman a Viktorya- desde hace más de una década. Comenzaron a participar en 1999 en el programa de acogida que organiza la parroquia de la Sagrada Familia, y desde entonces no han fallado ni un verano. Los Salazar-Beitia, padres de Íñigo (13 años) y Jorge (10), han reubicado este año las camas de su casa para hacer sitio a dos inquilinas del Este. Los chavales lo hacen «encantados». Y es que, aparte de Vika, esta vez Anzhalika se ha unido a su familia alavesa. El caso de la primera es especial. Como ha cumplido 18 años, las normas del programa le impedían venir, así que los vitorianos han decidido traerla por su cuenta. «La invitación es complicada por los permisos, requiere un gran gasto, pero lo afrontaremos siempre que podamos», prometen.
Esta vez, la joven ha venido con su hermana pequeña Anzhalika, integrante del grupo de la parroquia. «La mayor se ocupa de cuidarla cuando estamos trabajando. Al principio, cuando sólo venía Vika, nos ayudaba un vecino», explica Arantza. Hace unos días, los alaveses llevaron a estas hermanas bielorrusas a Laredo, donde Anzhalika vio el mar por primera vez en su vida «con gran emoción».
Otra de las cosas que aprecian es la comida. «Conocen las manzanas y peras, pero en su casa no comen melocotones o cerezas. Cuando vienen los devoran», admiten. Las visitantes disfrutan de muchas otras comodidades en Vitoria. «En su casa no tienen agua corriente y consumen frutas y verduras de su huerto, algo desaconsejado donde residen por la radiación. Pero no tienen ninguna carencia afectiva. Sus padres se preocupan muchísimo por ellas», destacan. Aparte de las visitas al dentista y al oftalmólogo, su familia de acogida les llevará a la piscina, a andar en bici, al cine o a cenar fuera, además de alguna que otra excursión fuera de Vitoria.
Familia Calvo-Romero, con Sergiy y Vladislav
«Refuerzan mucho su sistema inmunitario»
Sergiy, de 16 años, y Vladislav, de 7, conocen bien la capital alavesa. Tanto que hoy saldrán con la cuadrilla de blusas Hegotarrak. Éste es el cuarto verano que Pilar Romero y su marido acogen a los menores ucranianos en su hogar. Como el matrimonio alavés tiene otros dos hijos, su vivienda se reorganiza. «Tenemos la ayuda de nuestros hijos, que cuidan del pequeño, o a veces nos echan un cable los abuelos», explica Pilar, presidenta de la asociación Chernobileko Umeak en Álava, que este año ha traído a una quincena de menores.
Una de las diferencias que notan Sergiy y Vlad son las salidas a la playa y la piscina. «En su país se bañan en el río», así que no es de extrañar que les entusiasme el mar. No obstante, «los niños son iguales vengan de donde vengan». Por eso «les encantan las chucherías, jugar a la consola o ver vídeos en 'youtube'». Al margen de los caprichos, los Calvo-Romero se esfuerzan en proporcionarles alimentos sanos y visitas a la naturaleza, así como «al dentista y a otras consultas médicas, ya que en su país la sanidad es muy cara. Los chavales vuelven a casa con las analíticas».
La Organización Mundial de la Salud, destaca Pilar, pidió que los menores residentes cerca de Chernobil «salgan 40 días al año de la zona de influencia». Como estos dos ucranianos viven a menos de seis kilómetros de la alambrada más próxima a la central nuclear, su salud agradece alejarse. «Refuerzan tanto su sistema inmunitario que una neumonía se convierte en un simple catarro», detalla.
Sus padres de acogida también les compran ropa y se acuerdan de mandarles regalos por Navidad, ya que su localidad no tiene muchas tiendas. Además, destacan la necesidad del apoyo institucional en estos momentos de crisis. «Si hay padres que no pueden acoger a los niños por falta de tiempo, se pueden hacer socios por 70 euros al año», explican. Desde luego, en casa de Pilar no les sobra el tiempo. «Mi marido gastó sus vacaciones cuando viajó a Ucrania para recoger al grupo de niños con la asociación. Y yo trabajo los fines de semana». No obstante, coinciden en que la experiencia es muy gratificante.
Familia Arrizabalaga-Martos con Busaula
«Nos pide fruta, pasta
y refrescos»
A sus diez años, a Busaula se le dibuja una gran sonrisa en su rostro cada vez que se reencuentra con la capital alavesa, y especialmente con sus progenitores vitorianos. Éste es el cuarto año que Arturo Arrizabalaga y su mujer, Juani Martos, reciben en su domicilio a este pequeño procedente de los campamentos de Tinduf, donde las temperaturas extremas y la incompleta dieta hacen mella en el sistema inmunitario de los niños. Este pequeño es uno de los 45 menores que gracias al programa 'Vacaciones en paz 2010' de la asociación Afanis puede «salir de los campamentos de refugiados, seguir un régimen alimenticio adecuado y someterse a revisiones médicas para afrontar el resto del año con más salud».
Arturo y Juani, padres de otras dos hijas, notan que al final del estío Busaula «coge más peso y se encuentra en mejor forma». Y es que el saharaui disfruta del rico y variado menú que le proporciona sus otros 'padres'. «Las cosas que más nos pide son fruta de verano, pasta y refrescos», explican. Su plan para estas vacaciones consistirá en «hacer excursiones a la playa de Noja, visitar su pueblo en la Rioja e ir a la piscina».
Familia Alonso-Garnika con Fatimetzu
«Iremos a la playa y a la piscina»
Fatimetzu, una preciosidad de pelo corto y grandes ojos marrones, apenas lleva unas semanas en Vitoria. Procede del campamento 27 de febrero (Tinduf), en la zona occidental de Argelia, uno de los sitios más duros del desierto donde el pueblo saharaui lleva 32 años viviendo en el exilio. Durante el resto del año vive en una casa sin agua corriente ni electricidad. Con objeto de proporcionarle unos meses más saludables, Iván y Zuriñe han decidido acoger a esta pequeña de 8 años.
Esta pareja de jóvenes alaveses debuta este año en el programa de Afanis y, tras conocer a otras familias que participan en esta experiencia, ofrecen su casa a Fatimetzu. Los tres pasarán unas bonitas vacaciones en Guevara, donde se esmerarán en alimentar, cuidar y divertir a la pequeña. «Le llevaremos de viaje con la furgoneta a la playa y a la piscina», relatan ilusionados. Serán unos inolvidables días de aire libre, diversión y mucho cariño en los que esperan «que mejore la salud de la menor y que cargue las pilas para el resto del año».

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