viernes, 26 de febrero de 2010

Ucrania: ante la división política y religiosa

Victor Yanukóvich tomó posesión como presidente de Ucrania ante el Parlamento en una ceremonia a la que no asistieron ni su predecesor, Victor Yúschenko, ni la primera ministra Julia Timoshenko.

Cinco años después de su primer intento por llegar al poder, Víctor Yanukóvich prestó juramento como presidente de Ucrania. Durante una ceremonia solemne ante el Parlamento, el político de 59 años juró defender la soberanía de su país y velar por el bienestar de su pueblo.
Yanukóvich derrotó por escasa mayoría en la segunda vuelta electoral del pasado 7 de febrero a Julia Timoshenko, que se ha negado a reconocer la legitimidad de la victoria de Yanukóvich y ha trasladado su lucha por el poder del Estado a nivel parlamentario. Timoshenko reiteró que su bloque Julia Timoshenko (153 diputados), el partido Nuestra Ucrania (71 diputados) y el bloque de Litvin (20 diputados) no formarán parte de la nueva coalición de Yanukóvich.
División política y crisis económica
Políticamente el país se encuentra profundamente dividido y sumergido en una crisis económica que pone límites a toda ambición de sus gobernantes. Yanukóvich, proveniente de la región ruso parlante del este de Ucrania y considerado cercano a Moscú, anunció demostrativo que su primer viaje al exterior tendrá como destino Bruselas y que aunque dará prioridad a las relaciones con los grandes países vecinos, aludiendo a Rusia, no retrocederá en el acercamiento hacia la Unión Europea.
La prioridad inmediata del nuevo presidente ucraniano será deshacerse de una rival incómoda, Julia Timoshenko, que se niega a abandonar el puesto de primera ministro pese a su derrota electoral. El Partido de las Regiones de Yanukóvich, que cuenta con 172 escaños, ha preparado una moción de censura contra Timoschenko, pero astutamente aguarda hasta tener una mayoría parlamentaria que le permita imponerse. Para ello espera ganar el apoyo de algunos diputados del partido Nuestra Ucrania, de su antiguo rival, el ex presidente Víctor Yúschenko.
La lucha por el poder seguirá tan feroz como las pugnas que ha vivido el país durante los últimos años, que han paralizado su economía y agudizado la crisis financiera. El Parlamento, por ejemplo, no ha estado ni en condiciones de dar un visto bueno a un presupuesto gubernamental para el año en curso. El desenlace no es claro, pero una coexistencia entre Yanukóvich y Timoshenko a todas luces resulta imposible.
Diferencias religiosas y nacionalismo
Adicionalmente diferencias religiosas dificultan aún más la unidad nacional. El nuevo presidente acudió demostrativo al famoso monasterio de Kiev para recibir la bendición del patriarca ortodoxo ruso Kyrill I, antes de prestar juramento ante el Parlamento, un gesto que molesta a fieles de otras iglesias ortodoxas y a grupos nacionalistas.
La relación con Rusia es un punto sensible desde que adquirió su independencia en 1991, que incluso dio paso a la división de las iglesias ortodoxas. Desde 1992 existe un Patriarca independiente en Kiev que critica toda influencia de Moscú. Durante la campaña electoral el nuevo presidente subrayó que Ucrania es un verdadero país europeo con una alta tolerancia confesional. Siendo gobernador del distrito de Donezk, en el este de Ucrania, apoyó la construcción de una Iglesia católica ortodoxa griega.
A su toma de posesión Yanukóvich no sólo invitó al patriarca de Moscú sino también al embajador del Vaticano en Kiev, el arzobispo Ivan Jurkovic, pero no así al patriarca Filaret de Kiev, pues éste y el patriarca Kyrill I, con o sin invitación no aparecerían jamás juntos.
Autora: Eva Usi
Editora: Emilia Rojas Sasse

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