martes, 30 de marzo de 2010

Dávila retrata la inquietante desolación de los paisajes urbanos de Ucrania

Algunas están movidas. Otras, fuera de foco. Casi todas parecen víctima de un mareo, un vértigo indomable ante la desolación cotidiana, frente al horizonte vacío. Y sin embargo, las fotografías de Ricky Dávila transmiten cierta esperanza. La que llega al ver a esa pareja abrazada en el autobús, los nombres encerrados en corazones ganados a las piedras, la cara de un niño que, con suerte, tendrá un futuro mejor.
Dávila se trasladó hasta Ucrania en 2007. Allí realizó la serie 'No vodka on the moon'. Un trabajo del que ahora se exponen una veintena de piezas en la Sociedad Económica de Amigos del País.
Las dos salas del inmueble de la plaza de la Constitución ofrecen imágenes rudas, siempre en blanco y negro, sin títulos, a palo seco. Flores a punto de marchitarse, calaveras, desiertos paisajes urbanos, rostros inquietantes que buscan al otro lado de la cámara un motivo para sonreír. Y no lo encuentran.

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